Decálogo del fin del mundo televisivo

El apocalípsis según las series

A pesar de que la Nasa ya se ha apresurado a confirmar que el próximo 21 de diciembre no se terminará el mundo, y sin intención de poner en duda la capacidad de acierto de la administración norteamericana, en el texto que sigue voy a repasar las pautas que  series apocalíticas han ido marcando a lo largo de los últimos años. Más que llamaradas solares, meteoritos exterminadores o un posible cambio de eje de la Tierra, la ficción se ha centrado en ataques nucleares, extraterrestres y epidemias zombies. Revolution, Falling Skies, Flashforward, The Walking Dead, El Barco o Jericho son algunas de las últimas series en las que hemos aprendido que la humanidad en si misma sólo es una amenaza más.Y aunque no quiero que corráis a una armería, con la castiza excusa del “por si acaso”, conviene que os vayáis poniendo en forma.

ondacero.es

Madrid | 06.12.2012 13:13

Imagen promocional de la serie Jericho | CBS

 

1.- La belleza prevalecerá.

E incluso, como dice un amigo mío muy seriéfilo, deberías asumir que si no sois atractivos no tenéis nada que hacer. Porque si algo han demostrado las series norteamericanas, tan dadas a regalarnos un argumento catastrófico de vez en cuando, es que a las hecatombes sólo sobreviven los guapos. Aunque existen grandes diferencias al respecto del cuidado capilar en series como Revolution y Falling Skies, más creíble la segunda, el atractivo natural abunda entre los supervivientes a catástrofes, sean del tipo que sea.

2.- El arco está de moda.

A pesar de estar bastante lejos de ser una de las pruebas más atractivas de los Juegos Olímpicos es urgente que busquemos un curso de iniciación al Tiro con Arco, más atrayente, donde va a parar, que la esgrima, Juegos del Hambre mediante. Pero antes de la adaptación de los libros de Susan Collins, The Walking Dead y más concretamente Daryl, ya usaba un arco, casi tan viejo en el uso bélico como las guerras en sí mismas.  A la vista de que la inexpresiva Charlie también se ha decantado por este arma, se revela como el artilugio más recomendable para cuando las balas escasean y la fuerza bruta no ofrece las suficientes garantías.

3.- Los niños siguen dando guerra

Si es difícil educar a una criatura en circunstancias normales, aún parece serlo más cuando la catástrofe ha llegado. Y como es habitual en el mundo seriéfilo, los personajes menores de edad de las series apocalípticas también tienden a ser insoportables o, como poco, desquiciantes. Los tres hijos de Tom Mason, el profesor encarnado por Noah Wyle en Falling Skies son una de las dos cosas, mientras que el retoño de Rick Grimmes se esfuerza más por ser como él que por molestarlo, especialmente con zombies por delante.

4.- El amor puede nacer

Aquellos que lleguéis solteros a la fecha final no os preocupéis. Porque si sobrevivís al apocalípsis seguiréis teniendo opciones de encontrar el amor, e incluso vuestras posibilidades se verán incrementadas puesto que parte de la humanidad ha desaparecido. Médicas que atienden a niños, visitantes que buscan refugio en la granja de tu padre o incluso, tirando del síndrome de Estocolmo, los enemigos más cercanos, pueden llevar dentro la media naranja que siempre hemos buscado.

5.- La importancia de la educación alimentaria

Aunque para muchos será la única forma de alejarse de la comida basura para otros será un verdadero desafío enfrentarse a una hoguera y a la necesidad de darle uso con algo que no se puede sacar de una nevera. Y más que exprimir las dotes cazadoras de los personajes de las series, el telespectador aprende que antes de que acabe el mundo debe saber utilizar un abrelatas.

6.- La vuelta al campo

Las catástrofes tienden a hacer de las ciudades lugares inútiles y peligrosos… No resulta muy recomendable hacer hogueras en el salón en el momento en el que la calefacción falle, ni bajar desde un vigésimo piso cuando hay que buscar algo que cazar… El ser humano retoma a sus orígenes naturales, su manzana en el árbol y su conejo entrampado, y sin llegar a extender su tienda de campaña, se establece en edificios bajos, normalmente vigilados.

7.- Adiós a la tecnología y las comunicaciones

Conozco a algunos que tras sobrevivir a un desastre de proporciones incalculables probablemente morirían al descubrir que su smartphone, su tablet y su portátil último modelo ya no sirven para nada. Regresan las cartas manuscritas y algunos deberían repasar su caligrafía, por lo que pudiera pasar. Y ante el final de los medios de comunicación, las series todavía tienen pendiente recrear los trovadores tan habituales en épocas pasadas.

8.- No tan corriente.

Las ventajas de la vida moderna sólo las percibimos cuando faltan. Y si la luz es un gran invento, el agua corriente lo es más… A excepción de los personajes de The Walking Dead que no se cortan a la hora de rebozarse en asquerosidades, el apocalipsis suele ser bastante higiénico, quizá por la imposibilidad de los guionistas de explicar cuanto daría cualquier mortal por darse un baño caliente meses, o años, después de no poder hacerlo. En Revolution lo intentaron, pero para nuestra desgracia, la afortunada fue Charlie.

9.- Pero sí navegable.

Ya sea porque los océanos elevan su nivel y lo inundan todo, como en El Barco, o porque la tierra se revele como un lugar inhóspito y poco habitable, siempre nos quedará el mar, con sus peces y sus barcas… Parece que SyFy va a provechar el filón acuático que da una catástrofe  y se plantea llevar a la televisión una adaptación de la película de Kevin Costner, Waterworld.

10.- Ah, la civilización….

Por muy fastidioso que pueda ser un presidente de escalera, o de gobierno, siempre es necesario que alguien se ponga al frente de los desorientados seres humanos. El problema es el tipo de imposición y las ideas locas que aguarde cada líder, que de todo hemos encontrado en la pequeña pantalla…. Los hay entregados a la causa, sobreprotectores, líderes natos y justicieros, buenos y malos, y normalmente supervivientes. Pero además de sobreponerse a las amenazas, hay que seguir confiando en los humanos que nos rodean, y todas las producciones han demostrado que a veces ése es el mayor de los desafíos.