El presidente de Bolivia, Evo Morales, ha regalado al Papa Francisco tres libros sobre los beneficios del consumo de la hoja de coca y le ha invitado a consumirla porque, según ha subrayado el mandatario durante su reunión privada en la Biblioteca del Palacio Apostólico del Vatiano, así "aguanta toda la vida".
Según ha informado el diario italiano 'Faro de Roma', Morales ha entregado al Pontífice la carta dirigida por la Central Obrera Boliviana (COB) y la Conalcam (Coordinadora Nacional por el Cambio) sobre las últimas manifestaciones de la Iglesia católica en torno a Bolivia y a los movimientos sociales. "Ahora es el turno de la coca", ha añadido como preámbulo al resto de regalos. En ese momento, el presidente de Bolivia ha entregado al Papa tres libros titulados 'Coca, la dieta citogénica'; 'Coca, un biobanco' y 'La coca contra la obesidad'.
El Pontífice, que ha agradecido los obsequios, ha regalado a Morales el medallón de San Martín de Tours, patrón de Buenos Aires y símbolo del amor hacia los pobres y la reciente exhortación apostólica sobre la familia 'La alegría del amor' ('Amoris Leatitia').
Según ha informado el Vaticano, ambos han dialogado sobre cuestiones de interés común, como la educación, la sanidad y la ayuda a los pobres. Además, durante las conversaciones, transcurridas en una atmósfera de "cordialidad", se han tratado algunos temas concernientes a la actual coyuntura socio-económica del país", considerando especialmente las políticas sociales.
También han conversado sobre las relaciones entre la Iglesia y el Estado recordando la larga tradición cristiana de Bolivia y la contribución "decisiva" de la Iglesia a la vida de la nación.
Durante el viaje a Bolivia del Pontífice, el jefe de Estado de Bolivia le regaló crucifijo tallado en una hoz y un martillo. Franciscó confesó su sorpresa por el regalo y admitió desconocer que lo había diseñado el padre jesuita Luis Espinal, asesinado por la dictadura boliviana en 1980, a quien homenajeó en su breve paso por La Paz. En conversación con los periodistas en el viaje de regreso a Roma, el Papa catalogó ese tipo de obras como "arte de protesta" y aseguró que no haberse sentido ofendido.