Madrid | 27.09.2021 07:32
Si fuese solo una cuestión de didáctica o cultural, como él dice, lo de Escrivá sería una revolución a largo plazo. La cultura de una sociedad no se cambia por decreto ni por la voluntad de un Gobierno. Por lo tanto, si el ministro quiere esa baza, la plantea por pura necesidad. Y la necesidad en las pensiones se mide por los más de 18.000 millones de déficit anual del sistema que debe asumir el Estado. Y entendida así la sugerencia de Escrivá, hay que hacerle un ruego: sea usted más claro, señor ministro.
No se entiende eso de trabajar más de los 55 a los 75. ¿Es más intensidad, más horas semanales o más años en activo? ¿Es una propuesta para que se aproveche mejor la experiencia de los mayores? ¿Es una llamada a que no tengan tantas dificultades en el mercado laboral las personas que llegan a esa edad y ahora mismo son marginadas? ¿O está proponiendo retrasar la jubilación hasta los 75? Me temo que mucha gente entienda esto último, con lo cual ha sembrado la semilla del miedo.
Dejo para otro día el impacto entre los jóvenes, porque, aunque el señor Escrivá se preocupa de advertir que no afectaría al empleo juvenil, ese miedo está ahí, tal como denunció Íñigo Errejón. Pero eso hoy no toca todavía. Lo que toca, a mi juicio, es explicar qué se pretende; qué hay exactamente en la cabeza de José Luis Escrivá y del Gobierno. Porque, si se trata de abrir el debate del gran retraso en la jubilación, hay que decirlo con más transparencia y claridad.