Vuelven los robots vivientes, ahora autorreplicantes y con memoria
En Por fin no es lunes, en Divulga que algo queda nuestro divulgador científico, Mario Viciosa, nos descubre el mundo de los robots vivientes. Además, nos resuelve la duda de la semana: ¿Por qué nacen más niños que niñas?
Como cada domingo Mario Viciosa nos acerca en Divulga que algo queda al mundo de la ciencia. Hoy nos cuenta la historia de dos biólogos y dos científicos robóticos que hace dos años se aliaron para programar un puñado de células madre, insuflarles una nueva vida y diseñarles unas instrucciones a medida en lenguaje binario. ¿Qué salió de ahí? ¿Robots vivientes? ¿Organismos? La verdad es que apenas eran unos pequeños bloques microscópicos que se movían por una placa de laboratorio como si de comecocos se tratase. Pero esta semana han presentado su última versión. Y han aprendido a autorreplicarse.
¿Entramos en la era de los robots vivientes? La respuesta es no. Estamos muy lejos de algo así. Pero sí que entramos en la era de las máquinas vivas, de los biobots. Partimos, por lo tanto, de que estos biobots son en realidad máquinas vivas diseñadas en un superordenador de la Universidad de Vermont. Luego, se hicieron realidad, se ensamblaron y probaron por biólogos en la Universidad de Tufts (también en EE.UU.). Un algoritmo ensambla una y otra vez cientos de células simuladas, no reales, probando innumerables formas para intentar que estas máquinas cumplan una tarea asignada por los investigadores: moverse en una dirección concreta.
Una vez tuvieron el modelo afinado, en 2019 empezaron a usar células vivas. Estos robots fueron creados con células madre de embriones de rana Xenopus. Por eso los bautizaron como xenobots, allá a primeros de 2020. Esas células de renacuajo, ensambladas de determinada forma que había determinado el ordenador, de repente empezaron a hacer cosas para las que no habían sido programadas en la naturaleza. El equipo científico empezó a darles órdenes. Por ejemplo, ir en una dirección o realizar pequeñas cargas. Todo esto, en placas de Petri. La cosa es que tenía una vida de una semana. Tras ella, se convierten en células muertas. Ahora, en 2021, la nueva versión tiene nuevas cualidades: pueden realizar tareas más complejas, como perseguir a otras células. Y gracias a ello, reproducirse.
Los xenobots y la medicina regenerativa
Estos xenobots han aprendido a fabricarse "mini-yos". Pueden perseguir células que se comen o fagocitan como si de comecocos se tratase. Una vez dentro, su maquinaria se pone en marcha para ensamblar varias de esas células tragadas de la misma manera que lo harían los microingenieros con los xenobots originales. Y una vez las han armado, las liberan al medio. Con el añadido de que pueden autorrepararse.
¿Esto puede aplicarse a la medicina regenerativa? Es una de sus aplicaciones más prometedoras. Estos xenobots pueden servir de modelo de estudio. Estos xenobots pueden construir su propio plan corporal a medida que las células crecen y maduran, y luego repararse y restaurarse si se dañan. No pueden decir lo mismo sus compañeros de metal y plástico. La curación es un proceso natural característico de los organismos vivos y eso lo llevan incorporados estos xenobots. En concreto, una herida típica la curan en 5 minutos, según pudieron ver. Además, lo que ha incorporado esta versión 2.0 de los xenobots es un paso relevante para la inteligencia: la memoria.
En Por fin no es lunes Mario Viciosa además resuelve la duda de la semana, una pregunta que seguro te has hecho más de una vez. ¿Por qué nacen más niños que niñas? ¿Quieres saber la respuesta?