De Sergio Rodríguez se han dicho muchas cosas, casi todas ciertas si nos referimos a las positivas. Ahora que pienso, nunca he escuchado nada malo de él. O quizá sí y mi memoria haya borrado tal ignominia. No hay motivos para ello aunque algunos entrenadores no supieran entender su magia, su particular visión del baloncesto, imprescindible en los depresivos días que por momentos nos ha tocado vivir en el mundo de la canasta. Igual le entendían pero no supieron canalizar tanto talento. Me encantaría que hubiera una ley escrita, cual Diez Mandamientos, en la que se incluya artículos del estilo: no poner puertas al cielo ni cadenas al viento.
Gracias a los controladores aéreos franceses, lamento decirte que van a ser tema recurrente hasta que regrese a Madrid, varios profesionales relacionados, de una u otra manera, con el baloncesto coincidíamos durante la larga espera en una premisa fundamental: debería fomentarse el juego alegre, vivo, aquel que busca ser mejor que el rival y que pretende mejorar gracias a las virtudes del oponente. El regreso del BALONCESTO. Y para serte sincero, ese es el tipo de partido que espero esta noche en el clásico.
Nada de especulaciones, intensidad defensiva y velocidad. No confundir la velocidad con la precipitación. En citas de esta índole, es fundamental comenzar con buen pie para asentar definitivamente las bases construidas en los meses que llevamos de competición. Autoestima elevada fortalecida con hechos relevantes en un momento crucial. Y eso se consigue a base de canastas fáciles, robos de balón y agresividad. ¿Quién lo conseguirá?
Lo mejor que puede pasar, pensando como espectador, es que ambos equipos logren un inicio de partido acorde a la calidad que atesoran. Pero no siempre sucede. Ir a remolque puede significar una losa muy difícil de levantar. Los dos equipos, con sus estilos tan opuestos como atractivos, comienzan los envites de altura incidiendo en el juego interior. Canastas fáciles que provoquen soltar lastre, llámalo nervios o tensión, y así refrendar la seguridad en sí mismos. Tomic y Bouroussis son, en ese caso, los protagonistas.
Y es aquí donde aparecen nuestros protagonistas en Al Primer Toque. Sergio Rodríguez imprime el cambio de ritmo necesario llegado el último tramo del primer cuarto y principio del segundo, mientras Xavi Pascual se exprime el cerebro pensando en mil y una trampas en las que pueda caer el genio canario. Choque de trenes, de estilos y de formas de ver el baloncesto. Imagina a Víctor Sada cual lapa sobre el “Chacho”, con las ayudas defensivas azulgranas sobre el bloqueo directo obligando a iniciar las jugadas al Real Madrid lo más alejado posible de la zona y, por consiguiente, del aro. Y si así consigue Pascual un mayor número de pérdidas de balón del rival, te puedes hacer una idea de lo que puede suceder después.
Tantas veces visto este partido, 12 en el último año, tantas veces superados los engaños y faroles, tanta tensión acumulada, con más cuentas pendientes que “el Dioni” con la Justicia, que me es imposible realizar un pronóstico. Esta vez, con el clásico a la vista, es el más reservado de los pronósticos reservados. Simplemente disfrutemos de un partido único. Sí, tan repetido como las huelgas de controladores y los retrasos en los vuelos. Te avisé que era tema recurrente. Como el pensar que en la sencillez está la virtud y el camino que conduce a la final. Tantas veces escuchado que no por ello pierde un ápice de veracidad.