OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Timadores y faroleros"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre las consecuencias de la ruptura entre Junts y el PSOE después de que el gobierno rechazara la cuestión de confianza a Sánchez presentada por los independentistas.

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Carlos Alsina

Madrid |

Se han hartado de ir contando por ahí que se abrirían las puertas del infierno. Que nada volvería a ser igual. Que se iba a enterar Sánchez de lo que es sufrir.

Se han hartado de ir contando por ahí que le iban a hacer la vida imposible como se atreviera a sabotearles la brillantísima última jugada de su infalible líder espiritual, príncipe de Waterloo: la propuesta de que el Congreso inste al presidente a presentar la cuestión de confianza.

Casi nunca Junts per Catalunya cubre las expectativas que ellos mismos generan

No ha habido día, en el último mes, en que no se haya publicado alguna crónica que, citando fuentes de Junts, advirtiera de las terribles consecuencias que para Sánchez tendría sabotear la maniobra de su compadre y, a la vez, íntimo enemigo. Se han especializado los recaderos puigdemónicos en persuadir a periodistas, singularmente de Madrid, de lo decididos que están a someter a Sánchez a una cura de humildad cociéndole a fuego lento.

Expresiones como ‘llegaremos hasta el final’, como ‘hacer descarrilar la legislatura’, como ‘Puigdemont no parará hasta cargarse a Sánchez’ se ha repetido en los diarios los últimos treinta días. Bien, ahora ya va tocando concretar. Pasar del discurso a los hechos.

No ha habido día, en el último mes, en que no se haya publicado alguna crónica que advirtiera de las terribles consecuencias que para Sánchez tendría sabotear la maniobra de su compadre

Y casi nunca Junts per Catalunya cubre las expectativas que ellos mismos generan. La tradición es que, después de engordar el globo, acaben pasteleando con el gobierno. Y si algo son en Junts, conservadores e independentistas, es amantes de las tradiciones. Las propias, por supuesto.

Sánchez considera innecesario preguntarle al Congreso si sigue confiando en él

El gobierno hizo saber ayer que no ve razón alguna para plantearle al Congreso la cuestión de confianza. Traducido: el presidente Sánchez, que es quien lo decide todo tras consultarlo y debatirlo consigo mismo, ha encargado a sus ministros que empiecen a predicar lo innecesario que es preguntarle a la Cámara si sigue confiando en él como presidente.

A su vez, Sánchez, que es quien lo decido todo, ha encargado Patxi López -a quien lo mismo le mandan argumentarios que proposiciones de ley para que finja que son suyas- que mañana, en la mesa del Congreso, su grupo dinamite la tramitación de la propuesta puigdemoníaca.

Salvo sorpresa, por tanto, mañana pasará lo que podía haber pasado ya en diciembre, cuando los delegados del gobierno en la mesa del Congreso aplazaron la decisión alegando que era muy compleja (y cumpliendo, en realidad, la instrucción gubernativa de parar el reloj para que el presidente pudiera valorar sus opciones y ver qué nuevas concesiones podían hacerle gracia a Puigdemont a cambio de olvidarse de esto).

¿En qué consistirían las consecuencias irreversibles que anunciaba Puigdemont?

Pongamos, entonces, que mañana se frustra la genialidad maquiavélica que sus fans le atribuyen al listísimo Puigdemont. Pongamos que la cuestión de confianza queda abortada y ya está. ¿Qué sucederá luego? Ah, se acabó el amagar sin concretar. Recordemos el síii nooo con que respondió Puigdemont cuando le preguntaron en TV3 en qué consistirían las consecuencias irreversibles que anunciaba.

Traducido: a saber. Recurramos al señor Turull, que ayer tuvo a bien responder a la misma pregunta en un desayuno informativo en el que, a falta de información, al menos dio de desayunar.

La misma matraca: consecuencias que no gustarán al PSOE. Tiembla, Pedro, que te tenemos agarrado por salva sea la parte. Pues se verá.

Sánchez acepta el órdago y comprueba si su viejo compadre va de farol

El presidente parece que ha aceptado el órdago y está por comprobar si su viejo compadre va de farol. Después de todo, fue Puigdemont quien prometió que jamás investiría a Sánchez y lo acabó coronando. Fue Puigdemont quien exigió hechos consumados, que no promesas, para investirle y acabó tragando con una expectativa de amnistía que no llegó a consumarse y con gestos y más gestos de Albares para hacer creer que lo del catalán en la Unión Europea va para adelante.

Después de todo, fue Puigdemont quien exigió hechos consumados, que no promesas, para investirle y acabó tragando con una expectativa de amnistía que no llegó a consumarse

Hechos, lo que se dice hechos, Puigdemont amarró los pinganillos en el Congreso para que la señora Nogueras pueda hablar todo el tiempo en catalán. Cuántas veces no se dijo en la campaña de las catalanas que Sánchez entregaría la Generalitat a Puigdemont porque si no, estaba muerto él en Madrid y ahí está Illa, sin mayoría parlamentaria que le secunde los proyectos pero gobernando en el Palau mientras Puigdemont se hace cruces en Waterloo.

También dijo el expatriado que se quitaría de en medio si no recuperaba el gobierno y ahí sigue, fingiendo que ejerce de diputado autonómico a distancia. O sea, que este Puigdemont tampoco se caracteriza por cumplir siempre lo que anuncia.

El truco aquel del "somos más" duró lo que duró, una investidura

Que Sánchez carece hoy de mayoría parlamentaria para sus proyectos es una evidencia. El truco aquel del somos más duró lo que duró, una investidura. Por más que el presidente se empeñe en hablar -y este presidente discursea a diario- como el líder de una constelación de marcas políticas que van de la extrema izquierda que es Bildu a la derecha supremacista que es Junts, no hay tal constelación: él sólo es líder de los 120 diputados de su grupo (y en el mejor de los casos, los 27 de Sumar, según el día).

Sánchez no va a presentar una cuestión de confianza por la misma razón por la que Feijóo no va a presentar una moción de censura: ambos la perderían

Sánchez no va a presentar una cuestión de confianza por la misma razón por la que Feijóo no va a presentar una moción de censura: ambos la perderían. Ninguno de los dos podría sacar adelante hoy una investidura.

Para el gobierno, el juez Hurtado no presenta pruebas

El gobierno fiscalizador y comentarista de causas judiciales hace saber que el juez Hurtado elucubra y no presenta pruebas contra el fiscal general al que el gobierno no sólo apadrina sino del que se ha apropiado.

Ahí está, la ministra Alegría dando la cara por García Ortiz, de colega a colega. Y enmendándole la plana al juez, qué le vamos a hacer. Hay que entender que el gobierno ya es parte afectada porque el juez señala a Presidencia como receptora y distribuidora del correo reservado.

Pero incurre de nuevo la portavoz en distorsionar un auto judicial, porque indicios el juez sí que recoge; los saca del informe de la UCO. Al ministro de la Guardia Civil, que es Marlaska, le preguntaron entonces los periodistas si es que la UCO hace informes llenos de irregularidades, omisiones e inferencias indebidas (como ha dicho el fiscal general del gobierno) y Marlaska dijo esto.

¿El gobierno con quién va, con la UCO o con el fiscal general?

El ministro, que en otra vida era juez, es hoy el primero de los sanchistas. Por eso practica este patrón de conducta que santo y seña de su jefe: atribuir a los demás lo que hace, precisamente, el gobierno. Que cuando hay un informe de la UCO que no aprecia indicios exige que se archive el caso (de la esposa del jefe) y cuando hay un informe de la UCO que atribuye al fiscal general un papel preeminente en la comisión de un presunto delito dice que no hay pruebas y que también se archive.

Cuando hay un informe de la UCO que atribuye al fiscal general un papel preeminente en la comisión de un presunto delito dice que no hay prueba

Aclárenos cuando pueda el gobierno esta circunstancia: si el ministro del Interior da por buenos todos los informes de la UCO y el fiscal general ha desechado el que le afecta a él porque es un despropósito de informe, ¿el gobierno con quién va, con la UCO o con el fiscal general? ¿El informe está bien hecho, Marlaska, o es un sindiós?

Originales comparaciones

A todo esto, la señora Díaz Ayuso ha comparado el caso del fiscal general con el Watergate, qué original -en el fondo, a lo que aspira a que tengan el mismo desenlace, Sánchez cayendo como Nixon, no parece-, y el ministro para la transición madrileña (y salvemos Muface), Óscar López, ha dado la medida de la innovación que él representa vinculando a Miguel Ángel Rodríguez con el consumo de alcohol, qué renovador y qué original también.

Un sueldo de ministro para esto. Güisqui de marca, dice. ¿De cuál marca, ministro? Es un clásico del PSOE sacar a relucir las copas cuando se refieren a Rodríguez. Y tampoco cabe sorprenderse de que el ministro tire de alusiones como ésta.

Pequeño ejercicio de memoria democrática: Óscar López era el director de campaña de Miguel Sebastián cuando éste compitió con Gallardón por la alcaldía de Madrid, año 2007. En un debate televisado, Sebastián, a sugerencia de sus estrategas, exhibió la foto de una mujer con la que la chismología de la época relacionaba a su adversario. Aún hoy se está arrepintiendo el ex ministro de aquella maniobra. A su estratega le fue mejor y hoy es ministro de la Función Pública después de haber sido jefe de gabinete de la Presidencia del Gobierno.

Ahora que López es nada menos que ministro de la oposición madrileña, debe de pensar que satanizar el güisqui es cheli

Lo de exhibir papeles en los debates es marca de la casa; como diría Pilar Sánchez Acera, la imagen es potente. Bien lo sabe Lobato, que se prestó a exhibir en el Parlamento de Madrid un correo reservado utilizando la coartada de que ya había sido publicado por la prensa, entiéndase por el digital El Plural gracias a las gestiones, presuntamente, de la propia jefa de gabinete del jefe de gabinete del presidente.

Ahora que López es nada menos que ministro de la oposición madrileña, debe de pensar que satanizar el güisqui es cheli.