Monólogo de Alsina: "Sánchez quiere empitonar a Del Pino"
Carlos Alsina reflexiona en 'Más de uno' sobre los dos asuntos pendientes que arrastra el Gobierno de Pedro Sánchez: la marcha de Ferrovial de España y la reforma de la ley del 'sólo sí es sí' que ha dividido al Ejecutivo.
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Madrid | 11.04.2023 08:47
¿A qué político no le han interrumpido alguna vez un mitin para cantarle las cuarenta? Ignoro si los adiestradores de oradores mitineros les entrenan sobre qué hacer cuando te ocurre esto que le pasó ayer al presidente del Gobierno en su visita evangelizadora a Segovia. Estaba el hombre iniciando un sartenazo a García Gallardo (Vox, el del latido) por cuestionar el cambio climático cuando le voceó una chica cuestionándole el cambio de postura sobre el Sáhara.
Así es como suena el incidente captado por el micrófono que tenía Sánchez. Y así es como suena captado por el móvil de los que le interrumpieron.
El presidente doliéndose de no poder hablar
Estos que vocean se hacen llamar Frente Obrero y tienen ya unas cuantas de éstas. En Valencia le montaron una parecida a Yolanda Díaz. Esto de interrumpir a quien está predicando ya les he dicho alguna vez que me parece poco respetuoso, hacia quien predica y hacia quienes han ido allí a escucharle (se llame Pedro, se llame Irene, se llame Mariano). El público acostumbra a reaccionar increpando al que interrumpe e instándole a que se largue a casa. Hay oradores, como Irene Montero, que invitan a quien protesta a que suba al escenario y diga lo que quiera. Y hay oradores, como Sánchez, que da por escuchado todo lo que tuvieran que decir (en dos segundos) y pregunta, dolido, si ahora ya va a poder hablar él. Que esto igual es lo más irónico, y perfectamente anecdótico, de este sucedido de ayer: escuchar al presidente doliéndose de no poder hablar. ¡Él! Que otra cosa no, pero homilías coloca más que los presentadores de programas de radio matinales. Que ya es decir.
El afán de los del Frente Bronquero éste era reventarle a Sánchez el mitin. Con el Sáhara como coartada. Y aun siendo cierto que el cambio de postura sobre el Sáhara Occidental lo decidió el presidente, él y sólo él, en contradicción con la doctrina del Partido Socialista y sabiendo que la mayoría de la sociedad, representada en el Parlamento, no lo comparte, aun siendo todo eso cierto sigue siendo igual de sospechoso que alguien a estas alturas saque pecho por haberle organizado a quien sea un escrache. Que tampoco es que el Sáhara Occidental vaya a definir el voto de lo segovianos, pero es verdad que es una de las cuestiones que menos explicadas (y por tanto, más opacas) mantiene el presidente.
Pero vamos a los asuntos pendientes que arrastra el Gobierno, siempre en competición, siempre en disputa, y casi siempre consigo mismo:
Primera cuestión pendiente,Ferrovial. La constructora cuyo presidente Del Pino anunció su pretensión de hacer mudanza y llevarse la sede a los Países Bajos. El calentón que le entró al gobierno al sentirse desairado por la insidia de que en España hay menos seguridad jurídica que en Holanda. Cómo sería el calentón que al día siguiente ya estaba la vicepresidenta Calviño diciendo aquello de que Ferrovial se lo debe todo a España, ya estaba Sánchez denigrando a Del Pino por mal español y antipatriota y ya estaban el ministerio de Economía y Hacienda mirando papeles y haciendo números para combatir ante la opinión pública a Ferrovial y sus argumentos.
Y en ello siguen. Pasado mañana hay Junta General de Accionistas para ratificar, o no, el cambio de sede. Y el Gobierno, que hace cuanto puede para que Del Pino salga de allí empitonado (desautorizado) hizo ayer algo llamativo: enviarle una carta a la dirección de Ferrovial desmintiéndole que para cotizar en Nueva York haya que irse primero a Holanda, ofreciéndose a revisar la norma en caso de que hubiera aquí algún problema y añadiendo que sería bueno que los accionistas fueran informados de los riesgos a que se enfrenta la empresa. Por su interés, y en síntesis, repetimos: el Gobierno le dice a esta compañía privada que haga el favor de informar a sus accionistas de lo que está diciendo el Gobierno. O casi más que de lo que está diciendo, de lo que está sugiriendo. Riesgos y contingencias. Firma la carta el secretario de Estado de Economía, persona afable y educada, Gonzalo García Andrés. A quien preguntó anoche Latorre por esto de los riesgos a los que se expone la compañía. Sin éxito, porque no alcanzó a concretar el secretario de Estado qué riesgos son esos. Explicó que se trata de que la compañía sepa que podría cotizar en Nueva York sin irse de España, todo de buenas, oiga.
Antes les conté que si el Gobierno, cuando empezó esta historia, hubiera buscado la negociación con Ferrovial para persuadirle de que se quede, tal como persuade a los de fuera para que vengan, quizá podría interpretarse una carta así como una mano tendida para evitar que la mudanza se consume. Pero dado que el gobierno reaccionó, desde primera hora, refutando los argumentos de Ferrovial, reprochándole que cuestione nuestra salud económica, vinculando su crecimiento con el franquismo y con la magnanimidad de los contribuyentes y personalizando el ataque en Rafael del Pino (adelante presidente)… con estos antecedentes habrá que interpretar la carta como una forma de presión a la dirección de la empresa: obedézcame usted e informe a sus accionistas de que el gobierno se opone a la mudanza.
El otro asunto pendiente es del solo sí es sí. Que ahí sigue, en tramitación parlamentaria. Bueno, en tramitación parlamentaria el remiendo a la ley.
De pulla en pulla hasta la urna vaciada
Porque la ley como tal sigue en vigor. Cinco meses aplicándose, setecientas rebajas de penas y aún sin reformar. El PSOE presentó su remiendo, apoyado por la derecha (vade retro) pero faltaba que los demás grupos presentaran sus propuestas. Y eso todo lo que sucedió ayer. Que Podemos presentó una propuesta, para que no parezca que no pone de su parte, en sintonía con Esquerra y con Bildu, los dos costaleros preferidos de los morados. Y podemos darle todas las vueltas que usted quiera a la enmienda de Irene Montero a su propia ley, pero va a servir de poco porque carece de apoyos para prosperar. El PSOE despachó ayer la cuestión con media frase de su portavoz, la ministra Alegría.
O sea, que no. Que es seguir dándole vueltas a una noria que no tiene más recorrido. Aquí el remiendo que tiene mayoría para acabar plasmado en el Código Penal es el de la ministra de Justicia. Y la tiene porque Feijóo ha querido que la tenga, aunque no se le haya escuchado a Sánchez ni media palabra de agradecimiento. Así que Podemos ya ensaya, de nuevo, sus salmos más conocidos. A saber: que la ley es espléndida, que los jueces (y juezas) son mala gente empeñada en prevaricar en beneficio de los agresores sexuales y que el PSOE es lo peor porque va de la mano de las derechas. Otra entrega de las matrimoniadas del gobierno de coalición. Unida a la matrimoniada máxima, que es la que se traen los Iglesias y las Yolandas Díaz por ver quién tiene menos ganas de concurrir juntos a las urnas. Que si el pitufo gruñón, que si la traidora. De pulla en pulla hasta la urna vaciada.