Durante el año pasado, el vandalismo grafitero sobre los trenes de Renfe en Castilla-La Mancha generó un coste de 333.000 euros. Esta suma incluye, además de la propia limpieza, los gastos indirectos que se derivan, como la inversión en seguridad, tanto de personal como de otros sistemas tecnológicos. Las personas usuarias sufren directamente las consecuencias de los trenes vandalizados con pintadas, como retrasos y trenes suprimidos por carencia de visibilidad o grafitis en los elementos de seguridad de los trenes que impiden la circulación; frenazos de emergencia para pintar en medio de un trayecto o el olor de este producto químico que resulta muy molesto a los viajeros, según se indica en una nota enviada por Renfe.