Madrid | 01.03.2023 10:10
Me parece irresistible el indulto de Marco Antonio Navarro Tacoronte, cuyos apellidos y nombre, Marco Antonio Navarro Tacoronte, aloja tanta sonoridad y tantas matrices como los delitos por los que lo han condenado los tribunales.
Falsificación de documentos públicos; robo con fuerza en las cosas; robo con violencia e intimidación; falsificación de documento público, oficial o mercantil; abandono de familia; estafa; y conducción sin permiso de conducir.
El historial demuestra que Tacoronte no tiene demasiado miedo a la cárcel ni a la reincidencia, pero sí faculta una extraordinaria versatilidad para desempeñar un papel esencial en la trama de corruptelas que había diseñado el tito Berni.
A Tacoronte se le conocía como El mediador. Y no en la acepción positiva del adjetivo, sino en la más oscura. Comisionista. Conseguidor. Y extorsionador, pues su archivo de Whattasps, vídeos y mensajes le convierten en un aprendiz isleño de Villarejo o de Torrente.
El facha rojo lo llaman en alusión a su camaelonismo. Porque su única bandera es el dinero, se jacta de decir. Y de recaudar, casi siempre como facilitador de las drogas, las putas y las relaciones empresariales en que se desempeñaba el imperio lúdico-impúdico-púbico del tito Berni.
Me fascina la entrevista que le hizo hace unos días el diario Canarias 7 a Tacoronte. No tanto por la primera primera pregunta, ¿se considera un corrupto?, sino por una respuesta que mantiene en vilo al Partido Socialista.
“No sería la palabra exacta... me considero una persona contaminada, porque llamarme a mí mismo corrupto, sería de idiotas”.