OPINIÓN

Sergio del Molino: "Para los extremos izquierda, Trump sería un Nerón incendiario que acabaría desde dentro con el mal americano"

No hay que preocuparse mucho todavía, porque, si llevo bien la cuenta, la victoria de Donald Trump sería sólo la ruptura del tercer sello, y el apocalipsis dice que los muertos no salen de sus tumbas hasta que se rompe el séptimo. Nos quedan, pues, cuatro sellos, así que aún nos da tiempo a fundirnos la caja de las pensiones y a tener dos o tres elecciones más en España antes de que la cosa se ponga fea de veras.

ondacero.es

Madrid | 08.11.2016 08:22

El primer sello fue el Brexit. El segundo, los colombianos diciendo que quieren más guerra, y el tercero lo esperan algunos esta noche, según dice mi vecina la bruja, que no se le escapa un sello. A Trump no le hace falta ganar para que el mundo cruja. Si saca un buen resultado y se acerca un poco a Hillary, la onda expansiva se notará en las provincias más alejadas del imperio, como esta en la que vivimos. Y nos daremos cuenta del triunfo porque no faltarán palmeros que saldrán a celebrarlo con confeti y matasuegras, en plan danza de la muerte.

Confíen en mí, que me paso el día chapoteando en las cuadras de las redes sociales, y estoy cansado de ver a extremos izquierda y extremos derecha rezar con el mismo fervor por el advenimiento del mesías del tupé. Los extremos izquierda citan a Lenin y gritan aquello de cuanto peor, mejor. Trump sería para ellos un Nerón incendiario que acabaría desde dentro con el mal americano. Los extremos derecha, simplemente, jalean a su corredor.

Es curioso que ambos extremos se soben y compadreen tantas veces en España. Esto se debe a que el espectro político es circular y la extrema derecha queda al lado de la izquierda, a la distancia de un saltito. Los demás observamos desde el sillón, divertidos. No hay razón para alarmarse, que quedan cuatro sellos por gastar y esto es como el carné por puntos, ya los recuperaremos con un cursillo de educación vial. También tendremos tiempo de citar a George Orwell, cuando escribió aquello de: "O vivimos todos en un mundo decente, o nadie vive en él". Pero aún no estamos ahí.