OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "El rey atina y Francina desatina"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre el discurso del rey en la inauguración de la legislatura, donde se basó en el cumplimiento de la Constitución, y sobre las palabras de la presidenta del Congreso, Francina Armengol.

Carlos Alsina

Madrid | 30.11.2023 08:42

Acertó la presidenta del Congreso, Armengol, en su discurso. Acertó con el comienzo. Exactamente en su primer minuto. Luego ya fomentó, por cálculo o por impericia, la división… de opiniones. He aquí el mejor pasaje del discurso. Línea y media.

Acertó la señora Armengol al revindicar la cuna leonesa del parlamentarismo

Bien está empezar evocando el hito que para el parlamentarismo supuso la reunión de las Cortes del Reino de León en 1188. Porque no es mala cosa, en la España plural de 2023 que sólo parece conocer la historia y las peculiaridades de Cataluña y del País Vasco, recordar que hay otros territorios con tanta tradición, tantas raíces y tanta identidad (como se dice ahora) como éstos, aunque no tengan lengua cooficial propia ni partido independentista con el que andar pactando apoyos en el Congreso.

A menudo ocurre que quienes más apelan a la diversidad de nuestro país desde sus posiciones nacionalistas son quienes menos saben del resto del país y de su historia. Ni saben ni se han esforzado nunca por conocer una palabra.

Quienes más apelan a la diversidad de nuestro país desde sus posiciones nacionalistas son quienes menos saben del resto del país y de su historia

Acertó la señora Armengol, por tanto, al revindicar la cuna leonesa del parlamentarismo. Aunque fuera perfectamente prescindible invocar a un politólogo estadounidense para explicar lo que en León todo el mundo sabe, qué significaron aquellas primeras Cortes. Y luego ya descarriló y nunca volvió a encontrar el tono.

Hacer un discurso político no supone hacer hacer política de parte

La presidenta del Congreso puede hacer un discurso político. No es que pueda, debe. La política tiene su foro principal en esta casa. Pero darle contenido político no significa alinearse con las políticas que impulsa sólo una parte de la Cámara. Hacer un discurso político no supone hacer hacer política de parte. Más aún, y éste sí es olvido grave, siendo la de ayer sesión conjunta de Cortes Generales. Es decir, del Congreso y el Senado juntos.

La mayoría parlamentaria a la que se refirió la presidenta, cuando reivindicó la legitimidad de la investidura, es, en efecto, la mayoría parlamentaria del Congreso, de signo político distinto, en esta legislatura, a la mayoría del Senado. Por supuesto, la investidura es legítima.

Pareció que la presidenta se sintiera obligada a dar réplica a un discurso que ayer nadie había hecho

Pareció que la presidenta se sintiera obligada a dar réplica a un discurso que ayer nadie había hecho. Más que nada porque, salvo el rey, la única en hablar era ella. Y obviar la diversidad de las propias Cámaras cuando eres la única voz que va a sonar en nombre de ambas es hacer de menos a una de ellas.

Se indignó el PSOE porque el PP no le aplaudió a la presidenta su discurso. Tampoco se lo aplaudieron los grupos independentistas.

Escogieron sabotear el Parlamento. Otra vez

Estuvo fino aquí Patxi López. No saber estar. Ésta es la paradoja que ayer se produjo. Que la mayoría parlamentaria que invocó la presidenta estaba ayer precisamente coja porque cinco de los siete partidos que la integran no es que no supieran estar, es que no estuvieron. Escogieron sabotear el Parlamento. Otra vez.

Estos diputados que en flagrante absentismo, reclaman respeto institucional para sí mismos mientras le faltan al respeto a la institución a la que pertenecen

Si ensalzas el parlamentarismo -bien ensalzado está- y subrayas la condición nuclear del Parlamento que presides, la consecuencia lógica es lamentar el sabotaje que al parlamentarismo, y a la cámara, han promovido los grupos parlamentarios que han escogido ausentarse.

Estos diputados que en flagrante absentismo y dejación de funciones, reclaman respeto institucional para sí mismos mientras le faltan al respeto a la institución a la que pertenecen. Y que Francina Armengol preside.

Tres palabras sorprendentes: "De una vez"

Con todo, lo que dejó sin explicar fueron estas tres palabras sorprendentes, tres. De, una y vez.

Avancemos de una vez hacia una democracia en la que nos comprendamos todos. ¿De una vez? ¿En qué país ha vivido la presidenta los últimos cuarenta y cinco años? Lástima que no desarrollara luego esto de la democracia más participativa. El amejoramiento de la Democracia. Tan defectuosa aún la nuestra, podría malinterpretarse.

Acertó, sin embargo, acertó al recordar que el Parlamento ejerce el control de los poderes públicos y defendiera la transparencia. Muy oportunamente, digo, dado que es su partido el que ha aceptado un control externalizado y deslocalizado de su labor al frente del gobierno, concretamente en Suiza.

Que mencionara como reproche a la oposición la opacidad de la disputa fue también paradójico

Que mencionara como reproche a la oposición la opacidad de la disputa fue también paradójico. Si a algo puede achacársele opacidad en este momento es al control al que se va a someter su partido por parte de Puigdemont y sus tacañones sin rostro en Suiza.

Los periodistas del Congreso se permitieron ayer la humorada de preguntarle a Patxi López quién es el verificador, como si él lo supiera. Si les hubiera seguido la broma habría dicho: Enríquez Negreira. Pero acabó diciendo un ‘no lo sé’ que yo me creo. Es más, me creo que el 95% de los diputados socialistas lo ignoran todo sobre esta cosa de Ginebra.

A estas alturas cabría incluso pensar que Santos Cerdán va de cabeza a una cita a ciegas, ¿se imagina?, que ni él supiera con quien se va a encontrar. Y Puigdemont haciendo las presentaciones: aquí el enviado de Sánchez, aquí este señor pixelado del que no voy a revelar el nombre. Y Santos diciendo: ‘¿ni a mí?’ ‘Ni a ti, qué más te da, si no ibais a aceptar bajo ningún concepto relator y mucho menos extranjero y aquí estás, conociendo al relator en el extranjero’.

El rey acudió a la Constitución, base de una España unida y sólida

El rey se dejó de citas de poetas y de politólogos y se fue a beber en la fuente común de la que emanan todas las instituciones y todas las legitimidades: la Constitución. Base de una España unida, sólida, sin divisiones ni enfrentamientos, dijo el rey. Y base de un Estado Social, Democrático y de Derecho. Las tres cosas y las tres a la vez.

El instrumento que protege al pueblo de los posibles abusos de poder de aquellos a quienes ha escogido para que le gobiernen

Social, Democrático, de Derecho. La aburrida Constitución que no escribieron ni santos ni poetas. La Constitución que no es cinturón de hierro, pero que tampoco página en blanco que cualquiera pueda rellenar a conveniencia: diga usted que aquí no pone lo que pone, invéntese que pone lo que expresamente se acordó que no pusiera.

La Constitución como lo que siempre fue: el libro de instrucciones de la convivencia entre españoles, sí, y también el instrumento que protege al pueblo de los posibles abusos de poder de aquellos a quienes ha escogido para que le gobiernen.