La emocionante narración del tradicional salto de la reja, que dio comienzo a la procesión de la Virgen del Rocío
Los almonteños saltaron la reja a las 3:02 horas, instante en el que el Simpecado de la Hermandad Matriz de Almonte asomaba por la entrada del Santuario procedente del rezo del Santo Rosario, dando comienzo con ello la anhelada procesión de la Virgen del Rocío.
Sin embargo, no ha sido hasta instantes después, una vez que la insignia, portada por el hermano mayor de la Matriz, Alfonso Bejarano, se ha posicionado cara a cara con la imagen hasta que se ha procedido a bajarla del presbiterio para alcanzar la nave central de la ermita entre vítores y palmas y el sonido de las campanas de la ermita.
La Virgen va ataviada con el traje y el manto conocido como de los Apóstoles, o de las Hermandades, confeccionado por Joaquín Castilla, al que acompañan guirnaldas de nardos, dándole una imagen singular que no era vista desde hace casi 30 años.
El 'salto de la reja' de este Lunes de Pentecostés se ha producido sólo un minutos antes que el año pasado -03:03-, y ha vuelto a ser un instante en el que la devoción y el fervor profesada a esta imagen llega a su máxima expresión y la mezcla de emociones y sentimientos es llevada a extremos pocas veces visto en un acontecimiento religioso.
En esta ocasión, la salida ha costado más trabajo que otros años, ya que el pasillo central del Santuario, que había sido dejado vacío gracias a un cordón humano protagonizado por almonteños se ha roto por lo que éste se ha copado de gente dificultando las tareas de asir el paso de la Virgen y llevarlo hasta la puerta principal.
A las 3:09 a hombros de los almonteños, la Virgen ha alcanzado la altura del pórtico del Santuario, algo que constataba el repique de las campanas de su guadaña, para instantes después, poco a poco, ir abandonándolo en dirección hacia la explanada de la marisma, iluminada por cientos de flashes de cámaras y móviles.
Con ello ha comenzado un recorrido que se prolonga aproximadamente hasta el mediodía, y durante el que se encontrará con las 117 hermandades filiales -la primera de ellas la de Huévar del Aljarafe (Sevilla)- y en el que se sucederán las salves, los vítores y los olés; las palmas y el cante por sevillanas que en esta madrugada se hacen plegarias con las cuales los devotos le expresan su amor a la imagen que veneran.
Un encuentro que para muchos de los romeros que hicieron el camino hasta llegar a la aldea cobra este año un significado aún más especial si cabe, dadas las dificultades que tuvieron que afrontar debido a unas precipitaciones que lo han convertido en uno de los más duros que se recuerdan.
Mientras tanto, en el interior del Santuario, no son pocas las personas que se afanan por coger un puñado de arena de esa que acaba de pisar la también llamada Blanca Paloma como recuerdo, en un ejemplo más de la devoción que se le profesa.