Griezmann da la victoria al Atleti que llegará por delante del Barça a Montjuich
Los rojiblancos llegan terceros, empatados a puntos y con un partido menos al duelo clave ante el Barça de la próxima jornada.
Ya no hay nadie en Europa con una racha de victorias tan larga en casa vigente en la actualidad como el Atlético de Madrid, que encadenó su decimoctavo triunfo ante su público frente al Mallorca sin alardes, sin el brillo de otras noches, al filo del empate y con un testarazo imparable de Griezmann superada la hora de juego (1-0).
La enésima victoria firmada por Griezmann, ya el segundo máximo goleador en solitario de la historia del Atlético, por delante de Adrián Escudero, a la caza de Luis Aragonés -a tres goles-, para agrandar un momento que ya es único en este presente en Europa.
El Atlético es otro equipo, peor, menos desbordante, menos concluyente, insustancial incluso por momentos, cuando decae su ritmo, su intensidad y su agresividad. Es un plus. Es parte de su esencia. Es crucial en el fútbol actual, en cualquier estilo, en cualquier vocación, ofensiva o defensiva. La necesita el equipo de Simeone. No lo tuvo en toda la primera parte.
Ni una sola parada reclamó el Atlético a Rajkovic en todo el primer tiempo. Una secuencia anodina del equipo rojiblanco. Un amago de Morata, otro cabezazo alto del goleador español, un tiro alto de Correa... De ahí no pasó el conjunto madrileño, menor en comparación con otras actuaciones recientes en su inexpugnable Cívitas Metropolitano.
El Mallorca lo tuvo claro desde el principio. Un empate era una maravilla en un escenario de tanta dimensión. Casi como una victoria entre los apuros que sufre en la clasificación y el temor que despierta el Atlético.
El bloque de Javier Aguirre disputó su partido hasta el descanso. No asumió riesgos. No sufrió apenas en el primer acto. Es un logro al nivel que ha jugado últimamente el Atlético ante su gente, del que hoy estuvo lejos. Incluso, por momentos, el equipo balear derivó el duelo al campo contrario hasta el punto de que generó un miedo impensable en la grada local cuando Valjent soltó un cabezazo más que amenazante. Apenas atacó hasta que fue por detrás en el marcador, por primera vez en este curso sin Muriqi, baja por lesión, mucho más que su referencia.
En un minuto y 37 segundos del segundo tiempo, tan solo, ya había forzado más al portero que en toda la primera mitad, en la que la apuesta de nuevo por Griezmann como interior izquierdo, con Morata y Correa en el ataque, no funcionó como esperaba. Si acaso, el argentino, en su imprevisible agitación, era entonces la alteración más visible para los visitantes.
Ya sí fue otro Atlético en la reanudación, mucho más parecido a lo que ha sido casi siempre esta temporada y más allá, desde el Mundial de Qatar en adelante, lanzado a por la victoria con mucha más convicción e intensidad que los 45 minutos precedentes. Morata perdonó la siguiente tras el vértigo que propuso Lino por la banda izquierda para centrar al atacante, que probó otra vez después, desde lejos, con un trallazo al que le faltó más precisión.
La siguiente fue de Correa, con la derecha, en un centro de Azpilicueta. El efecto óptico confundió con el gol a parte del público, que explotó después sin intuirlo; en el minuto 64, en una ocasión mucho menos prometedora, menos clara, tan simple como un centro de Mario Hermoso y un cabezazo fantástico a la escuadra de Griezmann, resolutivo hasta en un partido gris. Es el futbolista más decisivo con diferencia de este Atlético. Ya son 170 goles. A nueve minutos del final, reapareció Memphis, dos meses después.