LA PRIMERA DE LA MAÑANA

Marta García Aller: "Dudo mucho que quemar un ninot en las Fallas sea equiparable a jalear el ahorcamiento de Sánchez"

Marta García Aller reflexiona sobre si es delito o no apalear y ahorcar a un muñeco que representa a Pedro Sánchez, y las consecuencias que esto tiene en la polarización política.

Marta García Aller

Madrid |

Tengo varias dudas. Apalear un muñeco gigante que representa al presidente del Gobierno y ahorcarlo frente a la sede del Partido Socialista la noche de fin de año al grito de “Hay que acabar así con él”, entre loas a Franco, a Hitler y banderas del aguilucho, no sé, la verdad, si es delito. De lo que no tengo dudas es de que quitarle importancia a que un partido político promueva el odio a este nivel, unos días después de que uno de sus concejales agrediera a otro en un pleno, no es buena idea tampoco.

Y triste consuelo que solo fueran 300, y que los organizadores pincharan en su poder de convocatoria, porque de lo que no hay duda es de que el éxito de estas convocatorias no se mide solo en cuántos se reunieron en Nochevieja a armarla en Ferraz, ni en cuántas decenas de miles, porque fueron decenas de miles, siguieron la retransmisión en redes para jalear en casa el apaleamiento que otros jaleaban en la calle.

Esta convocatoria es un éxito si tres días después sigamos hablando de ella. Y ahí va mi segunda duda. ¿Hay que seguir hablando de ello?

De lo que no tengo dudas es de que es mala señal que haya un partido político, Vox, que apoye estas convocatorias que banalizan la violencia política y que es mala señal también cualquier titubeo al condenarlo. Sé también que judicializarlo ayuda a los organizadores a conseguir aún más eco mediático.

Si una sentencia ya avaló quemar fotos del rey es difícil que prospere cualquier denuncia contra el ahorcamiento del muñeco de Sánchez. No es lo mismo perseguir mensajes de odio motivados por cuestiones raciales, xenófobas o antisemitas, que contra una institución o un cargo sujeto a la crítica política.

Aun así dudo mucho que quemar un ninot en las Fallas sea equiparable a convocar a la gente para jalear el ahorcamiento del presidente del Gobierno entre gritos franquistas. Lo primero es una tradición, lo último confiemos en que no pase a serlo.

¿Moraleja?

No hace falta que algo sea delito para que dé mucho asquito.