Opinión

Alsina critica la fe del Gobierno para determinar la inocencia del fiscal general: "Creemos en el presidente, dios padre todopoderoso"

El director de Más de uno ha destacado las últimas declaraciones del presidente del Gobierno en las que se ha mostrado firme en su defensa de Álvaro García Ortiz.

Carlos Alsina

Madrid |

Érase una vez un portavoz del gobierno de España, que era señor con barba, a quien correspondió informar a la prensa sobre la evolución de un petrolero que se había partido a doscientos kilómetros de la costa de Galicia. Aquel ministro, que un año después, y contra pronóstico, sería ungido como sucesor de su jefe y acabaría liderando el PP catorce años y gobernando España seis y medio, aún no era conocido en toda España por su forma genuina de construir frases memorables, mucho menos pudo calcular nadie que acabaría escribiendo un libro llamado 'El arte de gobernar' sobre los fundamentos de la sabiduría política, como si fuera Sun Tzu escribiendo mandamientos. O sea, Rajoy, en efecto.

En 2002, Rajoy era Pilar Alegría, o sea, portavoz del gobierno. Y, hablando del Prestige, no pronunció una frase que, sin embargo, todo el mundo cree haberle escuchado. Rajoy nunca dijo la palabra hilillos.

Pequeños hilitos con aspecto de plastilina en estiramiento vertical. ¿Qué recordamos todos? Que dijo hilillos de plastilina, pronúnciese imitando un poco a Rajoy con esa ‘s’ en estiramiento horizontal que es marca de la casa. Hay frases que nunca se pronunciaron y que recordamos todos. Y hay frases que sí se pronunciaron y que tenemos olvidadas.

Leire Pajín, la Leire más famosa que tuvo el PSOE hasta que fue desbancada por la fontanera reportera, ejercía en 2009 como Santos Cerdán pero en honrado, o sea, secretaria de organización de ZP. Y nunca dijo ni que fuera a producirse una constelación planetaria ni un fenómeno astral porque hubiera ganado las elecciones Barack Obama.

¿Qué recordamos todos? Que dijo conjunción planetaria. La memoria es así de caprichosa. Frases que nunca fueron dichas son las que mejor se recuerdan. "Tócala otra vez, Sam" no aparece en el guión de Casablanca. "Ladran, luego cabalgamos" no está en el texto de Cervantes. La expresión máquina del fango no aparece en la novela de Humberto Eco. Y Afrodita nunca gritó "pechos fuera" aunque todos los boomers que éramos niños en los setenta nos jugaríamos un brazo a que lo gritaba desinhibida y moderna.

Frases que sí se pronunciaron, por el contrario, han quedado en el olvido. Por ejemplo, ésta de Sun Tzu, perdón, de Mariano Rajoy cuando la justicia empezó a indagar sobre un señor llamado Luis Bárcenas y otro llamado Galeote. Esta cosa tan de Rajoy de decir las cosas como intentando liarte: no se podrá probar que no es inocente porque lo es.

Tiempo tuvo después de arrepentirse de haber puesto la mano en el fuego por el tesorero en lugar de esperar a que hubiera juicio, deliberación y sentencia. Ahora dice en su libro de reflexiones escogidas que nadie está libre de tener corruptos cerca -mira, lo mismo que dice Sánchez-, que es el acusador quien ha de probar la culpa y no a la inversa y que la lucha contra la corrupción es una tarea que nunca se acaba -sobre todo si ni siquiera se empieza, ex presidente-.

Pedro Sánchez podía haberle dicho a El País una frase inobjetable, como "el fiscal general es inocente mientras no se demuestre lo contrario". Pero eligió, a pecho descubierto, y horas antes de enfundarse en Colombia una guayabera que le sentaba como un tiro, proclamar como única verdad aceptable que el fiscal general del Estado, juzgado por la presunta comisión de un delito, es inocente.

La asociación mayoritaria de fiscales cargó contra el presidente por apropiación indebida y usurpación de personalidad -o sea, por creerse que es él quien emite las sentencias- y Feijóo agarró la frase ayer al vuelo para cuestionar su calidad democrática, aunque dijo calidez.

Ya contamos ayer que El País abrió este domingo con una frase de Sánchez entrecomillada: "El fiscal general es inocente y más aún tras lo visto en el juicio". La frase, dicha así, es bastante absurda. Porque si uno es inocente no lo puede ser aún más. Y porque al juicio, que hoy se reanuda, aún le quedan unos cuantos testimonios relevantes, por elemplo, el de los investigadores de la UCO (esa institución que el gobierno invoca como fuente de autoridad cuando le conviene).

Pero ya contamos ayer que Sánchez lo que empieza diciendo, en esa declaración, es que el Gobierno cree en la inocencia del fiscal, del verbo creer, o sea, opina, o lo tiene por cierto no pudiendo demostrarlo. Para luego saltar a afirmarla categóricamente en el ejercicio más revelador que se le ha escuchado nunca de su tendencia natural a la posverdad.

El Gobierno cree en su inocencia, cree que es inocente, luego la única verdad posible es, que en efecto, lo sea. Este razonamiento de trece segundos dice más que cualquier discurso sobre la realidad alternativa tan del gusto de algunos gobernantes.

¿Qué significa que el Gobierno cree en algo? El Gobierno es un grupo de veintitrés personas. ¿Tendría sentido que el presidente dijera, por ejemplo, el Gobierno cree en dios? Esto será porque lo deliberan, ¿no? Se reúnen un martes y dicen: primer punto del orden del día, qué creemos sobre el fiscal general del Estado.

¿Tendría sentido que el presidente dijera, por ejemplo, el Gobierno cree en dios?

Se dan dos minutos para que cada uno medite, bajan un poco la luz de la sala para ayudar a la introspección, entrecierran los ojos, Urtasun se acaricia la barbilla, y luego ya toman postura colectiva: ¿qué creemos, que es inocente o que a saber? ¡Inocente!, dicen los veintitrés cargados de razonamientos jurídicos. Pues venga, sea. ¿Y de Begoña Gómez, qué creemos de Begoña Gómez?

Medio minuto para meditar y a pronunciarse a coro. ¿Qué creemos? Que es inocente, puto amo. Y así se van fijando las creencias inmarcesibles de esta persona de cuarenta y seis ojos que es el gobierno de España. ¿Y en qué más creemos? "Creemos en el presidente dios padre todopoderoso, creador de nuestro cielo y nuestra tierra".

¿Sería posible que algún ministro, en la intimidad, tuviera creencias distintas a las del resto, pensara, por ejemplo, que el fiscal general es muy sospechoso de filtrar un correo confidencial porque fue él quien requirió el papel y quien nunca movió un dedo para investigar quién podía haberlo filtrado? No, la hipótesis no se acepta.

Porque el Gobierno se ha instalado en el terreno de la opinión, la fe y las creencias. Los hechos son siempre discutibles. Acuérdese cuando la ministra portavoz que había atribuido a un teniente de la UCO el deseo de ponerle una bomba a Sanchez fue instada a rectificar el bulo al comprobarse que El Plural había amputado una parte de las conversaciones de guasap filtradas alterando su sentido.

Era cuestión de interpretación. Ya está. Tampoco hay por qué andar distinguiendo ya entre suposiciones y certezas porque importa lo que el gobernante opina. En lo que cree. Aquello en lo que cree ha de ser reconocido como la verdad indiscutible. Aquello en lo que no cree debe ser aceptado como una mentira. Y aún le llaman combatir la desinformación.

Mazón comparece

Carlos Mazón Guixot, aún gobernante, en funciones, doctorado en realidad alternativa y árbol caído de la política valenciana, comparece hoy en el Parlamento autonómico para dejarse preguntar sobre la gestión de la riada mientras su partido negocia con Vox una investidura con idéntica opacidad a la que exhibe el PSOE con Junts. O exhibía, cuando Puidgemont aún se dejaba hacer la pelota por Zapatero en Suiza.

Carlos Mazón Guixot, aún gobernante, en funciones, doctorado en realidad alternativa y árbol caído de la política valenciana

Ahora que ha trascendido lo que Maribel Vilaplana declaró en el juzgado podrán los diputados afinar más en las preguntas que hoy le hagan a Mazón sobre qué llamadas recibió en el Ventorro y cuánto supo de la gravedad de lo que estaba ocurriendo.

La periodista contó a la jueza que a partir de las cinco de la tarde las llamadas eran constantes, él se levantaba, se apartaba un poco, y al regresar a la mesa (eterna) se disculpaba diciendo: "Lo de siempre, me reclaman para la foto". ¿Para qué foto? ¿Nadie le reclamó para las inundaciones que a esa hora ya se estaban produciendo, en Utiel, por ejemplo? ¿Qué resulta más inquietante, que un presidente autonómico no salte como un resorte cuando se entera de que una parte de su región se ha inundado y le diga a la periodista que ya se verán otro día, o que un presidente autonómico, habiéndose inundado una parte de su región, no tenga forma de saberlo?

Vilaplana describió a la jueza cómo llegó al restaurante a las tres de la tarde, subió unas escaleritas para acceder al reservado, no vio a los escoltas, que quizá, dijo, estaban abajo, charló con Mazón sobre adiestramiento en oratoria -porque él admite que no sabe hablar bien- y que el presidente, además de recibir llamadas, estuvo guasapeando constantemente (estos guasaps aún no han sido conocidos, tal vez alguna vez una investigación judicial se los reclame y confiemos en que no los haya borrado todos, lo que sin duda llevaría a Pedro Sánchez a proclamar su inocencia con el argumento de que no han podido encontrarse pruebas).

Añadió Vilaplana que al salir del restaurante Mazón y ella fueron hablando de fútbol y que en estos meses se ha sentido víctima de una campaña de presión, de extorsiones y de un machismo atroz. Esto último no parece discutible. Distintos habrían sido todos los bulos si en lugar de mujer ella fuera un periodista hombre.

Vilaplaba dio muchos detalles de la comida y del Ventorro. Pero siempre podrá decir un ministro, aplicando la doctrina de Oscar Puente, que él sigue sin creerse nada porque nada de lo que puedan decir ni Mazón ni Vilaplana sobre el Ventorro es verosímil. Siempre podrá seguir diciendo un ministro, aplicándose la doctrina Puente, que algún día se sabrá dónde estaban en realidad.

En los tiempos de la posverdad, no importa lo que uno sabe o no sabe. Importa lo que uno cree. Y si el Gobierno cree que alguien no estuvo donde dijo que estuvo, es que no estuvo. Y si el Gobierno cree que alguien no filtró un correo confidencial, es que no lo hizo. Y si el Gobierno cree que Ayuso es corrupta, pues lo es. Importan las creencias y las opiniones. La fe. Los actos de fe. Y los autos de fe. Justicia divina.