La única gran diferencia es que a Fernando no se le ha pasado por la cabeza, de momento, dejar a la Scuderia, algo que ronda día tras día por la del heptacampeón mundial.
Fernando llegaba a Shangai con un liderato irreal, lo sabía él, Ferrari y lo sabían los rivales. Había un halo de esperanza de que se volviera a vivir una carrera loca, algo que rompiera la jerarquía actual de la F1, pero los milagros no suelen ser reincidentes. El siguiente milagro sería que no se corra en Bahrein, de momento todos tienen que acudir, esperemos que no sea una imprudencia temeraria de nadie y que si se corra, llueva, porque si no, Alonso volverá a vivir en el alambre.