Este martes, 20 de abril, nos desplazamos a este punto de la geografía malagueña, en plena Axarquía, para acompañar a los responsables de esta entidad y, sobre todo, para acercarnos al día a día de sus usuarios. Conocemos sus innovadoras instalaciones, la asistencia sanitaria que ofrece las 24 horas del día y las ventajas de formar parte de "una segunda familia" para residentes nacionales y extranjeros.
Todo en un contexto de crisis sanitaria, de dificultades para todos… pero especialmente para los sectores más vulnerables, o sea, para los mayores. Fueron los primeros en alertarse ante este virus, porque sin duda, son los más débiles del escalafón de esta sociedad, que requiere de una solución definitiva, que parece va llegando con las vacunas. El milagro de la ciencia, que en muy poco tiempo ha aglutinado esfuerzos y ha sumado fuerzas, para dar con una fórmula si no mágica, casi. Porque el panorama en esta relación nada deseada entre ancianos y coronavirus es desalentador: desde el 14 de marzo de 2020, al menos 19.012 ancianos han muerto a causa del COVID-19 en residencias, según refleja el último informe del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso). Además, otros 10.492 fallecieron en estos centros con un cuadro clínico compatible con la enfermedad, aunque no se ha podido confirmar. Las vacunas contra el coronavirus que llegaron en diciembre hicieron soñar con el final de la crisis sanitaria y parece que el sueño se está haciendo realidad en estos centros, pues los decesos semanales por coronavirus cayeron un 99,7% en dos meses.
EnAdemás, el efecto de las vacunas ha permitido que ya no haya ninguna residencia medicalizada, pero, sin duda, lo más esperanzador es lo que se deriva del capítulo de fallecimientos, precisamente por la ausencia de éstos, una vez la vacuna ha demostrado su eficacia limpiando el registro de pacientes infectados por covid que, a estas edades, acaba por ser determinante. Tanto es así que la cifra de mortandad en estos centros eleva a 2.168 los mayores a los que hubo que despedir prematuramente, por el maldito virus.
La preocupación no es tanto ahora el impacto que pueda tener esta cuarta ola, que parece estar siendo más leve y de una curva menos acusada que las anteriores, sino ver en el medio plazo el escenario que queda después del verano en las residencias. Por todo, se anuncia el desarrollo de pruebas y controles especiales para ver cómo evoluciona el grado inmunidad en los mayores. Sea como fuere, la comedida alegría que despierta la situación de las residencias contrasta con la inquietud que reina en España ante el avance de la cuarta ola de COVID-19.