El modus operandi de la organización consistía en ocupar pisos vacíos de entidades bancarias. Luego, simulaban que se trataba de una ocupación vulnerable colocando en los inmuebles a mujeres subcontratadas con sus bebés. Pasados unos días, alquilaban o vendían los pisos a terceras personas, todas en situación vulnerable por la ley de extranjería.
De las nueve personas que formaban el entramado, tres son los líderes, que se encuentran en libertad con cargos y forman parte del top 5 de delincuentes vinculados a la ocupación criminal; uno pinchaba la luz; otro era el cerrajero; otro el cobrador y, por último, había tres mujeres subcontratadas para simular la ocupación vulnerable.
En los últimos cuatro meses habrían ocupado doce pisos en Barcelona y en l'Hospitalet de Llobregat y habrían intentado acceder a doce inmuebles más.
Durante este periodo, se estima que habrían obtenido ingresos por valor de una media de 24.000 euros en el mes.
En algunas ocasiones, los jefes de la organización pactaban con el propietario real del inmueble para echar los ocupantes a quienes acababan de alquilar el piso.
A cambio de entre 8.000 y 10.000 euros iniciaban el proceso para echarlos y los compensaban con una pequeña cantidad de dinero.
A menudo, una vez cobraban de la propiedad y los ocupas se marchaban del domicilio, dejaban pasar un tiempo y cuando veían que la propiedad no tomaba medidas de seguridad para evitar una nueva ocupación, lo volvían a ocupar y pedían, nuevamente, dinero para devolverlo a su legítimo propietario.