Sabino Méndez: "El Estado del Bienestar se preocupa por nuestra salud solo por interés"
Nuestro sabio de guardia, Sabino Méndez, reflexiona sobre el fomento de la buena salud y el egoísmo que subyace tras esta beneficiosa aspiración.
A raíz de la pandemia y de las consecuencias circunstanciales que acarrea se ha reavivado la controversia derivada del fomento de la buena salud individual en pos del bienestar social. Parece que no será posible viajar sin el pasaporte covid y tampoco se podrá acceder al ocio nocturno en lugares como Cataluña sin un test PCR negativo o la prueba de la pauta completa de vacunación. Incluso se habla de que, posiblemente, en un futuro no tan lejano, el disfrute de una buena salud constituirá un incentivo para encontrar trabajo.
Sin embargo, ¿qué se oculta tras esta aparente loable pretensión? ¿El Estado nos cuida o se cuida a sí mismo? Nuestro sabio de guardia, Sabino Méndez, ha reflexionado sobre el fomento de la buena salud y el consecuente egoísmo que subyace tras esta beneficiosa aspiración.
Una sociedad preocupada por la salud
"A partir de 1992 Occidente empezó a incentivar la buena salud mediante campañas antitabaco porque se percató de que las enfermedades derivadas de este tipo de adicciones provocaban unos gastos sanitarios enormes", exponía Méndez apuntando que "no solo por razones morales, sino también económicas, valía la pena incentivar la buena salud".
"Eso significa que el Estado del Bienestar se preocupa por nuestra salud solo por interés", añadía el sabio.
Este ejemplo se ha erigido en la sólida base del argumentario de Sabino que apelaba a la necesidad del egoísmo en pro de la virtud.
Egoismo virtuoso
"Para obtener lo mejor los humanos necesitamos un poquito de egoísmo", ha sostenido Méndez planteando una cuestión ciertamente retórica mediante la que se preguntaba si una sociedad más bondadosa progresaría al mismo ritmo vertiginoso que nuestra sociedad actual.
Además, el sabio explicaba que numerosos comportamientos que consideramos virtuosos parten de un principio egoísta. "Eso nos enfrenta al hecho de que, si queremos un mundo que funcione, debemos admitir que el interés forme parte de nuestras organizaciones sociales", apuntaba al respecto.
En contra de la norma mortal, Sabino no percibía el mal tras este concepto, sino que vislumbraba un sinfín de posibilidades que permitirían el progreso y el bienestar social.
La Inquisición del siglo XXI
"Hay quien sostiene que el mundo moderno empezó a nacer en el momento en el que palabras como pasión o vicio dejaron de estar tan connotadas", explicaba para, a continuación, cuestionarse si este siglo constituirá el renacer del pensamiento barroco, aferrado a la moral y a una visión del mundo más recta y limitada en cuanto a conceptos.
"Las redes sociales tienen sus inquisidores, sus Torquemadas, sus juicios divinos, sus autos de fe", exponía Méndez arguyendo que, dado que todos los movimientos históricos han buscado el bienestar social con mayor o menor acierto "lo importante es que siempre esas oleadas que buscan el interés colectivo no se nos vayan de las manos".
"La buena o mala salud depende también de factores externos y no debemos juzgar por ello a los demás", concluía.