La lucha de Beatriz y Lorenzo contra la COVID persistente y sus más de doscientas secuelas
En 'Por fin no es lunes' hablamos con Beatriz Fernández, ingeniera afectada por COVID persistente desde la primera ola de la pandemia y portavoz colectivo COVID Persistente de Madrid, así como con Lorenzo Armenteros del Olmo, portavoz de la sociedad Española de Médicos Generalistas y de Familia.
Dificultad para respirar, cansancio extremo, dolor muscular, cefalea, trastornos digestivos, dificultad para concentrarse y fallos de memoria… Son solo algunas de las secuelas -de las más de doscientas que se han identificado- de COVID persistente.
¿Qué es el COVID persistente?
"COVID persistente es la condición que ocurre en individuos con antecedentes de infección por SARS-CoV-2, generalmente tres meses después del inicio, con síntomas que duran al menos dos meses y no pueden explicarse con un diagnóstico alternativo".
Esa es la definición que la Organización Mundial de la Salud le ha dado a esta enfermedad derivada el coronavirus y que, según la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), padecen aproximadamente un 15 por ciento de los pacientes adultos contagiados por la Covid-19, y entre un 5 y un 10 por ciento de los niños que han pasado la enfermedad, de acuerdo al último informe epidemiológico de Sanidad. Cifras preocupantes, sobre todo, cuando aun no ha terminado la pandemia y las cifras de contagio siguen siendo muy altas.
Para conocer la dimensión real de este problema en 'Por fin no es lunes' charlamos con Beatriz Fernández, ingeniera afectada por COVID persistente desde la primera ola de la pandemia y portavoz colectivo COVID Persistente de Madrid, así como con Lorenzo Armenteros del Olmo, portavoz de la sociedad Española de Médicos Generalistas y de Familia.
Beatriz Fernandez, afectada por la COVID persistente
Beatriz contrajo la Covid-19 en marzo de 2020, antes del confinamiento. Dice que no sabe exactamente cómo pudo ser, pero que lo más probable es que se contagiara durante una visita al hospital en la que acompañó a su hermano.
"Me contagié, y aunque tuve una fase sintomática bastante leve, con tos y febrícula, esos síntomas nunca se fueron e incluso fueron a más", ha explicado la ingeniera señalando que a los quince días empecé con parestesias, faringitis, sarpullidos y otros síntomas. Así pues, Beatriz, decidió contactar con el 112, pero la caótica situación impidió una respuesta, motivo por el cual hubo de recurrir a su seguro privado del que "afortunadamente" dispone gracias a su trabajo. Sin embargo, no supieron realizar un diagnóstico preciso.
"Me dijeron que los síntomas podían estar asociados a otra infección y, aunque me remitieron a la unidad Post-COVID del Ramón y Cajal, tampoco me dieron solución", ha expuesto.
Fue entonces cuando Beatriz Fernández, junto a otros afectados, decidió levantar la voz. "Organizamos varios colectivos y a comienzos del verano de 2020 fuimos a las autoridades locales, pero hasta otoño no nos atendieron y, en muchos casos, seguimos sin recibir ayuda por parte de las consejerías", ha denunciado la afectada.
La labor de la SEMG
Lorenzo Armenteros y la SEMG fueron los primeros que se prestaron a ayudar a los colectivos de afectados por COVID Persistente, ejerciendo de enlace e investigando.
Según el estudio de la OMS, en el que han participado expertos del Servicio de Neumología del Hospital Universitario de La Princesa, los síntomas de la COVID persistente "pueden ser de nueva aparición después de la recuperación inicial de un episodio agudo de COVID-19 o persistir desde la enfermedad inicial. Los síntomas también pueden fluctuar o recaer con el tiempo", reza la definición de la OMS.
Lorenzo matiza que no hay un perfil específico en las personas que sufren esta condición ya que todo el mundo puede verse afectado. A pesar de ello, sí existe un grupo mayoritario de afectados por la COVID persistente: mujeres de entre 43 y 45 años.
Las reivindicaciones del colectivo COVID Persistente
Beatriz ha manifestado que todavía "hay mucho trabajo por hacer": "Estamos viendo muchas altas laborales de personas que no están para trabajar y tenemos, incluso, personas que han sido despedidas de sus empleos cuando debían estar de baja", ha criticado.
Lo cierto es que, gracias al apoyo de los médicos y de su empresa, Beatriz pudo estar cuatro meses de baja, el tiempo preciso para poder recuperarse en salud. No obstante, en la actualidad todavía tiene parestesias y sufre de recaídas cíclicas. De hecho, ha explicado que "una vez al mes tengo una especie de proceso gripal".
Afortunadamente su caso es "favorable", pero la ingeniera ha querido incidir en que "hay mucha gente que lo está pasando muy mal". Ella ejerce como voz de los afectados, de todo tipo, que sufren COVID persistente. "Es agotador psicológicamente", ha concluido.