El clamor por el empleo digno recorre la ciudad
El drama personal de los 30.000 parados, la pobreza y la precariedad laboral centraron la jornada dedicada a los trabajadores
Treinta mil parados en la provincia, casi once mil hogares en los que no entra ningún salario y 57.000 familias con todos sus miembros inactivos son motivos más que suficientes para celebrar la fiesta de la clase obrera con el puño en alto y sumando la voz al clamor unánime por un cambio de rumbo en las políticas de empleo.
El Primero de Mayo concedió ayer protagonismo a los que han dejado de tenerlo y se han convertido en simples números en las listas del antiguo Inem. "Más que nunca quise venir porque hoy ya no es un día de fiesta, es un día de indignación". Quien lo dice es un parado de 38 años con sobrada cualificación técnica que se ha cansado de llamar a todas las puertas y que ya ha recibido el golpe de la reforma laboral en forma de ERE y precariedad. "Despiden a los fijos para contratar a temporales", denunciaba minutos antes el secretario comarcal de la CIG en Ourense, Etelvino Blanco, en su intervención tras la manifestación más numerosa de las tres que se celebraron ayer por la mañana en la capital.
El propio Blanco se refería en su discurso al distanciamiento cada vez mayor entre su organización y los sindicatos de clase: "La CIG estará siempre en la trinchera, nosotros nunca caeremos en el sindicalismo de sofá". Su convocatoria congregó a más de mil personas, el doble que la que celebraron Comisiones Obreras y UGT, que arrancaron de Os Remedios a las 11,30 horas con una pancarta conjunta bajo el lema "Sen emprego e calidade non hay recuperación". Esta movilización fue secundada por destacados cargos electos y orgánicos socialistas como el alcalde de la ciudad, Agustín Fernández, la diputada Laura Seara, el exsubdelegado del Gobierno, Camilo Ocampo, el secretario provincial Raúl Fernández, alcaldes de la provincia y concejales.
Frente a la Subdelegación del Gobierno CC OO y UGT leyeron un manifiesto en el marcaron como "prioridad absoluta" la lucha contra el desempleo y sus efectos sociales. Para ello, propusieron un cambio de políticas públicas y de modelo productivo que entre otras cosas, favorezca la recuperación del poder adquisitivo del salario mínimo interprofesional, el regreso al sistema anterior de revisión de las pensiones, una reforma fiscal, programas contra la pobreza y la recuperación de los servicios públicos.
Entonados el Himno Galego y La Internacional, la concentración se disolvió para dar entrada a los manifestantes de la CIG congregados tras la pancarta de cabecera con el lema "contra a explotación e a pobreza".
Los ediles del BNG Xosé Somoza y Ximena González, los diputados provinciales Leopoldo Rodríguez Puga y Xaime Iglesias, el alcalde de Allariz, Francisco García, los exconcejales Isabel Pérez o Fernando Varela, y otros rostros conocidos del nacionalismo ourensano participaron en esta manifestación que partió del mismo lugar con media hora de diferencia para realizar el mismo recorrido animado por tambores y consignas por un empleo digno y contra la emigración laboral.
Como es habitual, el líder de la CIG, Etelvino Blanco, pronunció el discurso final en el que mostró su apoyo a la plantilla de Hispamoldes, en la que acaban de despedir a seis trabajadores, y arremetió contra un "gobierno cruel e inhumano que permite que haya gente rebuscando en contenedores". Denunció el "robo continuado" de la clase política sobre la obrera y lamentó las penurias de miles de familias ourensanas: "No tienen compasión de nosotros", clamó. Pidió por ello una respuesta contundente en la cita electoral del 25 de mayo: "Ni un solo voto para quien machaca nuestros derechos".