Monólogo de Alsina: "Gürtel, primera temporada"
Tarda, pero llega. Siete años y medio después de las primeras detenciones, nueve desde la primera denuncia y diecisiete años después de que empezaran a producirse los hechos, la Gúrtel llega a juicio. Gúrtel, primera temporada, el despertar de la delincuencia. Es tan enorme la lista de actividades corruptas (presuntamente) de este pelotón de expoliadores —-la pandilla basura—- que los jueces de instrucción que se han ido tomando el relevo en el desenterramiento de las pruebas ocultas o evadidas, tuvieron que ordenar el trabajo por años, como los historiadores: Gurtel, primera época.
No hay impunidad. El tribunal de la Audiencia Nacional se abre hoy de par en par para recibir a la comitiva de procesados. Si llegaran todos juntos llenarían un autobús. Y se lo quedarían, aunque no fuera suyo. Treinta y siete gurtelianos entre corruptores y corrompidos, totum revolutum. Al frente de la cabalgata pestilente, el hombre que da nombre al caso, al juicio y a la trama: Correa. En alemán, Gurtel. El tipo con buen ojo para los negocios siempre que los negocios estuvieran amañados: nada como conocer, y tener contentos, a tus amigos del partido que gobierna ayuntamientos, autonomías, que gobierna España, para hacerte con contratos públicos. Si el que decide cobra de ti, cómo no va a considerar la tuya la mejor oferta posible.
Correa, Crespo, Izquierdo, Pérez. Y Bárcenas, Sanchís, Sepúlveda, Ortega. Los que iban de exitosos empresarios y lo que iban de íntegros políticos. Intercambiando favores e intercambiando sobres. Yo te consigo el contrato, tú me pagas un porcentaje. Una parte para mí, una parte para el partido. La historia de siempre. Pero a lo bestia. De aquí a diciembre desfilarán por el estrado los procesados y los testigos (media directiva del PP de Aznar está convocada para dar testimonio). Un tutorial de la corrupción política.
El segundo de los grandes juicios de la temporada de otoño. El primero, que es el de las tarjetas-jetas de Caja Madrid, se sigue celebrando en otra planta de ese mismo edificio. Plato fuerte para hoy, Rodrigo Rato. El ex presidente de la entidad, ex ministro y ex tantas cosas, responde a las preguntas de las partes. Él sostiene que el sistema no lo inventó él (cosa que es cierta, pero que no anula la responsabilidad por mantenerlo) y que la tarjeta-surtidor (dále a la máquina de gastar sin el menor remordimiento) era una forma de salario. Salario de libre disposición: el titular de la tarjeta decide cuánto de más quiere cobrar ese mes en forma de billetes de avión, estancias en hoteles o gastos varios. Yo me pongo mi propio variable y me lo gasto. No me diga que no es un chollo.
Tarda, pero llega. Los casos más sonados de corrupción política terminan ante un tribunal y con altos cargos que se creían por encima del bien y del mal convertidos en una sombra de lo que fueron. María Antonia Munar, la princesa de Mallorca, confesó ayer ante el jurado popular que recibió un soborno de cuatro millones de euros del empresario Sanahúja a cambio de adjudicarle un solar.
De serlo todo, manejarlo todo y cobrar por todo en Mallorca a declararse, entre sollozos, ante el tribunal muerta política, económica y socialmente.
¿Y el Tiempo entre costuras del PSOE, cómo avanza el serial del otoño?
Poco se sabe de la conversación que mantuvieron ayer el nuevo encargao del PSOE, el interino Javier Fernández, y el presidente del gobierno que está en funciones desde hace diez meses, el interino Mariano Rajoy. Poco se sabe porque debió de dar para poco. Rajoy debió de decirle a Fernández "enhorabuena" y Fernández debió de responderle "lo mismo digo".
A nadie se le escapa que es Rajoy quien tiene en su mano que haya terceras elecciones: le basta con renunciar a ser propuesto porque no hay candidato alternativo posible. Con el PSOE descabezado, sólo sería posible investir a Sleepy Hollow, y aún así haría falta meter en la ecuación a Podemos y a los independentistas.
Ni Rajoy le confirmó a Fernández que vaya a postularse como candidato, otra vez, a la investidura, ni el otro le confirmó al uno que su partido vaya a abstenerse.
La decisión sobre qué votar si Rajoy vuelve a intentarlo se deja para el sábado de la semana que viene en otro comité federal, más templado. El presidente de la gestora socialista no llegó a anticipar que será eso, abstención, lo que él mismo defienda pero sí apuntó maneras de estar dispuesto a hacerlo: abstenerse no es lo mismo que apoyar y lo peor que nos puede pasar ahora mismo son unas elecciones.
La Razón adelanta esta mañana que Fernández quiere llegar al próximo comité federal con mayoría para aprobar una abstención con condiciones claras: una legislatura corta y con reformas de las leyes más combatidas por los socialistas en la legislatura anterior a la anterior. La idea que ayer lanzó en este programa el manchego Barreda, someter la decisión del comité a consulta de la militancia como hizo Sánchez con el pacto de Ciudadanos, ni se afirma ni se descarta: es una opción y como tal habrá de ser valorada.
A los vencedores de la guerra socialista no se les escapa que Sánchez sigue teniendo voz y predicamento entre buena parte de los afiliados. Mantiene su escaño, hoy mismo se le espera en el Congreso, y no ha garantizado que vaya a acatar lo que el comité federal decida, la famosa disciplina de voto. A rió revuelto, la aspirante a desbancar a Iceta del liderazgo del PSC, Nuria Parlón, se apunta al carro del "no y no y no y requete no" y reclama que, antes de abstenerse para que gobierne Rajoy, los diputados del PSC en el grupo socialista rompan la disciplina y voten en contra. La "disciplina de voto", como ya hemos explicado alguna vez, es una cosa que se han inventado los partidos para tener uniformados a sus diputados y poder decidir por ellos. No sólo no existe en la norma parlamentaria sino que es contraria a la libertad irrenunciable con que cada parlamentario ha de tomar sus decisiones en conciencia. Entiéndase, por tanto, que lo que la señora Parlón propone no es que cada diputado del PSC vote lo que considere oportuno, sino que se sometan a la disciplina de voto del PSC y no a la disciplina de voto del PSOE. La disciplina le parece correcta si es para votar lo que ella defiende. Si es para votar otra cosa, que se rompa.
Y a río revuelto, Podemos sigue agitando el fantasma de la caída de gobernantes autonómicos socialistas. Rompieron con García Page en Castilla La Mancha y dijeron romper (no se sabe qué) con Fernández Vara en Extremadura. A pesar de lo cual, obviamente, Page sigue siendo presidente y Vara también. Ahora Echenique quiere meterle miedo a Lambán por predicar contra el pacto —no reconocido— que Sánchez, presuntamente, tenía apalabrado con Iglesias y el independentismo catalán. "Habrá consecuencias", dice Echenique, como quien amenaza al pecador con los insorportables calores del infierno. En realidad, y salvo que Podemos esté dispuesto a darle el gobierno de Aragón al PP, ganador de las elecciones, no parece que el sillón de Lambán esté en peligro. El discurso va por un lado y la capacidad de poner y quitar presidentes va por otro.