Madrid | 01.10.2021 07:53 (Publicado 01.10.2021 07:50)
Cuando se hace un cónclave, como le llamas, un cónclave tan largo, pueden pasar cosas. Lo que mucho dura más oportunidades da al riesgo. Riesgo que parece cómico: viene el Sarkozy que acabas de citar, y las meigas judiciales, que las hay, al día siguiente lo condenan por corrupción. Las meigas, Alsina. Parece una maldición. Y después, lo de Ayuso y el Papa, que se coló.
Pero tú me preguntas qué me parece la convención. Primero, original: nunca se había hecho nada así. Segundo, viajera, como corresponde a la trashumancia. Tercero, facilona, porque se hace en territorios conquistados. No le vendría mal un paso por Euskadi o Cataluña, que no sé si se puede gobernar España sin mayor representación en y de esas comunidades. Cuarto, muy de Casado presidente-presidente y el miedo al cuento de la piel del oso. Y quinto, que hemos visto mucho Casado libertador de las fauces de la Anti-España, muchos planos de Moncloa, muchas ansias de ganar, mucho poeta-profeta de esa victoria, pero no la alternativa concreta más allá de los principios, a la política económica, a la gestión catalana o al escudo social.
Se trabajó en todo eso, dicen que hay cienes de medidas preparadas, pero no sabemos cuáles. A lo mejor lo dejan para Valencia, y el éxito será que en Valencia veamos un lleno apoteósico, se oigan vaticinios victoriosos y, como es plaza de toros, veinte orejas, doce rabos, gritos de torero y Casado a hombros de un enardecido personal. De eso va la Convención.