‘Rajoy no le ha cantado a Merkel el “Killing me softly"’
Les voy a decir una cosa.
La última vez que Rajoy y Merkel se vieron casi a solas fue en Chicago, cuando la cumbre aquella de la OTAN y el paseíto en barco, ¿se acuerdan? Ahí los medios de comunicación españoles estuvimos torpes porque se nos fue la mano con el azúcar a la hora de narrar cómo había sido el encuentro. Leyendo las crónicas de la prensa española, faltaban en ese barco Julie, el capitán Stubin e Isaac preparando cócteles.
Convertimos casi casi en caricatura de una novela rosa lo que luego se supo que había sido una conversación un poco cruda, sin rodeos y sin eufemismos, entre la jefa del gobierno alemán y la jefa del gobierno español. Hasta el punto de que fue de aquella excursión fluvial de donde salieron tres decisiones que luego tomó Rajoy: acelerar el relevo de Miguel Ángel Fernández Ordóñez en el Banco de España, encargar a auditores independientes un examen de nuestros bancos y solicitar a la eurozona el crédito blando para apuntalar los bancos en peor situación, el llamado rescate bancario de hasta cien mil millones de euros. Hubo que esperar algunos días antes de ir pudiendo completar un relato fiel de todo lo que en aquella reunión había pasado. Es posible que, en esta ocasión, hoy que la señora Merkel ha echado unas horas en el Palacio de la Moncloa, tengamos que esperar también unos días para saber si hubo algo más que lo se ha contado. Es verdad que se vio sonreír más a Rajoy que a Merkel, pero también que la canciller es poco dada a la sonrisa. El presidente no le ha cantado a la alemana el “Killing me softly” (“Suavemente me matas”) cuando la recibió a la puerta del palacio de la Moncloa, pero no cabe descartar que tuviera puesta la canción en el despacho, así como quien no quiere la cosa, por si la señora tenía a bien captar la indirecta. Porque el gobierno español está mimando su relación con el gobierno alemán pero emitiendo, a la vez, señales suficientes de la insatisfacción, digamos, que le aqueja, porque es sabido que Rajoy esperaba un poco más de ayuda alemana para resolver nuestros problemas de financiación. En los dos últimos meses la canciller ha estado más receptiva en ese sentido, pero jugando siempre al “sí en teoría pero aún no, en la práctica”. Hoy ha vuelto a decir que sí, que estamos haciendo lo que nos toca, que la política económica del gobierno cuenta con su aliento y sus bendiciones, pero sin bajar la arena ni terminar de mojarse respecto de las condiciones en que debería hacerse la compra de bonos españoles por parte del Banco Central Europeo o del fondo de rescate que tiene habilitado ya la zona euro. La rueda de prensa conjunta de Merkel y Rajoy esta tarde ha dado para poco más: ella se ha declarado “impresionada” por la intensidad de las reformas en España y él ha evitado manifestarle lo impresionado que está por la falta de sensibilidad de que Berlín está haciendo gala. “Hablemos más unos con otros y no unos de otros”, ha dicho Merkel cuando le han preguntado por la antipatía creciente que se percibe hacia su país en el resto de Europa. Aunque ambos, Rajoy y Merkel, han estado muy serios toda la rueda de prensa (cara de palo), la versión de Moncloa dice que hay una gran satisfacción en los dos gobiernos por el grado de entendimiento, de sintonía, que han constatado. ¿Y entonces, qué? ¿Significa eso que los problemas de financiación del Estado español (la primera urgencia que seguimos teniendo) van a quedar erradicados? Pues no de momento. Porque ahí lo importante no era lo que dijera la señora Merkel sino lo que tuviera que decir hoy el Banco Central Europeo. Obviamente, el gobierno alemán sabía de sobra lo que iba a explicar Mario Draghi en su comparecencia de la hora de comer, y el gobierno español, si no lo sabía, sí lo sospechaba. Lo primero que hizo Draghi, que sólo de pascuas a Ramos dice algo que deje al personal de piedra, fue redifundir su mensaje de estas últimas semanas, que dice: “por supuesto que el euro es irreversible, por supuesto que voy a hacer cuanto sea necesario para sostener la moneda única, por supuesto que está en mis planes comprar bonos españoles para bajar los precios”. Y lo segundo que ha hecho es no decir ni cuándo piensa realizar esas compras ni, sobre todo, qué tendrá que hacer el gobierno de España a modo de contrapartida por mejorar sus condiciones financieras. Draghi ha recordado que el primer paso no lo tiene que dar el Banco Central, sino el gobierno del país que ande ahogado en términos financieros: es Rajoy quien tiene que pedir ayuda. Dices: pero si lleva nueves meses pidiendo a todas horas que el BCE intervenga. Ya, pero lo tiene que pedir formalmente, for the record, para que conste en acta. Bueno, pues que lo pida formalmente, ¿qué problema hay? Ah, pues que una vez que formalizas la petición en un papel te pasa eso de “no desees mucho algo no vaya a ser que lo consigas”. El destinatario de la petición, que sería la eurozona, respondería con un “de acuerdo, pero”, atendemos la solicitud pero aquí tienes lo que te va a costar, es decir, las condiciones de ayudarte. Y ahí ya te las tienes que comer, porque has sido tú el que ha pedido el dinero. Éste es el juego, que puede parecer pueril pero es la clave del momento en que estamos, en que andan los gobiernos europeos y los gobernadores de los bancos centrales. España dice que primero le cuenten las condiciones y luego, si le interesan, pide la ayuda. Draghi dice que primero pidamos la ayuda y luego ya se irá concretando. Al final, sea la semana siguiente, o la siguiente o la otra, acabará llegando la petición, la compra masiva de bonos a cargo del BCE y de la eurozona, el fondo de rescate, y, naturalmente, las condiciones. Dices: ¿pero qué más condiciones nos van a poner, si hemos subido el IVA, recortado el sueldo a los funcionarios y aumentado la tributación de los autónomos sin necesidad de que nos lo exigieran por escrito? Pues todo es especulativo, pero cabe mirar a Portugal, o a Grecia, para saber qué otras medidas les obligaron a tomar: reducción de prestaciones y de la plantilla de empleados públicos. A Rajoy le han preguntado hoy los periodistas si piensa pedir el rescate, ahora que Draghi ha recordado que el primer paso es ése, y si Merkel le ha sugerido nuevas reformas. A ambas cosas ha dicho “no”,
Rajoy no descarta nada. Visto lo visto, qué vas a descartar. No hay decisiones tomadas y tampoco ha habido sugerencias de su colega, la señora alemana. O eso dice la versión oficial. En realidad, sólo Merkel y Rajoy saben, en realidad, lo que hoy se han contado. Ellos dos y el intérprete, claro.
Votos a favor de comprar deuda, todos menos uno, el del Weidmann.
Si no les puede convencer, confúndalos.
El presidente de los empresarios alemanes. Pasar de las palabras a los hechos.
Hablar más con los otros y no de los otros.
Draghi reservón. Aplicándole el descodificador.
Que sí que sí, pero con condiciones. Siempre las condiciones.
Eurogrupo de mediados de octubre. Y consejo europeo.
El euro no va a caer.
Comprar, comprará. Para eliminar distorsiones.
Rajoy no tiene ninguna novedad. No descarta pedir que se compre deuda. Claro. ¿A cambio de?
Más reuniones por la tarde.
¿Mercados?