aparcamiento inteligente

València monitorizará con sensores de ocupación otras dos mil plazas de estacionamiento

El proyecto supondrá una inversión de casi un millón de euros y elevará el total de plazas sensorizadas a 3.500

Nacho Reig

València |

Plaza de aparcamiento para personas con probemas de movilidad | Ayuntamiento de València

La Junta de Gobierno Local del Ayuntamiento de València ha adjudicado este viernes el contrato para seguir extendiendo el proyecto de gestión inteligente de plazas de aparcamiento que puso en marcha hace tres años. En 2021 el consistorio colocó sensores en 1.060 plazas reservadas para personas con movilidad reducida, carga y descarga, o taxis. Además, el pasado mes de febrero finalizó la instalación en El Cabanyal de otros 200 más.

El Ayuntamiento va a invertir ahora casi un millón de euros para monitorizar dos mil plazas más en diferentes barrios de la ciudad, con lo que la cifra total alcanzará las 3.500. Estos sensores detectan la presencia de vehículos en las plazas y ponen a disposición de toda la ciudadanía los datos a través de las redes sociales y aplicaciones para dispositivo móviles del consistorio. De esta manera los ciudadanos pueden saber si una plaza está ocupada o no, como explica el portavoz del gobierno local, el concejal Juan Carlos Caballero:

Con la monitorización de las plazas de estacionamiento, los ciudadanos pueden conocer, mediante la plataforma ‘València Ciudad Inteligente’ (que integra la web municipal, la web ‘València al minut’, el Geoportal o la App València), si una plaza está libre o no y optimizar mejor sus desplazamientos contribuyendo a que sean más sostenibles. Además, gracias a los datos recogidos, el gobierno local sabrá si hace falta crear más plazas reservadas de este tipo.

El contrato ha sido adjudicado a la empresa Pavapark, que tendrá un plazo de 6 meses para colocer los sensores y desarrollar la plataforma de gestión. Los dispositivos que se van a instalar no necesitan ninguna canalización ni cableado, únicamente un agujero en el asfalto en el que se ubica el sensor que integra la batería –con una durabilidad de 5 años, aproximadamente- y la tarjeta de comunicación, y que detectan el vehículo por su campo magnético.

El proyecto está financiado con fondos europeos Next Generation, dentro de la línea de “ayudas a municipios para la implantación de zonas de bajas emisiones y la transfornación digital y sostenible del transporte urbano".