GUERRA RUSIA UCRANIA

Maksym Karagodin, agente de futbolistas: de las bombas de Ucrania a la tragedia de Turquía

Maksym Karagodin, agente ucraniano de futbolistas, sufrió en Kharkov el inicio de la guerra con los primeros ataques de Rusia y once meses después sintió en primera persona el terremoto que ha dejado más de 47.000 muertos entre los escombros.

Monserrate Hernández

Madrid | 23.02.2023 17:12 (Publicado 23.02.2023 12:43)

El agente de futbolistas ucraniano Maksym Karagodin junto a Florentino Pérez y Lunin | Maksym Karagodin

En la semana en la que se cumple un año de la guerra en Ucrania, la vida deja escenarios diferentes dependiendo del campo en el que se juegue. El fútbol intenta mantener la normalidad dentro de las posibilidades de un país duramente castigado por las bombas de Rusia y en el que la prioridad va mucho más allá de 22 futbolistas intentando ganar un partido. La contienda se libra ahora en las trincheras, en los subterráneos que siguen protegiendo a la ciudadanía y en los movimientos políticos para intentar acabar con los ataques que llegan desde el lado de Putin.

Maksym Karagodin, nacido en Kharkov hace 35 años, es representante de futbolistas. En su agenda cuenta con varias estrellas del país y medió en la llegada de Andriy Lunin al Real Madrid, y otros muchos profesionales que ahora se ven obligados a apretar los dientes y centrarse en sus compromisos deportivos para mantener a sus seres queridos. "Ellos siguen entrenándose porque con el salario que ganan pueden ayudar a familiares y seres queridos, a los que envían dinero todos los meses, además de sumar donaciones al ejército ucraniano", explica.

Fútbol con sirenas de fondo

La liga en Ucrania se reanudó hace seis meses, a finales de agosto. Los partidos se juegan sin público y, en ocasiones, como reconoce Maksym Karagodin "lo hace con el ruido de las sirenas de fondo, cuando suenan alrededor de los estadios de fútbol". "Cuando se advierte el peligro, los partidos se pausan hasta que se comprueba que no hay riesgo y que se puede seguir jugando", añade.

Karagodin asegura que, aunque muchos profesionales decidieron pedir la baja en sus clubes para buscar otros equipos en Europa, hay otros muchos futbolistas que han decidido volver a Ucrania: "No sólo son jugadores ucranianos, sino también algunos extranjeros que han pedido regresar a sus respectivos equipos".

Más allá del fútbol, Karagodin cuenta que en su país "los ucranianos intentan recuperar la normalidad" en la medida de lo posible, aunque siempre atentos a lo que pueda pasar: "La gente mayor, a partir de 50 o 60 años, es la que más se ha negado a abandonar sus casas. Mi padre no quiso irse de Kharkov porque es su ciudad y allí quiere vivir". "Él no tiene armas; ahora están mejor que al principio, cuando los bombardeos eran frecuentes", añade.

Nada más estallar la guerra, Karadogin y su familia se marcharon a una segunda vivienda que tienen en las montañas, al lado oeste del país. Allí se desplazó con su esposa y su hijo, de siete años. Desde hace meses, el pequeño Karadogin "sigue las clases a través de la tablet, por internet". "Mi hijo no vio caer las bombas en Kharkov porque nos fuimos rápido; tampoco nos gusta que lo vea en las noticias, pero a veces se junta con otros niños que sí hablan de la guerra. Ellos son pequeños y lo viven de una manera diferente que los padres", asegura.

Por la mente de los ucranianos sólo pasa que esta guerra finalice "as fast as possible", tan rápido como sea posible, aunque asumen que la situación no depende de una voluntad de paz, sino de un ataque que se mantiene presente por parte de Rusia y que aún no ve cerca su desenlace.

Presente en el terremoto de Turquía

Del drama de Ucrania, Maksym Karagodin ha pasado a vivir ahora la tragedia de los terremotos de Turquía, lugar habitual para los equipos de su país a la hora de hacer la preparación durante la dura época del clima invernal. "Los equipos ucranianos se marchan durante enero y febrero a Turquía para hacer su preparación porque el frío y la nieve impiden entrenarse en Ucrania durante estas fechas", dice.

El agente de futbolistas ha vivido en primera persona las sacudidas que han dejado los terremotos en Turquía. Lo sintió antes, durante y después de que la tierra se quebrara a los pies de turcos y sirios: "Una semana antes del terremoto Kahramanmaraş sentimos dos temblores. El primero fue ligero y a la semana siguiente otro de 3,5 de magnitud. El hotel se movió como si fuese un barco sobre un mar de olas. Al día siguiente, hubo otro empujón durante el almuerzo que hizo temblar a los candelabros y vajillas".

En estos momentos, clubes como Vorskla, Dinamo, Veres o Kolos se entrenan en la ciudad turca de Antalya para intentar olvidar, por unos instantes, la dureza del conflicto bélico y prepararse para la reanudación de la liga ucraniana a partir del 3 de marzo. Para entonces ya se habrá superado el primer año de la guerra y el tiempo empieza a desplazar de las portadas la guerra que se sufre en Ucrania, hecho que lamenta Maksym Karagodin: "Entiendo que la gente en Europa esté cansada de nuestro problema y hable menos de él, pero si otros no nos ayudan, puede llegar el día en el que la guerra también afecte a sus casas". "Hoy Ucrania defiende los intereses de todo el mundo", concluye.