Según sus conclusiones, sugieren "implementar soluciones basadas en la naturaleza, favoreciendo las funciones de retención, laminación y esponjamiento del espacio fluvial".
Tal y como describen desde la Cátedra, la DANA "ha evidenciado el deterioro generalizado de las cuencas, la pérdida de la vegetación de ribera y la destrucción de la llanura de inundación de múltiples arroyos aguas arriba de las poblaciones", lo que ha supuesto "un elemento que ha favorecido el efecto destructivo de las avenidas, aumentando la velocidad y energía del agua y el transporte de sedimentos".
"Las inundaciones son situaciones propias de los ríos y arroyos del centro peninsular, que con el aumento de la intensidad de las lluvias y de las DANAS es muy probable que se incrementen y aumenten las situaciones de riesgo. Ya que son hechos inevitables, que irán a más en el futuro, es necesario implementar medidas de adaptación que no hagan incrementar el riesgo".
A su modo de ver "las inundaciones generadas durante la DANA han estado agravadas por una arriesgada ordenación urbanística de los municipios afectados". "Urbanizar sobre el cauce de los arroyos y sobre su llanura de inundación supone aumentar las situaciones de riesgo en caso de producirse una riada. Además, las técnicas de encauzamiento y soterrado de ríos urbanos se han manifestado como poco adecuadas para evitar inundaciones, aumentando en su caso, su efecto destructivo", han manifestado desde este órgano.
Así, ha analizado hasta una quincena de municipios, en los que se cumple "la ocupación indebida del espacio fluvial y de canalizaciones y soterramientos inadecuados". Son Arcicóllar, Casarrubios del Monte, Cobeja, Cobisa, Guadamur, Magán, Mocejón, Olías del Rey, Polán, Pulgar, Recas, Toledo, Villanuenga de la Sagra, Yuncler, Yunclillos y Yuncos.