Bach, el "barrocazo": La retórica y la música para emocionar
Esta semana Marina Hervás dedica su primera sección sobre Bach a analizar los rasgos típicos del barroco que caracterizan a las piezas musicales de este compositor.
Un elemento muy característico del barroco en pintura, arquitectura o escultura es recurrir a los trampantojos, o sea, hacer que las cosas parezcan lo que no son, jugar con la perspectiva del espectador, por ejemplo, para dar la impresión de que las cosas son más grandes de lo que son en realidad.
El compositor Johann Sebastian Bach, por supuesto, también se apuntó a eso. Su instrumento principal era el órgano, aunque también tocaba la viola da gamba, el clavecín y el violín.
El órgano es un instrumento que permite, como el piano -al tener muchas teclas para todos nuestros dedos-, hacer la melodía y el acompañamiento a la vez. De hecho, en el órgano se toca el acompañamiento también con los pies. Pues eso mismo lo lleva al violín, que, en principio, solo puede tocar una melodía.
En esta Sonata n. 1 para violín -interpretada por Shunske Sato- el violín se hace el bajo y la melodía para parecer que hay más de un violín a la vez.
La retórica y la música para emocionar
Otra gran característica que tiene el barroco y que se puede relacionar con Bach es el uso del teatro. El teatro, en música, más allá de la ópera, está conectado con algo que está en el fondo de lo que ya comentamos hace dos semanas, en la última sección: ¿recordáis que hablamos sobre "trucos"que se usan en música que nos transmiten (culturalmente) tristeza? Pues aquí está de nuevo: la retórica.
Conocemos la retórica desde antiguo. Ya sabéis: no se trata sólo del qué se dice, sino del cómo se dice. Pues bien, esto lo entendieron rapidito los músicos también. Al menos desde el Renacimiento, la retórica musical se volvió central, pues ya no solo se trataba de que la música entretuviera, sirviera para contar historias o nos conectara con Dios.
La música tenía que "mover afectos", tenía que emocionar, sugestionar y seducir. Y esto no se podía hacer de cualquier manera: se escribieron muchísimos tratados en donde se establecían recursos musicales que representaran ideas, elementos extramusicales, etc.
Imitar musicalmente al lenguaje
Algunos recursos retóricos consisten en imitar, musicalmente, al propio lenguaje. Es decir, imitar cómo hablamos. Por ejemplo, se ve en el comienzo de La Pasión según San Juan, por ejemplo, presenta una exclamatio, que en este caso es una llamada al señor (¡Señor, señor! / ¡Tu gloria reina en todos los pueblos!). Por eso, escucharemos la exclamación “Herr!”, “Herr!”, que es señor en alemán.
Otra situación que nos plantea Bach es, por ejemplo, cuando –en La Pasión según San Mateo– Jesús anticipa que alguno de los apóstoles le va a engañar. Organiza un coral representando la estupefacción de los apóstoles, que se preguntan “Señor, ¿seré yo?” como si lo hicieran por lo bajini. Es como cuando, en el colegio, preguntaban quién había hecho alguna gamberrada y nos preguntábamos susurrando quién podría estar detrás: ¿quién habrá sido? Pues aquí igual.
Este recurso de repetición se llama paronomasia. Además, las frases cortas nos refuerzan la ansiedad apostólica… Y aunque veáis a Bach tan seriote, también se sabe reír, ¿eh?
¿Cómo representa la risa?
Bach, sin embargo, también tiene un lado más burbujeante. Un ejemplo de ello se ve en un aria de la cantata Zerreisset, zersprenget, zertrümmert die Gruft BWV 205, que es profana, o sea, no es de nada religioso.
Escuchamos a Eolo, que es el dios malo que controla los vientos (el bueno es Céfiro), amenaza con traer tormenta a las festividades de Atenea en agosto. Y, como es malo malísimo, encima se ríe del desastre que puede provocar… y dice: “¡Qué ganas tengo de reírme a carcajadas/cuando todo se desmadre/Cuando ni la roca esté a salvo y los tejados se agrieten…/¡Quiero reírme a carcajadas!”…
Hasta aquí hemos visto recursos de imitación lingüística. Pero también Bach representa, con la palabra, situaciones. Un ejemplo está en La Pasión según San Mateo.
Hay un momento en el que, después de la traición de Judas, Bach nos presenta la llamada a que se “abra el abismo”. Imaginaos una gran tormenta, un terremoto… lo que queráis… El texto dice “¿Han desaparecido /los rayos (Blitze) y truenos de las nubes?/¡Oh, infierno, /abre tu abismo de fuego,/destroza, derriba, /devora, aniquila /con súbita cólera /al pérfido traidor, /al monstruo asesino!”.
Escucharemos un “tutututu” de fondo que es como si la tierra se estuviera moviendo, como en un terremoto, como si se abriera. El coro canta el texto y remarca ese “golpe” en el cielo que suponen los rayos, estos “Blitze”. El coro, además, canta con palabras muy cortas, para imitar la lluvia, la violencia…
Expresar sentimientos a través de los instrumentos
Sin embargo, no solo en lo vocal encontramos el uso de la retórica, también en lo instrumental. Por ejemplo, en su Librito de órgano, Bach elabora corales luteranos, y lo que hace es ampliar su significado enriqueciéndolos con recursos retóricos.
Esto, como siempre, se entiende mejor con un ejemplo. Cuando tenemos que dar una noticia alegre, en general hablamos más fuerte y agudo. La música también tiene su forma de expresar la alegría, claro.
En el canto “In dir ist Freude” BWV 615, es decir, “En ti está la alegría”: la alegría (que nos daría Dios) se representa con melodías ascendentes (que, en retórica, apuntad, se llaman anabasis) pues dirigimos “hacia arriba” esa emoción. Venga, venirse arriba con el Bach más luterano y sentíos como si estuvierais, no sé, en la catedral de Naumburgo:
Cuando tenemos prisa, hablamos mucho más rápido. También los ascensos melódicos pueden referirse a lo ligero, a lo volátil, a lo fugaz… Por eso, en la Cantata BWV 26, que va sobre lo rápido que pasa la vida (que es un tema eterno), nos llena el comienzo con melodías que suenan así.
Ante una noticia seria o grave, la entonación es descendente. Si la alegría era hacia arriba, también tenemos su opuesto para lo grave: los descensos melódicos, que suelen simbolizar el descenso a la tierra, a los infiernos, el hundimiento. Por ejemplo, así representa Bach la “caída” de Adán.
La firma musical de Bach
Antes de acabar esta primera entrega sobre Bach, quería hablaros de su firma musical, con un sonido que le caracterizaba, pues en la música se firma con notras.
Mientras que en español se dice “do, re mi, fa...”, en el mundo anglosajón y germano se nombran las notas con letras: A para el la, B para el si (bemol), C para el do, D para el re, E para el mi…. Así que el nombre de BACH se traduce, musicalmente, por SI(bemol)-LA-DO-SI (natural).
Bach, por ejemplo, firma y luego se compone una fuga para él solito sobre su firma. Así acaba, de hecho, El arte de la fuga…