Monólogo de Alsina: ¿Le pedirá Rajoy a Tsipras que tome nota de su gestión?
En el poco tiempo libre que le deja su nueva ocupación de presidente ejecutivo del Partido Popular, Mariano Rajoy vuelve hoy a Bruselas en su otra condición de jefe del gobierno de España. La gran noticia política de ayer fue que Rajoy asumió la dirección del partido que lleva dirigiendo los últimos once años. La de hoy podría ser que al cruzarse con Alexis Tsipras en Bruselas le dijera, versionando a Juncal, “toma nota, Chipras, toma nota”.
En el serial interminable del rescate griego —que es el préstamo que entrará e vigor el mes que viene— los protagonistas de la trama trataron de dar ayer un giro argumental que mantuviera alto el interés de la audiencia. “Juego de tronos” ha hecho mucho daño a la política contemporánea —y perdón por invadir competencias de Pablo Iglesias—-, mucho más que “House of cards” o que “Moncloa dígame” (que fue otro serial que hizo mucho daño por lo malo que era). “Juego de tronos” ha acostumbrado al personal a golpes de efecto formidables en los que pasa lo que nadie creía que pudiera pasar, ruedan cabezas al por mayor y se cortan cuellos a mansalva. El giro imprevisto: agarra al espectador por salva sea la parte y no lo sueltes hasta el final de temporada.
El Eurogrupo, nombre poco inspirado que reúne a los ministros de economía de los países del euro —-el nuestro, Luis de Guindos—-, levantó ayer su reunión más temprano de lo que se esperaba y comunicó al personal que, contra pronóstico, no había huevo que enseñar —con perdón para los señores ministros—. Fumata negra, música de intriga y tensión y títulos de crédito. Hasta el capítulo siguiente, que es el que se emite esta tarde, otra vez en Bruselas. Los ministros del euro han apretado un poco más a Varoufakis —subir impuestos les parece muy bien, pero prefieren pájaro en mano, más recortes, más ajuste y más austeridad de esa que, según Syriza, se había acabado— y dejan el desenlace final, el apretón final (tengan los aseos a mano) para que sean los jefes de gobierno los que escenifiquen —probablemente ya mañana— el capítulo final de temporada: la salvación de Europa y la incorporación dichosa de Alexis Tsipras a la familia de jefes de gobierno corrientes que reculan en algunas de sus promesas electorales argumentando que no queda más remedio y que hay que anteponer los intereses del país a los de su partido. Todos se mostrarán satisfechos por haberlo logrado: Merkel porque su doctrina del ajuste quedará ratificada, Tsipras porque podrá aliviar (renegociacion de la deuda mediante) la carga financiera del estado griego sin renunciar al rescate de las familias en situación más apurada y Rajoy, el presidente del PP, porque rentabilizará políticamente la idea de que España es el ejemplo de que la austeridad y las reformas surten efecto.
Rajoy ya ha empezado a cultivar ese discurso. La economía griega creció a un ritmo del 0,8 % del PIB en 2014, el último año de gobierno de Samarás. En el primer trimestre de este 2015, victoria de Syriza y revisión de los compromisos adquiridos para el rescate, esa misma economía, subraya Rajoy, ha bajado su ritmo a la mitad: un 0,4 en el crecimiento anual y en negativo en la comparación con el trimestre anterior. “Esto es lo que se consigue cambiando de política y cuestionando lo que se había hecho”, va a repetir el presidente del PP estos próximos días. Fue Rajoy el jefe de gobierno que primero pronunció en público el martes las dos palabras que más escuecen a Syriza, marcha atrás, y no lo hizo, seguro, pensando sólo en Tsipras (que no le cae simpático, y es recíproco) sino también en Podemos.
Mientras Tsipras y Varoufakis negociaban con los socios europeos nuevos recortes para prorrogar el crédito financiero y alegaban que a una economía de encefalograma plano más ajustes pueden darle la puntilla, De Guindos y Rajoy sacaban pecho en España del ritmo cada vez mayor al que crece la economía nacional: un 4 % en la comparación con el año pasado, casi un punto en el segundo trimestre. Tras ellos, el gobernador del Banco de España secundado la tesis: el ritmo de crecimiento es sólido aunque (los gobernadores siempre cultivan la adversativa) debe tenerse en cuenta que el precio de petróleo ha ayudado mucho y es un factor que podría cambiar de aquí a unos meses. Los indicadores económicos (o macreoeconómicos) son los que son, como diría el propio presidente (así es el PIB y así se lo hemos contado), de manera que podrá personarse Rajoy ante sus colegas de la Unión Europea reivindicándose a sí mismo como ejemplo y diciéndole a Tsipras —-toma nota, Chipras, versionando a Juncal—- que termine de bajarse del burro y entre por el aro como hizo él mismo. Hacer morder el polvo al gobernante griego es una tentación demasiado grande para que Rajoy se resista a intentarlo, pero no está en el ánimo de los gobiernos europeos ensañarse con nadie porque es la sociedad griega, conviene no olvidarlo, quien escogió a Tsipras para llevar las riendas del país sabiendo cuál era su actitud, su discurso y la animadversión hacia la política europea que desprendía.
El crecimiento de la economía española le servirá, además, a Rajoy de argumento para presentar como fruto de su gestión los gastos en que se va a meter el gobierno para ganarse a colectivos diversos. Tú sigue recortando, Tsipras, que yo ya puedo permitirme poner en marcha el bombo de los premios. El bombo del gasto público ya está girando en el comité de campaña del PP y en su sede principal, que es el propio Palacio de la Moncloa. Los niños de San Ildefonso de Rajoy se llaman Montoro, el contable jefe, y Moragas, nuevo vicepresidente político que disimula su cargo con la modesta tarjeta de director de campaña. De la mochila de Moragas van a salir pañuelos de colores, palomas mensajeras, abracadabra, no un conejo blanco, sino un legión conejera. Ocúpate, Montoro, de ver cómo se paga.
Hacienda prepara incentivos electorales diversos para colectivos sociales diversos. Familias con escasos recursos, autónomos y, naturalmente, funcionarios. Los funcionarios. El guiño de Montoro del que hablamos ayer y que está decidido que se haga. El secretario de Estado Ayllón hizo ayer un homenaje a Marujita Díaz poniendo los ojos chiribitas cuando le preguntaron por el paquete regalo para los funcionarios —-primera noticia, qué me está usted contando—-. Medio gobierno se declaró pasmado ayer porque no tenía ni idea de que una operación como ésa estuviera en marcha. No cunda el pánico. Que medio gobierno esté a por uvas, que el secretario de Estado Ayllón, o la vicepresidencia del gobierno estén fuera de juego, no significa que la operación no esté en marcha. Significa sólo que el gobierno anda fracturado en bandos y sin interés especial en poner en común aquello en que cada uno anda. Claro que habrá oferta de restitución a los funcionarios, y claro que la noticia de que la habrá ha salido de un despacho del gobierno. En concreto, del recién creado ministerio de los guiños.