El test de estrés de Montoro
Les voy a decir una cosa.
Para test de estrés, el que ha pasado hoy Montoro. Al consejo de ministros no ha llevado unos Presupuestos del Estado, sino varios. Escenarios distintos para que el presidente, entre el clavel y la rosa, escoja.
La tarea del ministro que lleva las cuentas públicas consiste, al final, en que salga la cuenta. La suma final, que en este caso es resta, es lo único que estaba decidido desde el principio: la diferencia entre lo que el Estado gasta y lo que ingresa tiene que ser, el año próximo, de no más de cuarenta mil millones de euros. Cuando decimos que el objetivo de déficit público para el año que viene es del 4,5 % (el tope máximo) estamos diciendo esto: el PIB de nuestro país es de alrededor de un billón de euros. El 4,5 % de un billón serían cuarenta y cinco mil. Ése es el máximo desfase admitido para el conjunto de las administraciones públicas. Para la administración central, que es a la que corresponden las cuentas que hace el gobierno, ese desajuste máximo autorizado para el año que viene es del 3,8 % del PIB, es decir, 38.000 millones de euros, digamos, para tener un numero más sencillo en la cabeza, 40.000. Y para no perdernos esta noche entre tantos ceros, quedémonos con ese número, 40.
Sabiendo, por tanto, que el año que viene el Estado ingresará menos de lo que gasta, lo más que se nos permite es desviarnos 40. Eso significa que, que si vamos a ingresar 150, podemos gastar hasta 190. Pero si vamos a ingresar 125, pues no podremos gastar más de 165. Hacer los Presupuestos del Estado consiste en ir decidiendo qué teclas, de todas las posibles, vas tocando para que al final te salga esa cuenta. Tu primera decisión, como gobierno, será si prefieres gastar menos o recaudar más, es decir, si recortas gasto público (tocando el sueldo de tus empleados, o las prestaciones sociales, o lo que dedicas a la Cultura, o a hacer carreteras) o subes impuestos para meter más dinero en la caja. Con todas las fórmulas intermedias posibles: subo un poco impuestos y así recorto un poco menos, o recorto un poco más y así subo un poco menos.
Y a partir de ahí, vienen todas las demás decisiones: si queremos ingresar más, ¿qué hacemos, subir el IRPF otra vez, inventar impuestos nuevos, eliminar deducciones de los que hay ahora? Y si queremos recortar tanto, ¿vamos arañando tacita a tacita de las partidas de los ministerios, le aplicamos un tijeretazo a todo, revisamos las pensiones, pagamos menos a los parados? La frase favorita de los jefes en general y los jefes de gobierno en particular en días como el de hoy, cuando hay que tomar decisiones, es “dame opciones”. Esto es lo que el jefe le dice a su director financiero: cuéntame qué alternativas tenemos.
Y a esto han dedicado el día Montoro, como jefe de departamento, y Rajoy, que además de presidente es vicepresidente económico y quien toma, por tanto, las últimas decisiones. Porque aunque esto consista en hacer sumas y restas, matemáticas, las decisiones son políticas: es el presidente quien decide, entre los distintos escenarios que se le plantean, cuál la parece mejor, o más seguro, o menos malo. Los gobiernos prefieren decir “más justo y más equitativo”. Todas las decisiones son políticas. Nunca es verdad eso de “no teníamos otra opción”. Las opciones se le presentan y el presidente, entre ellas, escoge. ¿Esto hay que dejarlo siempre para el último día? Hombre, obligación no hay pero...¡esto es España!
Lo primero que ha dicho esta tarde la vicepresidenta es que esta vez el ajuste incide más en el gasto que en los ingresos, que traducido significa que nos han apretado tanto con las subidas de impuestos este año, que han preferido no insistir mucho en esa línea. Aunque subidas hay e impuestos nuevos también.
Veamos qué teclas son las que Rajoy, de entre todas las posibles, ha escogido tocar para alcanzar el año que viene una recaudación de 125.000 millones de euros y gastar 165.000 millones (de los que casi cuarenta mil son para financiar comunidades y ayuntamientos).
Sube lo que toca tributar por las plusvalías, incluídas las que uno obtenga por la venta de una casa y se crea unhttp://www.ondacero.es/noticias/gobierno-aprueba-plan-ayudas-compra-coches_2012092700219.html|||el nuevo plan renove que pone en marcha el mes que viene el gobierno para estimular la compra de coches, que anda muy de capa caída. Lo han llamado plan PIVE, Plan Industrial del Vehículo Ecológico, y aunque se presenta como un estímulo para jubilar vehículos antiguos (de doce o más años) y rejuvenecer el parque automovilístico, es lo que siempre son estos planes, una forma de subvencionar (incentivar) el mercado.
¿Es seguro que con estas medidas se recaudarán 125.000 millones? No, es una previsión, depende de cómo vaya la economía patria y la del resto de Europa. ¿Y es seguro que sólo gastaremos esos 165.000 millones? Tampoco. Hay partidas que sólo pueden preverse, por ejemplo, el coste del desempleo, que está en función del número de parados que tengamos y del número de esos parados que vayan agotando la prestación; por ejemplo, los intereses que pagamos por la deuda -la que ya es la segunda partida más abultada de gasto-, porque depende del precio al que se vayan colocando las emisiones del Tesoro.
A esta hora, empezar a medir reacciones.
Cómo se ha recibido.
La impresión que ha causado en tres actores: los inversores, nuestros socios europeos y las agencias de calificación de riesgos.
De estos tres, dos van a ser la clave del cuándo pidamos finalmente el rescate al tercero, que son nuestros socios del eurogrupo: los inversores y las agencias de calificación.
La respuesta la empezaremos a tener mañana. En cuanto abran los mercados.