La acusada de matar a su hijo dice que no sabe lo que pasó pero se cree culpable
Mónica J.F., de 34 años, se enfrenta a una pena de 20 años de cárcel por haber ahogado en la bañera de su casa al niño, César, en el verano de 2008, unos hechos que reconoció ante la policía y el juez de instrucción tras ser detenida en el año 2010, cuando se halló la maleta con el cuerpo del pequeño.
La mujer acusada de ahogar a su hijo de 9 años en Menorca y abandonar luego su cuerpo en el interior de una maleta en un barranco ha afirmado que no sabe lo que ocurrió antes de encontrarlo muerto, pero que cree que ella fue la causante de su fallecimiento.
Mónica J.F., de 34 años, se enfrenta a una pena de 20 años de cárcel por haber ahogado en la bañera de su casa al niño, César, en el verano de 2008, unos hechos que reconoció ante la policía y el juez de instrucción tras ser detenida en el año 2010, cuando se halló la maleta con el cuerpo del pequeño.
Esta mujer de origen gallego ha afirmado hoy ante el jurado de la Audiencia de Palma que no sabe lo que pasó el día de la muerte del niño, cuando ha asegurado que solo se acuerda de haberle preparado un baño en su casa y que su siguiente recuerdo es con él muerto en sus brazos.
La acusada, que ha declarado con voz temblorosa, interrumpiendo varias veces su relato a causa de las lágrimas, ha afirmado que piensa que ella podía haber sido la causante de la muerte.
"No puedo describir qué pasó porque no me acuerdo, pero es que allí no había nadie más", ha dicho, y ha negado que en ese momento padeciera algún trastorno, tal y como defiende su abogado.
Ha asegurado que tras encontrar a su hijo muerto estuvo dos o tres horas en el suelo llorando con su cuerpo en brazos y ha señalado que no cree que él se metiera solo en la bañera porque "no lo hacía nunca".
Luego, ha continuado explicando, metió el cadáver en la maleta "con las cosas que él tenía siempre consigo" -gracias a las cuales se identificó el cuerpo- y sin pensar en lo que hacía. "No sé ni dónde lo dejé", ha detallado.
Ha relatado que sobre abril de 2008 dejó a su pareja y padre adoptivo del niño diciéndole que se iba a Menorca dos meses a trabajar, pero realmente se trasladó a la isla para empezar una relación con un hombre que había conocido por internet y a quien ocultó que era madre.
Mientras ella estaba fuera, el niño vivió primero en Galicia con el padre adoptivo, pero la mujer lo puso luego a cargo de sus abuelos al entender que el hombre no le cuidaba bien.
Al acabar el curso escolar, los abuelos lo mandaron por sorpresa a Menorca y la mujer pretendió entonces hacer creer que era su sobrino, llegándole a pedir que le llamara "tita" y no "mamá".
Desde el día en que murió hasta que finalmente se encontró el cuerpo, la mujer ocultó a sus padres que el niño estaba muerto y a sus parejas (ahora está casada con un hombre que conoció también por internet mientras vivía con el de Menorca) les dijo que había fallecido en un accidente de tráfico.
A preguntas de su abogado sobre cómo se considera a sí misma, la acusada ha dicho que es cabezota y que miente "mucho", y respecto a si se cree buena madre, ha afirmado que "antes sí". "Aún lo quiero", ha asegurado en relación a su hijo.
En cuanto a por qué se declaró culpable del asesinato ante la policía y el juez instructor, ha manifestado que lo hizo porque los agentes le comunicaron que tenían pruebas de que había muerto ahogado, aunque ha recordado que hasta entonces siempre dijo que no se acordaba y que había sido un accidente.
Su abogado pide la absolución alegando que la mujer abandonó el cuerpo de César "confundida al ver a su hijo fallecido y movida por el horror", y ha añadido que de considerársele culpable se le debe eximir de la pena porque sufrió un trastorno mental transitorio.
El fiscal en cambio la cree responsable del asesinato y ha asegurado que tras el juicio quedará probada la "red de mentiras que ha forjado la acusada a lo largo de su vida".