Un atajo... de mentidero, apocherado, verdadísimo y trileroso
Uno de esos de nada por aquí, nada por allá, pero de frente y con total sinceridad te la pegan doblada.
M-E-N-T-I-R. Mentir: decir deliberadamente lo contrario de lo que se sabe, se cree o se piensa que es verdad con el fin de engañar a alguien; faltar a la verdad; engañar. Dar gato por liebre. La mentira se opone a la veracidad o sinceridad. No es lo mismo verdad que veracidad: veraz es la persona que dice aquello que ella cree que es verdad, aunque realmente lo que enuncia no sea verdad.
Así es. No miente quien no dice la verdad, sino quien dice aquello que no cree que sea verdad. Pinocho mentía, Pedro mentía, la abuelita mentía: no estaba sola, quería algo de parranda. Con la "m" de mentira y la "m" de matices; ¿se dan cuenta? -¡Cuán alto, Sabino!- ¿Será cosa de mi nuevo olfato o es que la verdad es la verdad y la mentira siempre tiene matices?
La diferencia entre mentir y engañar, decir las cosas a medias, ocultar, no desvelar u omitir... los hablantes aprenden a chantajear, a amenazar, a blofear, a engatusar, a desorientar, y así sucesivamente. Esto es, a desplegar conductas que obviamente no vamos a encontrar en el reino de los seres que no disponen de un mensaje suficientemente articulado o desarrollado. Bienvenidos a los juegos del engaño.
Algo mucho más filosófico como apunta Alejandro Tomasini: se puede mentir sin intención de engañar. -¡Acabáramos!- Digamos que engañar es mucho más básico que mentir: la mentira necesita de herramientas mucho más sofisticadas, una construcción más genuina. Para que la mentira haga su efecto debe haber un mentido, una engañada, pero es tan enrevesado que hasta podemos categorizar a los que se dejan engañar o hasta los que se pasan una mentira por cumplir con la disciplina de partido, afinidad por comunidad o por el qué dirán.