Organizar fiestas ilegales, botellones, saltarse reglas impuestas o creerse inmunes son algunos de los patrones que manifiestan los adolescentes que no tienen consciencia de los actos que realizan, aún estando en plena pandemia
No ser conscientes de la gravedad de sus actos viene provocado por una educación basada en el “no castigo”, los padres asumen las multas impuestas a sus hijos por actos vandálicos o imprudentes, favoreciéndoles el sentimiento de impunidad ante su delito.
Los acontecimientos ocurridos últimamente en España, donde los comportamientos de los adolescentes distan mucho de ser los adecuados preocupan a los especialistas, que alertan sobre un aumento de estas conductas si los chicos y chicas disruptivos no reciben castigos que sirvan para redimir sus malas actuaciones.
¿Por qué algunos adolescentes se comportan de esta manera?
Jordi Royo, director clínico de Amalgama7, entidad dedicada a la atención terapéutica y educativa para adolescentes, jóvenes y sus familias explica que “existen tres factores primordiales que, al juntarse, hacen que los jóvenes crean que pueden hacer lo que quieran sin temor al castigo o las represalias, en primer lugar el sentimiento deinvulnerabilidad, que les hace estar convencidos que nada ni nadie pueden herirlos; por otro lado, el factor cansancio acumulado por la pandemia y las restricciones Covid19, que consideran injustas y desmedidas, y por último la sensación masiva de impunidad a sus actos, viven en un constante no hay castigo, no hay delito”.
Detrás de esta actitud se esconde un trastorno grave de conducta del adolescente, el denominado Trastorno Negativista Desafiante (TND) que se suele iniciar en edades tempranas y que se afianza en los jóvenes, despreciando cualquier posición de autoridad, mostrando comportamientos no cooperativos, desafiantes, negativos, irritables y de enfado hacia figuras autoritarias como padres, profesores, educadores, etc… Este sentimiento de ‘estar en contra del mundo’ les hace rebelarse contra cualquier norma establecida. En la actualidad, las normas anticovid19 les suponen unas barreras que deben derribar para mostrar su desafío ante una sociedad que les obliga a seguir unas pautas marcadas y eliminando cualquier posibilidad de ocio social.
“Cuando un adolescente es multado por organizar un botellón, pelearse con las fuerzas policiales o saltarse el toque de queda, son los padres, en la gran mayoría de los casos, los que deben hacer frente a ese pago en nombre de sus hijos. Esto hace que el castigo para el adolescente sea nulo, que no exista, y por lo tanto, sin castigo no hay delito”, explica Jordi Royo, director clínico de Amalgama7, que a su vez propone una solución para paliar este bucle continuo entre adolescentes y sociedad.