Abusos sexuales en los colegios de los Maristas
Casi al mismo tiempo que la película Spotlight triunfaba en la gala de los Oscar, aquí mismo, en Barcelona, se descubría, esta vez gracias al coraje de un padre, un escándalo que ha puesto a la orden de los Maristas bajo el foco de la sospecha. Los juzgados acumulan ya decenas de denuncias por abusos supuestamente cometidos en colegios de esta orden religiosa.
La película triunfadora de los Oscar, Spotlight, ha devuelto a la actualidad los abusos sexuales cometidos en el seno de la iglesia. La película narra, ya saben, la investigación de los reporteros del Boston Globe que pusieron al descubierto las tropelías de centenares de religiosos y, sobre todo, la indiferencia, en el mejor de los casos, y el encubrimiento en muchas ocasiones de la jerarquía eclesiástica. Casi al mismo tiempo que la película triunfaba en la gala de los Oscar, aquí mismo, en Barcelona, se descubría –esta vez gracias al coraje de un padre– un escándalo que ha puesto a la orden de los Maristas bajo el foco de la sospecha. Los juzgados acumulan ya decenas de denuncias por abusos supuestamente cometidos en colegios de esta orden religiosa.
Manuel, instalador de calderas de 44 años, quien denunció los abusos que había sufrido el mayor de sus dos hijos en el centro que los Maristas tienen en el barrio barcelonés de Sants. El padre del chaval, que ahora tiene 21 años, estaba desesperado porque su hijo llevaba tres años metido en su habitación, sin trabajar, sin estudiar, viendo películas a todas horas y asustado y temeroso hasta de salir a la calle, según le relató el propio Manuel a nuestra compañera de La Vanguardia Mayka Navarro.
Manuel supo de los abusos después de que su hijo abandonase el colegio, pero no quiso o no pudo hacer nada. Cuando vio que su hijo no progresaba, lleno de rabia, fue a buscar al profesor que había abusado de su hijo, Joaquín Benítez, El Beni, que vivía en Figueres, después de haber sido apartado del colegio en 2011, tras la denuncia de una familia. El hombre llegó hasta allí, peor no hizo nada. A la vuelta, comenzó a pegar carteles en los alrededores del colegio denunciando los abusos que su hijo sufrió por parte de El Beni durante tres años.
La denuncia supuso la expulsión del profesor, que llevaba desde 1984 dando clases de gimnasia en el colegio, como seglar, es decir, no es sacerdote. Él mismo firmó una carta de despedida en junio de ese año y en septiembre, el vicario general de los Maristas comunicó al juzgado de guardia las denuncias que se habían presentado contra su profesor. El problema es que la familia del chico que había sido víctima de los abusos y él mismo, que ya era mayor de edad, decidieron no continuar con la denuncia, así que ni la Fiscalía ni el juzgado decidieron continuar de oficio las diligencias. Mientras, El Beni siguió cerca de los niños sin ningún problema. Aunque él mismo reconoció que había abusado del menor que le denunció ante la dirección del colegio, los Maristas no comunicaron lo sucedido a las autoridades educativas de la Generalitat, así que fue monitor de actividades deportivas y tiempo libre en distintos centros de la comarca del Alt Empordá, aunque lo cierto es que no hay una sola denuncia contra él desde su salida del colegio de los Maristas.
Quien sí tuvo el valor de denunciar fue el hijo de Manuel. El chaval acudió a la Unidad de Investigación de la comisaría de los Mossos en el Eixample acompañado de una buena amiga, no quiso que sus padres pasasen por eso. Durante una hora, detalló los abusos de los que fue objeto por parte de El Beni. Otros tres chicos, alertados por la denuncia de Manuel, comparecieron ante los Mossos y contaron hechos muy similares. Joaquín Benítez se ganaba la confianza de los chicos con facilidad: pensemos que era un seglar en un colegio de curas. Hablaba con sus alumnos de chicas, les contaba sus supuestos escarceos amorosos y además, era el profesor de gimnasia, así que el ambiente siempre era muy relajado, tanto en sus clases como en las actividades que hacían después.
Y esa confianza era de la que se valía para cometer los abusos denunciados. Las cuatro primeras denuncias relatan hechos casi idénticos. El primero de los denunciantes contó que entre los años 1986 y 1987, El Beni le llamó en una ocasión a su despacho con la excusa de que estaba haciendo un estudio de anatomía. Leemos textualmente de la denuncia: “dice que hizo que el denunciante se desnudara, manteniendo los calzoncillos, y que le hizo diversos tocamientos en las inmediaciones de los genitales y que después le dijo que lo mismo se lo hiciera a él, al profesor, cosa que hizo. Dice que se sintió incómodo y se marchó mientras el profesor él decía que no se lo contara a nadie, que nadie lo creería”.
Las otras tres primeras denuncias que acumula el juzgado de instrucción 6 de Barcelona hacen referencia a hechos más recientes. El hijo de Manuel, por ejemplo, habla del año 2010. Leemos su denuncia: “aquellas fechas tenía un problema en la espalda y que con ese motivo Joaquín le llevó a su despacho, donde le hizo tumbarse en una camilla con el argumento que debía examinarle la espalda. El profesor comenzó a masajearle y empezó a tocarle todo el cuerpo y los genitales, quedando el denunciante paralizado, sin saber reaccionar. A continuación el profesor lo sentó sobre sus genitales haciendo movimientos pero sin penetrarlo. En otras dos ocasiones el profesor lo llevó a su despacho, desnudándose completamente el profesor que realizó varias felaciones y masturbaciones al denunciante, pidiéndole a este que le tocara y le masturbara, utilizando la lengua para besarle”.
Las otras dos primeras denuncias también hablan de hechos bastante recientes, entre los años 2005 y 2009, y muy parecidos. En los dos casos, El Beni los llevaba a un cuarto con la excusa de tratarles dolencias musculares: les masajeaba, les tocaba los genitales, el culo e incluso a uno de ellos le hizo una felación completa y al acabar le dio 10 euros para que no contara nada.
Aquí llega una de las cosas más sorprendentes de esta historia. El día antes de que tuviese que comparecer ante el juez, nuestra compañera de El Periódico, María Jesús Ibáñez, localizó y entrevistó a Joaquín Benítez. En la entrevista, el ex profesor reconoció todos los hechos e incluso dijo que le extrañaba que hubiesen tardado tanto en encontrarle. Le habló a la periodista de su infancia: “Fui educado en el catolicismo más estricto, estuve interno durante más de 16 años en un colegio con otros chicos, donde tuve algunas experiencias sexuales. Mi familia me envió allí porque no podían mantenerme. Éramos ocho hermanos, vivíamos entre cuatro paredes en lo más humilde del barrio del Carmel, en Barcelona. Las pocas veces que iba a casa a ver a los míos me encontraba siempre borracho a mi padre, que era un alcohólico”.
Reconoció, como luego hizo ante el juez, todas las acusaciones, y dijo que esperaba poder pedir perdón a los chicos de los que abusó. Habló abiertamente de sus delitos: “Fueron unos años en que luché continuamente contra mí mismo, contra mis impulsos. Como además de profesor de gimnasia, tenía el título de masajista, a veces algún chico se quedaba para que yo le diera un masaje y esa tentación era superior a mí. Peleé mucho contra eso, porque soy consciente de que hacía daño a esos chavales.” Eso sí, negó haber cometido abuso alguno desde 2011, cuando salió de los Maristas y se refugió en la iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Desde entonces, dijo en El Periódico, no había mantenido relaciones sexuales con nadie.
Todo esto que le dijo a la compañera de El Periódico lo repitió ante el juez al día siguiente y el magistrado decidió dejarle en libertad. Y lo hizo contra el criterio del fiscal, que pidió la prisión para él prisión provisional. El juez decidió ponerle en libertad y lo argumentó en su auto: dijo que los últimos abusos denunciados se cometieron hace cuatro años y que desde entonces no consta que El Beni haya reincidido. Además, señala que pese a haber sido denunciado en 2011 no intentó huir y siempre facilitó ser localizado. Ni siquiera tras conocer por la prensa la investigación abierta tras las denuncias contra él trató de escapar, sino que se quedó junto a su hermano mellizo, que tiene una minusvalía intelectual de casi el 50 por ciento, otro hecho que el juez tuvo en cuenta a la hora de ponerle en libertad.
Bien, hasta aquí todo lo referente a este profesor, seglar. Pero la denuncia de Manuel sirvió para que se desencadenasen otras muchas: contra el mismo Joaquín Benítez, pero también contra otros muchos profesores de los Maristas.
Manuel abrió una cuenta de correo en la que centralizaba denuncias de alumnos y de padres de alumnos. En un mes, los Mossos d’Esquadra recibieron casi 40 denuncias por hechos cometidos en distintos centros de los Maristas y en los que se acusaba a once docentes. El Beni encabeza esta lista con 16 denuncias, pero hay otras contra seis maestros de primaria, un monitor de comedor, dos hermanos maristas ya fallecidos y el subdirector del centro de Sants, que fue cesado tras conocerse tres denuncias contra él.
Un subdirector del mismo colegio en el que trabajaba El Beni también está acusado de abusos, cometidos hace 30 años, cuando el hasta hace poco subdirector era profesor de dibujo. Los compañeros de La Vanguardia Mayka Navarro y Santiago Tarín hablaron con una de sus víctimas, que les contó que los abusos de produjeron en un campamento de verano. Y, seguramente, lo más indignante que narra el reportaje es la respuesta del director del centro, el hermano Ancheta, cuando los padres de esta víctima acudieron a su despacho a contar lo sucedido: “Dios tenía doce apóstoles y uno falló. Seguramente el hermano Feliú debió beber alguna cerveza de más”. Cuando vieron que la dirección del centro no hacía nada, la madre volvió y el hermano Ancheta la amenazó: “Atrévase a denunciar, es la palabra de un alumno rebelde contra la de un religioso brillante. Y ya me encargaré de que no pueda matricularle en ningún otro sitio”.
Hay más evidencias que dejan claro que la orden religiosa encubrió los abusos de sus profesores, a los que protegió. Una de las víctimas de Joaquín Benítez ha contado que en 2005, años después de abandonar el colegio, envió varias denuncias por vía telemática a los Mossos, al tiempo que mandó un correo al director del centro de Sants. No obtuvo respuesta ni del religioso ni de la policía autonómica, que ahora arguye que en aquellos años las denuncias telemáticas podían extraviarse y, además, solo podían presentarse en casos de hurtos o incivismo. El hombre solo tuvo valor de presentarse en una comisaría tras conocer la denuncia de Manuel, el padre de una de las víctimas de El Beni.
Entre esos docentes denunciados, también hay profesores de alumnas. Los centros de los Maristas comenzaron a mediados de los años 80 a admitir chicas en sus colegios. De hecho, una mujer nacida en 1982, integrante de la segunda promoción femenina, ha denunciado a dos de sus profesores del centro de la Inmaculada. Se trata de dos religiosos que impartían clases de religión y de matemáticas. Uno de ellos fue apartado tras escribirle una carta de amor a una niña de once años, que acabó en manos de sus padres, que se quejaron a la dirección del colegio. El mismo cura ha sido denunciado por una niña que dijo que un día acudió a él a quejarse de un dolor de tripa, cuando tenía 7 u 8 años, y el religioso le quitó la ropa interior y comenzó a tocarle los genitales.
Las historias de estas víctimas, niños o niñas, son terribles, desde luego. Pero ya tenemos experiencias de casos parecidos y hay algo que pasa con frecuencia: ¿va a poder hacerse algo penalmente o el tiempo transcurrido va a facilitar la impunidad de los agresores?
Hace pocos días, el fiscal se posicionó sobre las 16 denuncias que había en los juzgados contra Joaquín Benítez y fue muy claro: solo tres de ellas pueden prosperar, es decir, seguir investigándose y tener algún efecto penal. Diez de los casos se produjeron en los años 80, corresponden a hombres de más de 40 años. Y para que un delito de abusos sexuales graves se considere prescrito basta con que hayan pasado sin denunciar cinco años desde que la víctima cumpla la mayoría de edad. Si los abusos son leves, prescriben cuando el afectado cumple 21 años y si hablamos de violaciones, la prescripción se alarga hasta los 15 años.
Por tanto, de momento solo podrá ser juzgado por tres casos. Los casos prescritos tienen la vía civil para reclamar una indemnización por daños y perjuicios contra el profesor o contra la orden de los Maristas. Las tres denuncias que pueden seguir investigándose son de chicos que ahora tienen 22 años y que supuestamente sufrieron abusos entre 2005 y 2009. El propio Benítez los reconoció. Tanto que incluso el día que declaró ante el juez llevaba una bolsa con ropa, convencido de que iba a entrar en prisión.
Este es sólo uno de los muchos casos que se han dado en nuestro país. La semana pasada la jueza de instrucción número 1 de Tui en Pontevedra levantó el secreto de sumario de la causa contra la orden de San Miguel Arcángel, conocida como la orden de os Miguelianos por abusos sexuales, en este caso, contra mujeres que pertenecían a la orden… Seguro que en algún territorio negro volveremos a hablar, lamentablemente, de abusos sexuales en el seno de la Iglesia.