Alberto Núñez Feijóo no ha sido investido presidente del Gobierno en la segunda votación posterior al debate de investidura que se reanudó este viernes en el Congreso de los Diputados. La primera votación se produjo el miércoles 27 de septiembre y con ella, el inicio de la cuenta atrás que establece la Constitución para conseguir investir a un candidato a la presidencia.
En su artículo 99, la Carta Magna concreta que tras la primera votación de un candidato, se abre un plazo de dos meses para que alguien consiga los respaldos necesarios o, si no, el rey disolverá las Cortes Generales y convocará nuevas elecciones con el refrendo del presidente del Congreso que deberían celebrarse en un plazo de 47 días.
Con el calendario en la mano, los dos meses se cumplirían por tanto el lunes 27 de noviembre, y si para entonces nadie ha conseguido los apoyos exigidos para ser investido, finalizaría la XV legislatura, se disolverían las Cortes y habría repetición electoral el 14 de enero.
Por tanto, el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, que ya ha avanzado su intención de optar a una nueva investidura, tiene de plazo esos dos meses para conseguir la mayoría que necesita. Pero para ello, ha de recibir el correspondiente encargo por parte del rey tras una nueva ronda de consultas que debe celebrar Felipe VI con los representantes de los partidos que han obtenido escaños en el Congreso.
El rey tiene que ser quien fije la fecha para la celebración de la nueva ronda de consultas, que de acuerdo con las previsiones del Gobierno en funciones, podría celebrarse el lunes o martes de la semana que viene: el 2 y el 3 de octubre. Después de ella, el Monarca designará previsiblemente al presidente del Gobierno en funciones como candidato para presentarse a la investidura. Pero, ¿qué sucedería si no propusiese a Sánchez?
Una vez fracasada la investidura de Alberto Núñez Feijóo y en caso de que Pedro Sánchez no tuviese los apoyos necesarios o la intención de presentarse a la investidura por no tenerlos, Felipe VI podría dar más tiempo a los partidos políticos para que recabasen sus apoyos. A partir de ahí, se podría dilatar en el tiempo todo lo necesario hasta que los consiguieran, convocando nueva ronda de consultas para conocer las novedades y ver si podría proponerse algún candidato.
En caso de que la situación siguiera igual y llegase el 27 de noviembre sin haber propuesto ningún candidato a la investidura, se disolverían las Cortes y se convocarían nuevas elecciones generales el mismo día: el 14 de enero.