El Real Oviedo sufrió ayer una derrota dolorosa en el Carlos Tartiere que parece haber desatado las alarmas. La mayoría del público que acudió al estadio (7.411 espectadores según datos oficiales) despidió al equipo con pitos, tras jugar sin duda el peor partido en lo que va de temporada. La inmediatez de la cita de Ponferrada (domingo, 18:15 horas) aparca cualquier movimiento sobre el futuro de Ziganda, pero es indudable que otro resultado negativo podría dejar su futuro en el aire.
Aún así el míster del Oviedo argumentó ayer que "no debe desmontarse lo hecho hasta ahora. Oviedo es un plaza ambiciosa, y la gente siempre quiere más, así que hay presión sobre el club, el entrenador..." al tiempo que comentó que "queda un Mundo para todo. Me siento respaldado por los jugadores, que son los que tengo cerca; el resto habrá que preguntarles a ellos", y aseguró que "no temo por mi puesto, aunque sé que el entrenador siempre está en riesgo. Los resultados no acompañan, hay que dar vuelta a todo, yo el primero".
La plantilla azul regresó esta mañana a los entrenamientos y lo hizo sin Javi Mier y Luismi.
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