De las primeras cosas que me propongo hacer en este desprecintado lunes es defender la “poligamia” y el “poliamor”. Así como suena.
Porque los flechazos a toda velocidad que nos ha clavado Carlitos Alcaraz en los últimos 14 meses, tienen hueco suficiente para codearse con las saetas antiguas que lleva Rafa Nadal repartiendo entre millones de españoles. Es más, lo de anoche en Nueva York nos ha de servir para ilusionarnos con el murciano y para darle aún más brillo a la senda de copas y noches memorables que nos ha dedicado el tenista de Manacor.
Podemos y debemos contraer compromiso de devoción con ambos. Sin exclusiones. La cohabitación es sana, aunque los políticos la demonicen.
La segunda cosa que deseo es poner el foco en la importancia del equipo y más en una disciplina individual como el tenis. Porque Ferrero tiene parte de lo conquistado anoche por Alcaraz. Porque a los 13 años Juan Carlos vio algo especial y se tiró a cincelar ese talento emergente. Renunció a trabajos más remunerados y con más oropel. Pero prefirió esculpir y ahora está viendo que su “David” tiene muy buena pinta.
Y así, como último reclamo mañanero, Alsina, mensaje al aire para los más pipiolos de la audiencia y para sus madres y padres: fomentemos el asunto de los sueños. Ensanchemos la cosa onírica. Es recomendable volar, proyectar, imaginar. Porque hay veces que el trabajo y el talento y la constancia se alinean para colocarte en un firmamento… a ras de tierra. ¡¡Viva el Rey Carlos!! El Rey Carlos I de El Palmar. Proclamado queda…