Las casettes, las hueveras, el molinillo de café, las enciclopedias, las postales, las canicas, el bonobús, las páginas amarillas, el teletexto... Son muchas las cosas que han cambiado desde que éramos jóvenes y muchos objetos que han entrado en desuso. Otros, sin embargo, han resurgido en los últimos años por las modas 'vintage', como las cámaras analógicas o los vinilos.
Algunas cosas "primitivas", como hacer pan, yogures o álbumes de fotos, tuvieron su auge durante el confinamiento por la pandemia del Covid y ahora "han quedado como modernas".
Ángel Antonio Herrera asegura que él sigue enviando postales como recuerdo de los lugares a los que viaja. Sin embargo, echa de menos al periódico en papel, algo que ya ni los domingos se lee.
También relacionado con el papel, Ángel Antonio recuerda cómo gracias a las páginas amarillas pudo entrevistar a Vicente Aleixandre.
Por aquel entonces, se sentía "desesperado en mis inicios en la escritura, cuando quería conquistar Madrid" y desde la buhardilla en la que vivía en la calle Mayor, cogió las páginas amarillas para llamar a la casa de Aleixandre y hablar con él. "Ese ha sido uno de mis grandes logros literarios", admite.
Otra de las cosas que han desaparecido es el Círculo de Lectores, que vendían libros a domicilio a quienes eran socios. "Fue el precedente en papel del comercio electrónico y las librerías virtuales a través de Internet", dice Ángel Antonio.
María Pozo fue vendedora del Círculo de Lectores durante 17 años de su vida. Su trabajo consistía en ir por las casas con la revista donde aparecían los libros más nuevos para que los clientes se abonasen.
"A los años, ya conocías a los clientes y sabías qué libro y género gustaba a cada cliente", recuerda María sobre su buena experiencia trabajando. Con el tiempo, no sólo vendían libros, sino también enciclopedias y hasta cosméticos.