Historias del Valle Sin Retorno: Tribuna Cubierta / Main Dugout
Atención pregunta: si a Mickey le abduce un marciano, se lo lleva a su planeta y luego le devuelve a la Tierra, ¿cómo puede hacer Mickey para comprobar que le han dejado en Estados Unidos? Muy sencillo. Mickey debe arrojarle un balón a otro niño. Si el chaval lo coge con las manos, está en Estados Unidos y, si lo para con el pecho y se lo lleva a los pies, a Mickey le han dejado en cualquier otro país del mundo.
Esta ocurrencia se le pasa por la cabeza al Cóndor, que ha traído a su nieto a ver jugar a David Villa al Yankee Stadium. El único inconveniente de este método infalible, remata en sus pensamientos el padre de Kathy, es que Mickey va a tener que darse prisa porque el asunto está cambiando a ritmo de vértigo. En diez años, el soccer se merienda con patatas al fútbol americano y al béisbol. Los niños de la América del Norte, Mickey incluido, han descubierto que, mucho mejor que estar esperando, eternamente y con un guante que te viene grande, a una bola que nunca llega; o mejor que recibir cabezazos con un casco que te entrecorta la respiración, es correr, no importa además mucho en qué espacio, con unos amigos que, encima, de vez en cuando se dignan a pasarte la pelota.
El New York City soccer team, en uai sí, tiene solo dos años de vida y ya cuenta con decenas de miles de seguidores que semana a semana van llenando cada vez más el estadio. El Cóndor ha sacado buenas entradas. Tribuna cubierta, main dugout, por 44 dólares. En uai sí, en uai sí. Hay ambientazo. Nueva York contra Chicago. De momento cero a cero y el capitán de los yanquis, David Villa, que se sale. Él solito es todo el equipo. Ataca, defiende y se hace autopases en la media que, por estos pagos, todavía no han descubierto ni que existe. Aquí siguen aplicando la estrategia del fútbol americano, patadón y pase adelante, acostumbrados a que sólo juegue uno: el quarterback. Pero va a cambiar. Para eso se han traído a José Manuel Lara a entrenar a la cantera. Que sí, que hay niños latinos, por supuesto. Pero no te creas tú que el futuro del fútbol en Estados Unidos está basado en los latinos. Está basado en el propio fútbol, que le gusta a todo el mundo.
A los latinos y, también, a los descendientes de emigrantes europeos, africanos y asiáticos. El último mundial lo ha cambiado todo y por eso este curso, en el colegio de Mickey, el entrenador de béisbol se las ha visto y deseado para formar equipo; cuando hace tan sólo dos temporadas tenía que dejar a muchos aspirantes fuera. A Lara, que estuvo entrenando a los pequeños del Rayo y luego durante cuatro años a los del Madrid, le acaba de fichar el Manchester para su filial norteamericana. Así que por las tardes entrena en Westchester y por las mañanas se chupa en Astoria academia de inglés, para aprender el idioma en el que se expresan la mayoría de sus pequeños jugadores.
Yankee Stadium. El Bronx, Nueva York. Capacidad: 54.000 espectadores. Media entrada. La banda del equipo sopla con fuerza sus instrumentos de viento y cuela sus notas entre los gritos de los vendedores de cerveza y chocolate caliente. 5 grados a la sombra. Mickey disfruta como un loco del partido. Su abuelo se ofrece a comprarle unos chicken nuggets, pero el niño no puede tragar más. Ya le advirtió el Cóndor, cuando le recogió en casa para pasar el fin de semana juntos, que iban a comerse la ciudad. Que lo mejor de Nueva York eran sus restaurantes y que se trataba de un viaje gastronómico. De momento, para que te hagas una idea, hoy han almorzado dos veces: a las once en China town y a la una en Little Italy.
Segundo tiempo. El portero de Chicago se deshace del chute cruzado de Villa. Pirlo corre menos que un piojo en alquitrán y el público pide que salga Poku. Poku, Poku… Gran parte de la afición al fútbol se la debe este país a las soccer moms. Las madres del fúbtol que, abnegadas, han llevado, traído y apoyado a sus hijitos en todos y cada uno de los partidos de la liga infantil. Por eso en el graderío del Yankee Stadium, a parte del habitual hincha enconado que pone a parir al árbitro, “referee you´re a bitch!,”se escuchan comentarios elegantes como el de la mujer que se sienta detrás de los Donahue y que le grita así al defensa que acaba de meterle los tacos al stricker español: “Stop pushing from behind! That´s no nice! / ¡Deja de empujar por detrás! ¡Eso no se hace!”
El Cóndor observa a su nieto brincar en el asiento y le sonríe en un intento de sobrellevar la pena que ambos comparten. Él, la pérdida de una hija; Mickey, la ausencia de una madre. Y entonces se acuerda del lema que preside los Archivos Históricos de Washington: el pasado es sólo un prólogo. Y luego piensa en el ofrecimiento que ha hecho su yerno, House Hulio, de invitar a toda la familia a hacer el camino de Santiago este verano. “¿Para encontrarnos a nosotros mismos?” le preguntó con cierta ironía el Cóndor. “No” le repuso José Julio, “para que podamos comprobar que no nos hemos perdido.”