The end
La película terminó, con un inesperado y abrupto final. Menudo drama. Fracaso. Batacazo. Golpe letal. Aún me puede la incredulidad. Trato de analizar, con la mente fría y despejada, lo sucedido. No encuentro explicación. O quizás haya tantas que todas juntas provocan el vahído mental. España se colapsó el peor día posible. The End.
El análisis en caliente de los protagonistas tras la derrota ante Francia no podía ser otro: “No hemos preparado bien el partido. Pensamos que ya habíamos ganado antes de jugar”. Palabras de Juan Carlos Navarro en el Radioestadio después del fiasco. Palabras directas al corazón de ¿quién? ¿Del cuerpo técnico? ¿Al de los Jugadores? ¿Al de la organización? ¿Al de todos? Fueron cuatro días de reposo competitivo del que no supieron despertar a tiempo, y cuando lo intentaron se dieron de bruces con una realidad llamada ansiedad. Y la ansiedad condujo al fracaso.
A buen seguro que estás esperando que empiece la búsqueda de responsables. Somos todos. Sí, me incluyo. Te incluyo a ti también. Euforia desmedida alrededor de un grupo irrepetible de jugadores que ha terminado por ahogarles. No les quito responsabilidad a ellos. No sé qué es primero, si el huevo o la gallina. Euforia salida desde el propio seno de la selección, euforia trasladada al corazón del combinado nacional. Tanto monta, monta tanto. Hemos caído en las redes del optimismo desmedido y lo hemos pagado caro. Hemos pensado que el día 14 ya estaba aquí antes de vivir y superar las interminables horas que conducían hasta él. Tanto hablar de Estados Unidos nos hizo olvidar las paradas que tenía España en el trayecto. En realidad, no aprendimos de errores pasados.
No quisiera tampoco cargar la responsabilidad, no me gusta la palabra culpas, únicamente sobre el seleccionador, Juan Antonio Orenga. Es el foco fácil, la diana sencilla. ¿Erró en algunas decisiones? A buen seguro faltó elaborar o improvisar el plan C o D al marcado inicialmente en la pizarra. Pero ese encerado nos había encandilado días atrás. Entonces, ¿por qué hemos sufrido el mayor descalabro desde 1994, cuando perdimos contra China en el Mundial de Canadá?
Resulta tan sencilla la respuesta, que asusta. Cuatro días de asueto. Cuatro días en los que los cuerpos de los jugadores, se relajaron. Cuatro días en los que hubo momentos personales de enorme carga emocional (Marc Gasol viajó a Barcelona para asistir al nacimiento de su primera hija). En el fondo, distracciones. Distracciones que en el pasado hubieran sido pasadas por alto y superadas. Pero costó dos cuartos, 20 minutos, volverlos a activar; y una vez regresaron al nivel de activación inicial, las circunstancias ya habían cambiado: el marcador decía que perdíamos, por pocos puntos, pero perdíamos; la estadística reflejaba un paupérrimo porcentaje en tiros de tres y una abrumadora superioridad francesa en el rebote; y la cabeza empezó a ir cada vez más deprisa, y los nervios empezaron a atenazar los músculos y Marc, por mucho que lo intentaba, no podía; y Pau arrastraba una lesión; y Francia llevó a cabo su plan impidiendo que el balón llegara a posiciones cercanas al aro; y más nervios, y más tensión. Más tiros errados, se incrementó el miedo en la circulación de balón y las jugadas se convirtieron en un “bota bota mi pelota”. Incredulidad y silencio en las gradas. Y llegó la tragedia. Y el triste final de una generación única.
Somos personas de sangre caliente, siempre me hizo gracia la expresión “latinos”, y queremos culpables sobre los que proyectar la frustración y la rabia. El análisis ha de ser más profundo que un simple lanzamiento de dardos. Mañana viernes hay convocada una rueda de prensa del presidente de la Federación Española. Quizás anuncie la destitución de Juan Antonio Orenga, o quizás no diga nada y deje pasar el tiempo hasta que se enfríe la situación.
Son las 8 de la mañana y tenía previsto ir a ver a Pepu Hernández para charlar con él en Onda Deportiva Madrid. Pensaba analizar las semifinales y recordar lo difícil que es llegar a ser Campeón de Mundo. Caí en el mismo error que todos: no miré al cruzar.
P.D.:“Es el fin. Es el fin, hermosa amiga. Es el fin, mi única amiga, de todos nuestros elaborados planes. El fin, de todo lo que permanece. THE END.”