Monólogo de Alsina: "Llegan a estrecharse más Merkel y Rajoy y desbancan a Preysler y Vargas Llosa"
Uno mira las fotos y tiene la impresión de que este hombre lleva caminando, sin parar, desde que empezó el verano. Lee la música de “El puente sobre el río Kwai”, pintas una raya blanca en el suelo, y te invade la nostalgia. Mariano Rajoy. Al presidente le gusta caminar. Ejercita el cuerpo y despeja la mente, como él mismo tiene dicho.
Echo a andar en Ribadumia y ha llegado hasta Alemania. Ahí está, en las páginas de los diarios, hoy, de caminata con la señora Merkel en Brandeburgo, junto a un lago. Los gobernantes, en verano, son como las películas de alto presupuesto: se graban en exteriores. Estrechando lazos, dicen las crónicas. Hombre, “estrechados”Merkel y Rajoy ya estaban. Si los estrechan más desbancan a Preysler y Vargas Llosa en las páginas del Hola.
La pareja conservadora más afianzada de Europa, de caminata. ¿Y hablando de qué? Más allá de la cosa estética del vaquero y las playeras habrá que atender, ¿verdad?, al fondo.
Y el fondo —-o uno de los fondos, porque abordaron unos cuantos asuntos— es lo más urgente que ahora mismo tiene sobre la mesa Europa. Que no es Artur Mas, aunque al presidente catalán pueda sorprenderle, y ni siquiera es Tsipras, aunque el griego siga siendo uno de las incógnitas europeas de estos próximos días. La urgencia que tiene Europa, especialmente la frontera este de la Unión Europea, es la atención a los refugiados. La asistencia a los que han llegado y la forma de disuadir, si es que existe alguna forma, a quienes impulsados por el boca a boca se plantean, en sus países de origen, emprender la ruta de los Balcanes en el empeño por alcanzar Alemania. Lo volvió a decir ayer la señora Merkel: es la crisis de refugiados, y no Grecia, y no el euro, lo que va a tener ocupados a los gobiernos europeos este otoño.
Alemania viene pidiendo a los demás gobiernos europeos que arrimen el hombro desde hace más de un año. No es nueva ni la reclamación ni la queja. En septiembre de 2014 envió una carta a la comisión europea (a la comisaria Malmstrom, ¿se acuerdan?, la señora aquella que le daba cera al gobierno de España por Ceuta y Melilla y a la que Fernández Díaz retaba a visitar ella misma la valla). En aquella carta ya decía Merkel esto mismo que dice ahora: si en Europa somos solidarios con lo refugiados tendremos que serlo todos. Pidió un reparto de refugiados por países más equitativo y aún está esperando, a que los demás gobiernos (empezando por el nuestro, el de España) le tome la palabra.
Es curioso, ¿no?, para ser la autoritaria señora que impone sus caprichos al resto de Europa (que ésta es la caricatura que de ella ha ello sobre todo la izquierda española) en el asunto éste de los refugiados viene pinchando en hueso. Y en este asunto su alumno ejemplar, España, le ha salido rana.
Hoy sabremos si la canciller, caminata de por medio, le ha doblado la mano a Rajoy en esto. Alemania espera ochocientos mil refugiados en este año. España se ha ofrecido a acoger 1.300. Dice el gobierno de Rajoy que aquí no caben más y que teniendo frontera terrestre con África no podemos alimentar la expectativa de conseguir ni asilo ni papeles. Hoy sabremos si Rajoy se ha hecho el estrecho de entrada para poder aflojar la mano ahora, concederle a Merkel algo de lo que pide y a cambio de qué. Tú me ayudas con los refugiados y yo le suelto amablemente a este señor, ¿cómo dices que se llama, Artur Mas?, un sartenazo.
A diez días de la diada catalana, Ada Colau ha caído en la cuenta de que la manifestación del 11 de septiembre tiene un cierto sesgo independentista. Oye, no hay como ser alcaldesa de Barcelona para que se le dispare a una la perspicacia. ¿Cómo lo habrá notado? Persuadida Colau de que la manifa es una herramienta de propaganda del matrimonio Mas-Junqueras ha anunciado que ella se baja, que no acudirá porque su cargo institucional lo desaconseja. Después de todo es la alcaldesa de todos los barceloneses, oiga, por eso desahució el busto de don Juan Carlos sin pedirle opinión siquiera al resto de los grupos del ayuntamiento, por ejemplo.
La alcaldesa institucional se quita de enmedio. Sin ánimo de rebajarle relevancia a la decisión, Artur Mas lleva haciendo esto mismo desde hace años. Él nunca va a la manifestación, aunque implícitamente la encabeza. Es como la lista simbiótica que ha fabricado con Junqueras, la lidera sin aparecer en cabeza. Táctica Mas, hacer suyo lo que aparentemente organizan otros.
Entre las genialidades del día está ésta de Josep Rull, número dos de Mas en Convergencia: “La Guardia Civil se llevó en el registro del viernes documentos de estrategia política e ideológica sobre cómo enfocar las elecciones del día 27”. Que los devuelvan, dice, que los devuelvan. No vaya a ser que salga a la luz qué pretende conseguir Convergencia con el enfoque que le ha dado a estas elecciones. Secreto secretísimo. Sólo llevan un año a todas horas con la matraca.