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Madrid |
La historia del fútbol checo se cuenta en Eurocopas. En una lejana Eurocopa, Panenka le dio a la entonces Checoslovaquia el título de campeón y él muchas más Eurocopas posteriores, los checos han dado la mejor versión de sí mismos.
En la última llegaron a cuartos eliminando a Países Bajos. Y lo hicieron con la misma fórmula que llevarán aprendida a Alemania: juego coral, fuerte defensa y peligro a balón parado.
Con esos ingredientes los checos suelen competir por encima de lo esperado.
Parece demasiado ambicioso, pero los checos vienen compitiendo bien en los últimos años. Dejando a un lado el Mundial -en su historia sólo han disputado uno- los de Silhavy han rendido bien en la fase de clasificación, si bien en un grupo fácil, y han dado problemas a algunas potencias con las que se han enfrentado.
Quizás no aspiren a estar por encima de Portugal, pero con Georgia y Turquía como competidores por el pase a octavos, los checos se agarrarán a cada partido para seguir vivo todo el tiempo que les sea posible.
En una lejana Eurocopa, Panenka le dio a la entonces Checoslovaquia el título de campeón y él muchas más Eurocopas posteriores, los checos han dado la mejor versión de sí mismos.
Ya es un veterano y su experiencia mejora a la selección de Chequia. El centrocampista del West Ham engaña con su físico; el alto y fuerte, pero también maneja bien ambos pies y tiene una llegada que a menudo sorprende a las defensas.
Además, es el líder indiscutible de una selección checa que pretende parecerse a él, disciplinado y sorprendente. Arriba contará con los goles de Patrik Schick, que ha triunfado con el Leverkusen y llegará pleno de confianza.
No es el checo un equipo vertiginoso y sus jugadores no pueden serlo. Los defensas son flojos individualmente, pero compensan sus carencias con orden y acumulación. Pero a la hora de salir al ataque al equipo le falta velocidad para sorprender a la contra; por eso depura tanto las jugadas a balón parado, porque ahí es donde más lucen sus lanzadores y rematadores.