Ángel Palacios, de 51 años, estudió cocina, aunque en un inicio no trabajó como cocinero, sino que durante 18 años fue profesor de sala y de cafetería en la Escuela de Hostelería de La Rioja. "La cocina la tenía como ese sueño que no podía realizar", recuerda ahora.
Sin embargo, cuando se quedó ciego, tuvo la oportunidad de hacerse cocinero y ahora lidera el proyecto 'Cocinar a Ciegas' de la ONCE, un grupo de cocineros -"el mejor equipo de cocina del mundo"- con base en Logroño, que pretenden demostrar por toda España que la gastronomía es asequible para cualquiera. "Creemos mucho en el poder de las asociaciones y los grupos", dice Ángel sobre la ayuda que proporcionan a otras asociaciones para que también puedan empezar a cocinar a ciegas.
"La receta que menos me gusta en la cocina es la desidia", bromea mientras admite que le cuesta mucho hacer recetas con brasas por lo complicado que es controlar los puntos. Lo bueno de 'Cocinar a Ciegas' es el fomento del trabajo en equipo para implementar lo que uno no puede hacer, con lo que otro hace.
Por su parte, Rosalía Samaniego tiene 78 años y, por la edad, tiene un problema de visión por el que únicamente distingue si es de día o de noche. "Desde que voy a clases de cocina me he quitado muchos miedos porque Ángel nos da muchos trucos para que la cocina sea segura", cuenta.
Ángel insiste mucho en sus clases sobre el uso del horno, "uno de los electrodomésticos más seguros para nosotros", cuenta él. Además, con el horno se pueden cocinar muchas cosas sin tener que freír, que es lo más complicado. Por ejemplo, al hacer albóndigas, Rosalía explica que pone el horno a 180º y, después de 5 o 10 minutos, las toca un poco y, "si ruedan, es que ya están hechas".