El Monólogo de Alsina: "Artur Mas nunca ha dicho que quiera convertir su despacho en una comuna"
Estamos en Galicia para celebrar un cumpleaños. Nuestro. Onda Cero llega este otoño a sus primeros veinticinco años y queremos celebrarlo con ustedes que son nuestra audiencia. Y a ustedes, oyentes de Santiago, oyentes de Galicia, les ha correspondido ser los primeros en esta gira que vamos a ir haciendo por España para festejar el aniversario. Muchas gracias por su fidelidad y su compañía.
La mayoría de ustedes hace veinticinco años ni habrían nacido. Para que se hagan una idea, cuando nació Onda Cero Albert Rivera era un chavalito de diez años. En el colegio pasaban lista: Rivera. Y él decía: Ciudadano Rivera. Pablo Iglesias, cuando empezamos, era un niño de once años. Con coleta. Los profesores le temían porque siempre cuestionaba sus lecciones. Ya está otra vez, decían, el niño éste, coleta morada.
Hace veinticinco años, Soraya y Cospedal aún no se conocían. No es como ahora. Ahora hacen como si no se conocieran.
Rajoy ya era mayor.
Beiras aún no tenía el pelo blanco.
Feijoo tenía veintinueve años y ningún cargo.
Y el pequeño Nicolás era todavía más pequeño.
No, pero el dato clave es que hace veinticinco años, Gayoso aún no presentaba Luar. Que eso sí te da la medida.
Hace veinticinco años Artur Mas no era independentista. Bueno, hace 25 y hace cinco. En Artur Mas todo es muy reciente. Hasta la imputación judicial. Tanto tentar a la suerte, al final se rompe. Ahora que ya se han celebrado las elecciones catalanas, los del Juntos por el Si, que son una ensalada de siglas y procedencias, se han reunido en el Parlamento para empezar a organizarse. Lo primero que llama la atención es que la voz cantante la llevan tres hombres, Mas, Junqueras, Romeva. A las dos señoras que van de número dos y tres nadie les da bola.
Como Mas se ha empeñado en que el presidente sólo puede ser uno —-adivinen quién— a estos de la CUP, que son los que tienen la llave, les han empezado a meter presión los de Convergencia para que traguen con Mas so pena de ser excomulgados por entorpecer el proceso soberanista: vayan prendiendo la hoguera de quemar malos catalanes. Y entonces los de la CUP, que lo mismo predican la desobediencia de las leyes que la ingeniería política, se han sacado de la manga ésta que es la aportación más concreta que hasta hoy han hecho a la alta política: que en lugar de un presidente, haya varios. Tres o cuatro, en comandita. Para qué quieres tener un solista pudiendo tener a Mocedades. Un cuarteto presidencial, cuya investidura, claro, aún no han explicado muy bien cómo se hace.
Que se prepare Rajoy. Si con un solo presidente Cataluña ha llegado a esta situación tan complicada, con cuatro a la vez puede acabar pasando cualquier cosa. Llaman de la Moncloa de buen rollo: ¿Está el presidente? ¿Cuál de todos? No sé, el que esté de guardia.
Claro, porque tendrán que turnarse, como los presidentes de las comunidades de vecinos. No van a ir los cuatro en pandilla a todas partes. En lugar de coche oficial necesitas una monovolumen. Y qué van a decir los empresarios: si mientras ha habido un solo presidente nos han sacado el 3 %, ¿con cuatro qué nos van a sacar, el doce?
Es una propuesta muy de todos somos iguales, nadie es imprescindible, muy de los tres mosqueteros que eran cuatro, pero vamos, que Artur Mas nunca ha dicho que quiera convertir su despacho en una comuna. Amigos de la CUP: si con esta ocurrencia pesábais que ibáis a poder escurrir el bulto, va a ser que no. El profeta no comparte con segundones su zarza.
Hay elecciones generales el 20 de diciembre. Se van a hinchar a darnos mítines en el puente de la Inmaculada Constitución. El presidente del gobierno, anoche, puso fecha.
Concretó el presidente anoche fecha de elecciones y empezó a concretar, siguiendo los pasos de Margallo, cuál es la postura de España respecto de la escalada bélica en Siria. Ahora que Putin, el ruso, exhibe padrinazgo militar sobre el régimen de Al Assad y que Irán, atención, moviliza también tropas para apuntalar al dictador y bombardear a todos sus enemigos —-no sólo Estado Islámico—, nuestro gobierno apuesta por “dar duro” a los yihadistas y contar con Al Assad para hacer posible una transición política en Siria. Dice Rajoy que “no podemos ser enemigos de todo el mundo”.
Vamos, por tanto, afinando y corrigiendo la posición. Donde la vicepresidenta Santamaría corrigió a Margallo por hablar de Al Assad como actor necesario, el presidente corrigue ahora a la vicepresidenta y hace suyo el criterio del ministro: el sirio será un indeseable, pero nos hace falta para plantarle cara al yihadismo. Nos hace falta “en un primer momento”, dice el gobierno. Como si no fuera una evidencia que, si depende de Iran y Rusia, vamos a tener a la familia Al Assad en Siria en un primer momento y en un segundo y un tercero.
A perpetuidad. Que tampoco sería, admitámoslo, el único represor que se eternizara en el poder sin que Occidente se lamente.