Este Granada CF está muy tocado. Ni el cambio en el banquillo ha sido capaz de revertir una situación amasada y fraguada desde hace meses. Esta revolución obrada en el equipo, que ha llevado a prescindir de un proyecto ganador, puede finalizar con el equipo en segunda división, porque los males internos no se solucionan exclusivamente con un cambio de entrenador, puede que esta decisión ayude a conseguir el milagro, pero será sólo eso, un milagro. Así es como opinan hoy mayoritariamente los aficionados granadinistas, que observan cómo la situación posee un difícil arreglo. Muchos de esos salieron el sábado del estadio pensando en segunda división.
Los rojiblancos comenzaron bien el choque, con dos o tres oportunidades claras que no fueron convertidas en gol, bien por errores garrafales de los delanteros rematadores, bien porque el guardameta del Elche CF, Édgar Badía, paró lo imposible en Los Cármenes, un estadio que se le negó hasta en dos temporadas en las que militó en el filial recreativista. Pero a partir de ahí, el cuadro franjiverde demostró ser un equipo ordenado y con la calidad suficiente para sacar adelante los partidos con sólo tener un acierto puntual. El Granada CF de Rubén Torrecilla mostró ambición y ganas, pero tuvo desorden, abusó de los tres centrales y careció de gol, algo que condena a cualquier equipo, mucho más si no es capaz de generar muchas ocasiones.
La decisión del club, por ahora, es seguir confiando en Torrecilla, al menos, hasta el partido de la próxima semana en Mendizorroza ante el CD. Alavés. A partir de ahí, si la cosa no funciona, podemos seguir viendo un rosario de más entrenadores, espero que no para acabar en Toni Adams. Ojalá que los dirigentes de Los Cármenes no ahonden más en este ridículo.