INVESTIDURA

Puigdemont quiere el Fotomatón

La dirección del PSOE prepara su próximo Comité Federal para refrendar el acuerdo con Sumar y se resiste a pensar que una imagen con Puigdemont sea posible, por ahora.

Ignacio Jarillo

Madrid | 26.10.2023 16:07 (Publicado 26.10.2023 14:21)

El expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont | Europa Press

En política, también importa más la imagen de un pacto que las mil palabras que lo acuerdan. Porque el fotomatón junto a Pedro Sánchez que quiere el prófugo Carles Puigdemont supondría la victoria más lograda de las últimas décadas del independentismo, solo comparable a la otra foto que está aún por hacer: Puigdemont saludando desde la escalerilla del avión de vuelta a Barcelona. Un nuevo "Já sóc aquí" que le pondría a la altura histórica del mítico Josep Tarradellas.

Sánchez y Puigdemont cara a cara ante los fotógrafos; en esos segundos eternos en los que se dan la mano sin ganas, sin fuerza. Sería una imagen histórica de sonrisas forzadas que entraría de lleno en la memoria fotográfica de nuestra democracia: Un tipo de foto incómoda para quien no quiere salir en ellas, como la del propio Sánchez, con la portavoz de Bildu, Mertxe Aizpurúa, o -comparaciones aparte- las que se hizo el expresidente José María Aznar con los nacionalistas Xavier Arzalluz y Jordi Pujol, cuando le hizo falta para gobernar. Fotos que se quedan ahí para siempre, como un tatuaje. Aunque hay tatuajes y tatuajes. Y por eso Sánchez -dicen en su entorno- ni se plantea ese posado. No es comparable. A día de hoy, es entendible. Puigdemont sigue prófugo de la justicia.

Pero además, hacerse esa foto con Puigdemont significa que el resto se ha conseguido: Amnistía, acuerdo para un referéndum y abrir la puerta de nuevo al proceso de desconexión de Cataluña. Y todo -no olvidemos- en una época en la que el independentismo vive sus horas más bajas: tras el 23-J el bloque ERC-Junts-CUP perdió el 46% de apoyos. Esquerra perdió la mitad de sus escaños, Junts perdió otro escaño y la CUP, directamente, desapareció del mapa. Por no recordar otro dato casi increíble, pero cierto: que el PP ganó en Cataluña a Esquerra por más de 6.000 votos y a Junts por más de 75.000 votos.

En todo caso, la aritmética parlamentaria endiablada que quedó tras aquella noche electoral ha hecho posible que la foto de Sánchez y Puigdemont no sea imposible. Al menos, eso dicen en el entorno del líder independentista, para quien su pacto con el líder del PSOE pasa, no solo por el fotomatón, sino por la palabra prohibida: amnistía, -entendida en su acepción más exacta como la extinción de los antecedentes penales de delitos políticos y asunción del error cometido, en consecuencia, por el Estado.

No queda ahí la foto. Mientras fuentes de la comisión negociadora del PSOE insisten en que todo acuerdo encajará en la Constitución "por muy complicado que sea", Junts y el entorno de Puigdemont hacen lo propio y dan por descontado que antes de esa foto se habrá pactado un referéndum, junto a otros flecos que no son menores: el reconocimiento de la «legitimidad democrática» del independentismo; la creación de un mediador o relator que dé fe de cada paso que se logre, que la negociación tenga como «único límite» los tratados internacionales de derechos humanos (ahí se incluiría el derecho de autodeterminación) y a más, la devolución a los procesados de al menos siete millones de euros de fianzas judiciales. Son mil palabras, sí. Por eso Puigdemont quiere esa foto.