¿Qué tipo de música es la 'muzak'?
Marina Hervás nos explica en 'Más de uno' todas esas cosas de la música que no sabemos.
Ahora que ya ha pasado el Black Friday, el Cyber Monday... y ahora que ya nos empezamos a agobiar todos con las compras navideñas, hay gran cantidad de música que suena en las tiendas.
Alguien debería prohibir esa tortura, es verdad. Pero a lo que yo me refiero es a la música que suena en las tiendas durante todo el año... Y ése es el temazo de hoy, porque esta música tiene nombre: ¡MUZAK! Sí, muzak, como suena, con Z.
De dónde sale el término 'Muzak'
Pues el nombre de este palabro viene de una empresa homónima que surgió en EEUU en los años 30 del siglo pasado. ¿A qué se dedicaba esta empresa? Bueno, pues el objetivo de Muzak S. A. (o Muzak Entertainment) era evitar que la gente pasara miedo en los antiguos ascensores, que crujían un montón y desvelaban el sonido de las poleas (aún hoy, en algunos pisos con ascensores antiguos, se escuchan mucho sus engranajes). ¿Cómo esconder ese ruido? Pues con música. Por si acaso alguien se lía con esto de "Muzak", podemos llamarlo también "música de fondo". Son de esas cosas que, cuando sabes que existen, dices: ¡Claro, pero cómo no!
O sea que lo de "música de ascensor", que es una expresión que se usa todavía hoy, es la música de esta empresa, de "Muzak". Fueron los que se dieron cuenta de lo útil que era escuchar música en los ascensores, sí. Bueno, ya sabes, Begoña, que a mí me gusta daros un poco de contexto histórico…
La figura de Erik Satie
Erik Satie fue uno de los que más jugó con esta idea. De hecho, le debemos a él la idea de "música de mobiliario": quería que fuese una música que no exigiera concentración ni silencio.
Y Satie se movió bien en este tipo de composiciones.
Pero tengo que decir que esto de la "música de fondo", ya en el contexto del Muzak, es de todo menos inocente.
La "música de fondo" es de todo menos inocente
Esto aparentemente era una solución para facilitar a la gente usar el ascensor, que era algo muy nuevo aún en la década de 1930. Pero, pero... y aquí viene el lado oscuro... Esta música trascendió, salió del ascensor y se convirtió pronto en un mecanismo para modificar pautas de trabajo y de consumo.
La música de las tiendas
Claro, es que la relación es muy sencilla de ver, y por eso ataron cabos muy rápido: si la música podía hacer que gente miedosa dejara de sentir miedo al subir a un ascensor, lo que se demostraba es que la música podía afectar a nuestros estados de ánimo. Y de esta manera el muzak se metió en otros ámbitos.
Por ejemplo en qué ámbitos, dónde vieron que era útil poner esta música de fondo para modificar nuestro ánimo y nuestra conducta, al fin y al cabo.
Pues por ejemplo, se pensó que debía ser utilísima para el mundo laboral. Porque en esta década que nos encontramos, la de los 30, una parte importante del trabajo era mecánico y repetitivo, sobre todo en el ámbito de las fábricas, así que la música podía ayudar en los ritmos de trabajo. El éxito del Muzak, ya no solo como empresa sino como fenómeno de música de fondo, es lo que provocó que radios tan prestigiosas e influyentes como la BBC implantaran programas con música sin parar que se llamaban simplemente, "música mientras trabajas". Más explícito, imposible.
Poco a poco se fue viendo que, si se ponía música que tuviese una secuencia planificada y, en concreto, de una música menos estimulante a una más estimulante, los trabajadores de las fábricas eran más eficientes. Tiene sentido: Al principio estamos más motivados y, poco a poco, desciende nuestro ánimo sobre la tarea…
Pero en el caso de la música que suena al menos en algunas tiendas, es una música perfectamente reconocible. Muchas veces reconocemos en el hilo musical los éxitos del momento. Esto tiene dos objetivos: por un lado, hacer que nuestro cerebro se relaje aún más, pues no tiene que hacer el esfuerzo de reconocer estructuras nuevas. Y por otro, modificar nuestro estado de ánimo, porque las canciones que ya conocemos las asociamos a una emoción predeterminada (o a un conjunto estrecho de ellas) y pueden dirigir nuestra acción. No siempre estos éxitos suenan tal y como los conocemos, sino que se "muzakizan": se cambia su instrumentación para que no tengan tanta presencia. Quizá algo así te suene de las consultas del dentista:
Que sea una versión instrumental tiene sentido: Jane Jarvis, que fue una de las arreglistas y posteriores productoras de Muzak hasta 1978, decía que "en el momento en el que usas la palabra, se exige pensamiento contemplativo y la gente empieza a tener opiniones"... Con estos éxitos era importante que no nos distrajera del objetivo principal, que podía ser, por ejemplo, comprar. Por eso hay arreglos de canciones muy conocidas pero adaptadas al estilo de muzak, es decir con un ritmo estable –para no ponernos nerviosos ni relajarnos demasiado– y con el suficiente volumen como para que solo quepa un tarareo. Fíjate como sonaba el "Nel blu dipinto di blu" de Domenico Domugno en un disco de muzak para centros comerciales de 1974:
O sea, que lo importante es que sean canciones reconocibles, pero no tanto como para distraernos. Que nos hagan sentir cómodas… que nos creen una sensación de intimidad.
Porque si reconocemos las canciones, nuestro mundo privado se cuela en el público: entendemos los lugares de consumo como espacios similares al “hogar”, porque la música aporta ese carácter de intimidad que decías. Y esto se desarrolló sobre todo en los años 70, de manera explícita, para los trabajos asociados a las mujeres. Por ejemplo: si las limpiadoras entendían la fábrica como un lugar hogareño, lo limpiarían mejor. La música fue clave en esa transformación del espacio de trabajo. De ahí que, cada vez más, el Muzak optase por música conocida y éxitos pop frente a la impersonalidad del repertorio anterior.
Simplificándolo un poco, si los lugares de trabajo nos recuerdan a casa, ¿por qué salir de ella?
Pues es justo eso lo que se planteaban en ese momento los centros comerciales: como defiende Josep Martí, la música de estos sitios suele tener un tono festivo. De ese modo, lo que podría ser una lata (ir a un sitio con mucha gente a gastar dinero) se empieza a ver como algo divertido y no nos importa dejar la comodidad de los hogares para ir a un sitio a pasárnoslo, según promete el márquetin, mucho mejor.
¿Reconoces la canción? Esta es una versión de Muzak SA para Delta Airlines... Precisamente, la presencia de la música en los centros comerciales o en aeropuertos ha convertido al sonido en un elemento casi arquitectónico, porque caracterizan el espacio. Si lo pensamos bien, si fuésemos a un centro comercial y no sonase música o una música muy invasiva, probablemente pensemos que algo está estropeado o que no funciona como debería. Le tenemos miedo al silencio. Asimismo, identificamos cierto estatus y servicios: Te pongo un ejemplo, Begoña… ¿esperaríamos escuchar en un restaurante caro música de reggaetón? (…) ¿Esperaríamos escuchar en un restaurante de comida cara música “clásica”? (…) Si decimos que no, es porque entendemos que el reggaeton y la música clásica no pertenecen a las clases o el tipo de personas que irían a uno u otro restaurante. Esto es evidente en las tiendas de ropa pensadas para gente joven y en aquellas otras que esperan una clientela más mayor o con más dinero: la música cambia y, con ella, nuestro acercamiento a las tiendas. Entendemos que unas tiendas o restaurantes son adecuados para nosotros (nuestro nivel de vida, etc.), entre otras cosas, por la música que suena.
Es que hay tiendas de ropa en las que entras y, por la música que suena, en lugar de comprarte unos pantalones de dan ganas de ir a pedirte una bebida a la barra.
Pues lo que te decía de esa función de convertir en una "fiesta" el hecho de consumir.