¿Existe un carácter español propenso a la corrupción?, ¿es la cultura? o ¿quizá la biología?. Estas cuestiones, que nacen en el abismo que separa a los que roban de los que son robados, se las plantea Joaquim Bosch en "La patria en la cartera", su nuevo libro en el que reflexiona acerca de las singularidades de la corrupción en España.
La corrupción ha sido una constante en la historia política y económica española que ya conocíamos en el siglo XIX con varios ejemplos de exaltaciones a la patria, que, según Bosch "en la época de Franco llegaron a niveles máximos". La gran mayoría de estos casos, que quedaron impunes, desviaban el dinero a paraísos fiscales y localizaciones como Suiza y fueron llevados a cabos por "españoles de boquilla que se llevaban el dinero de toda la sociedad".
Sobre las preguntas acerca de la naturaleza de esta conducta, Bosch coincide con Julia Otero en que "solo se trata de excusas que utilizan los mismos corruptos para minimizar responsabilidades".
Y el mayor ejemplo de que esto es así lo encontramos en el conjunto de la sociedad española, que rechaza completamente esta teoría "porque la mayoría de la gente es honrada". Según Bosch, "se trataría de una noticia lamentable, ya que la genética no se puede cambiar".
Sobre las atribuciones que se hace al término cultura, reconoce que "son peligrosas porque su definición es imprecisa". Lo que existe, según el magistrado, son "concepciones éticas condicionadas por las instituciones sobre particularísimos que justifican que no haya igualdad para todos".