Novelas atípicas de San Valentín
La última presencia de los libros, hasta ahora, en Territorio Comanche coincidió con San Valentín.
Así que presentamos tres novelas de amor un tanto atípicas, Coral Glynn, de Peter Cameron (Asteroide), Días sin huella, deCharles Jackson (Alianza), y Cartas desde la isla de Skye, de Jessica Brockmole (Planeta). Hablamos de los derechos de autor de Agatha Christie y Arthur Conan Doyle presentando, de paso, Seis enigmas para Sherlock Holmes(Navona). Cerramos el programa con Giorgio Faletti y su novela Tres actos y dos partes(Anagrama), con el deporte como excusa y la integridad moral y las relaciones padre-hijo como temas destacados.
San Valentín sin mermelada
Cuando el día de San Valentín se emite un espacio dedicado a los libros, casi todo el mundo espera una selección de historias de amor con más o menos mermelada. Y no. Seleccioné dos libros con amores y dolor. Dos obras separadas por casi setenta años pero unidas por una visión desolada y hermosa de la vida.
Coral Glynn de Peter Cameron
Empiezo por la más actual, Coral Glynn, de Peter Cameron, publicada por Asteroide con traducción de Patricia Antón de Vez.
Este autor fue uno de nuestros favoritos el año pasado gracias a la estupenda Algún día este dolor te será útil,publicada por la misma editorial.
Peter Cameron (Estados Unidos, 1959) es una de las voces más personales de la actual narrativa norteamericana. Ajeno a las modas, su escritura remite a las novelistas británicas de mediados del siglo XX –en especial Elizabeth Taylor–, muy atentas a la riqueza, elegancia y precisión del lenguaje y con una visión profunda de las relaciones humanas. Bajo la aparente sencillez de sus tramas se ocultan historias de gran fuerza.
1950. Reino Unido. La joven enfermera Coral Glynn acepta un trabajo en una casa de campo, cuidando a una anciana enferma de cáncer que aguarda la muerte. En el casón vive el hijo de la mujer, Clement, un veterano de la II Guerra Mundial que aún se está recuperando de las terribles quemaduras que sufrió durante el conflicto.
Coral y Clement no tardan en sentirse atraídos. Ambos habían buscado en la soledad un alivio para sus heridas anímicas. Ambos ocultan historias personales muy dolorosas. Secretos que quizás prefieran no compartir. El encuentro amenaza con cambiarlo todo y, sin embargo, su relación se verá marcada por hechos casuales que la condicionarán.
Y hasta aquí puedo desvelar el argumento sin reventar la historia. Una historia hermosa, triste y absorbente sobre amores perdidos y recobrados. Cameron juega con una estructura de una sutil complejidad; destaca un uso exquisito de las descripciones, a través de las cuales, los paisajes exteriores se mezclan con los interiores. La visión inicial del jardín de la mansión es magnífica.
Cameron, además, transmite solidez y una tremenda sensibilidad, aderezada con una prodigiosa capacidad para transmitir las motivaciones más íntimas de sus personajes.
Eso sí, preparen un pañuelo.
Días sin huella, de Charles Jackson
Vayámonos casi setenta años atrás. En el programa lo ilustramos con un fragmento de la película Días sin huella, dirigida por Billy Wilder, a partir de la novela homónima de Charles Jackson, recuperada ahora por Alianza con la traducción de Iris Menéndez.
Está situada en el Nueva York de los años 30 del siglo pasado. Narra la adicción al alcohol de Don Birnam, un aspirante a escritor. La acción transcurre durante cinco días en los que asistimos a un verdadero descenso a los infiernos del protagonista.
Y solo el apoyo y el cuidado de su novia, Helen, parecen capaces de sacarlo de ese pozo.
El autor, el periodista y guionista Charles Jackson (Estados Unidos, 1903-1968) tuvo una vida tan problemática como la de su personaje. Luchó contra el alcohol y otras drogas, además de sufrir problemas derivados de una personalidad compleja en la que destacaba, según muchos especialistas, una homosexualidad nunca asumida –estuvo casado durante treinta años– que lo marcó profundamente. El The New York Times lo calificó como “el novelista fracasado más exitoso”.
Volcó sus experiencias personales en Días sin huella (1944), cuyo título original podríamos traducir como El fin de semana perdido, más acorde con el argumento de la historia pero menos atractivo.
Jackson consigue transmitir al lector toda la desesperación de su protagonista, para quien respirar “no era más urgente” que beber. La relación de Don con Helen depara muy buenos momentos –por eso la hemos escogido– en una espiral autodestructiva de gran realismo.
En su día fue un bestseller de primer nivel. Hoy su lectura se ve algo lastrada por un exceso de lucubraciones psicoanalíticas que estaban muy de moda en aquellos momentos.
La adaptación cinematográfica firmada por Wilder ganó cuatro Oscar, entre ellos el de mejor película, mejor director y mejor actor para Ray Milland.
Cartas desde la isla de Skye, de Jessica Brockmole
Y, para que no se diga, cerramos con una novela de amor de corte clásico pero de lectura apasionante y apasionada.
Cartas desde la isla de Skye, de Jessica Brockmole, editada por Planeta con traducción de Santiago del Rey, es, como sugiere su título, una novela epistolar que ya recomendamos en el programa como una buena compra para Reyes.
Sutil y de gran perspicacia psicológica, narra la historia de amor por correspondencia entre una poetisa que vive en esa remota isla escocesa y un joven estudiante y admirador norteamericano. La I Guerra Mundial se interpone entre ambos. ´
Décadas después, durante la II Guerra Mundial, la hija de la poetisa descubre las cartas, aquella relación y... No, no voy a desvelar nada más. Descúbranlo ustedes. No se arrepentirán.
Sobre derechos de autor y resurrecciones
¿Es bueno resucitar a los mitos de la literatura?
Hace unos meses se anunció que los herederos de Agatha Christie habían autorizado una secuela de las aventuras de Hercule Poirot, mientras que los derechos sobre Sherlock Holmes han vencido del todo hace unos días y ya no es preciso el permiso de la familia de sir ArthurConan Doyle para usarlos.
La secuela de Poirot se publicará en el próximo mes de septiembre, un año después del anuncio de su resurrección, en otoño de 2013.
La empresa que tiene los derechos de Christie, participada por sus herederos, anunció con júbilo la autorización para la escritura de la novela. Dinero. Los derechos de la Reina del crimen devengan unos tres millones de dólares anuales que, en caso de crear una nueva serie, podrían verse sustancialmente aumentados.
La autora elegida para este experimento literario-comercial es la británica Sophie Hannah (1971). Se trata de una poeta y narradora con experiencia en literatura infantil y con una serie policiaca –la protagonizada por los policías Simon Waterhouse y Charlie Zailer– que le ha reportado ventas millonarias en todo el mundo. Se mueve como pez en el agua en el subgénero del crimen psicológico.
En España, sus libros los publica editorial Duomo. La última novela la vino a presentar a la semana negra de Barcelona; La cuna vacíase titula yarranca con varias muertes de bebés de las que son acusadas sus madres; las mujeres apelan a su inocencia y arranca la historia.
Lo de resucitar literariamente a Poirot no es algo inusual, hay antecedentes ilustres sobre mantener vivos a los personajes tras la muerte de sus creadores. Un ejemplo de manual es la serie sobre James Bond, continuada por Raymond Benson tras un acuerdo con la empresa familiar de los herederos de Ian Flemming.
Otro caso paradigmático es el de Sherlock Holmes que ha creado ya un género propio que es conocido como pastiche holmesiano. Son aventuras apócrifas de Holmes y Watson, en la que suelen enfrentarse a grandes criminales de la historia y admitir como clientes a personajes reales de gran relevancia. Perderíamos la cuenta de las ciudades de todo el mundo por donde han perseguido a Jack el Destripador o a alguno de sus émulos.
Esos pastiches son de calidad variable, aunque muy buenos autores han aceptado, de vez en cuando, la invitación para escribir alguno. El más famoso es Solución al 7 por ciento, de Nicholas Meyer, que fue adaptada al cine con el título Elemental, doctor Freud.
Editorial Valdemar publicó una colección magnífica, Los archivos de Baker Street, más que interesante.
Por cierto, muchos oyentes que saben de mi frikismo holmesiano me escriben preguntando por dónde empezar la lectura de Sherlock Holmes. Yo les aconsejo siempre los cuentos, en especial la serie Las aventuras de Sherlock Holmes.
Ahora lo tienen mucho más fácil aún. A finales de la década de los 90 se realizó una encuesta entre asociaciones sherlockianas de todo el mundo preguntando por los relatos y novelas favoritos de sus asociados. Salió una lista que suscribo al 95%, que es la que editorial Navona ha reunido en un libro que es imprescindible para quien quiera empezar a sumergirse en el fantástico universo del más grande detective de todos los tiempos: Seis enigmas para Sherlock Holmes, con traducción de José Luis Piquero.
Tres actos y dos partes, de Giorgio Faletti
Escuchen en este enlace la voz del actor, cantautor y escritor italiano Giorgio Faletti. Es el autor de una novela que usa el deporte como excusa para hablar de cuestiones de mucho mayor calado y que nos son muy cercanas: la corrupción y el dinero fácil, por un lado, y la integridad moral y las relaciones padre-hijo, por otro. Se trata de Tres actos y dos partes, publicada por Anagrama con traducción de Juan Manuel Salmerón.
De Faletti ya comentamos y recomendamos su estupenda Apuntes de un vendedor de mujeres,también en Anagrama. Nada de lo que les sugiera el título encaja con lo que se encontrarán en el libro, se lo aseguro. Además, se lo pasarán muy bien.
Tres actos y dos partes es una novela breve –apenas 140 páginas– que se sustenta en la potencia de su protagonista, Silvano Masoero, Silver para los amigos, un boxeador retirado que fue condenado por amañar un combate.
Ahora Silver trabaja de utilero en un club de la Serie B del fútbol italiano. Estamos en vísperas del partido más importante de la historia del club; lo tiene muy fácil para ascender por fin a la Serie A y codearse con los grandes del Calcio. La estrella del equipo es Roberto, su hijo.
Todo parece ir sobre ruedas hasta que el viejo boxeador descubre que Roberto está a punto de vender el partido.
Y hasta aquí puedo leer.
El autor combina flashbacks con el presente y vamos conociendo, poco a poco y casi en paralelo, lo que sucedió en el pasado de Silver, su relación difícil con Roberto y el lío en el que éste se ha metido.
Faletti es un maestro creando unos perdedores que te atrapan, te agarran del cuello y no te sueltan durante toda la lectura. Se nota que hay sustancia e inteligencia.
El tipo, además, tiene una escritura muy especial, basada en frases muy cortas, como cuchilladas medidas o, ya que estamos con un boxeador, como puñetazos. En cada capítulo va punteando las defensas del lector hasta que le suelta el sopapo
No hay demasiados personajes –cosa que agradece, dada la extensión– y los que aparecen están dibujados con precisión y sin excesos, nos da la información precisa y luego la completa con unos diálogos ágiles e inteligentes.
Se nota también que Faletti es poeta y compositor porque controla el ritmo narrativo que, como en una buena canción, va in crescendo hasta el estribillo, hasta la entrada de los coros y el grupo o la orquesta literaria completa.