Historia de la isla habitada más remota del mundo
En medio de la nada, en el Atlántico Sur hay un archipiélago donde se localiza un lugar llamado la isla Inaccesible. Cerca de esa isla hay una aldea que está lejos de todo.
La isla Tristán de Acuña es el único lugar habitado por seres humanos en aquellos confines del Atlántico Sur. Está en el mismo archipiélago que la isla Inaccesible, donde vive el ave no voladora más pequeña del mundo: el rasconcillo. Tristán es el paraje habitado más remoto del planeta Tierra porque el enclave con gente más próximo queda a 2.400 kilómetros. Y ese lugar más próximo -que está tan lejos- es la isla de Santa Elena, que fue el sitio donde deportaron a Napoleón tras la derrota de Waterloo.
En Tristán todo queda lejos. Pero, la distancia es todavía mayor al no existir allí ni una pista de aterrizaje. De esa isla sólo se puede salir en barco. Y por allí, suelen pasar menos de diez barcos al año, siendo la mayoría pesqueros. Y siendo aquellas aguas turbulentas.
Tristán de Acuña es una isla con una superficie de sólo 99 km². En su mayor parte, está rodeada de acantilados de 600 metros de altura, teniendo justo en el centro un volcán: un volcán activo. En toda la isla sólo hay una zona llana que es donde está la aldea en la que viven 260 personas. Ese asentamiento se llama Edimburgo de los Siete Mares.
La isla fue descubierta por un portugués. Pero, el primero en establecerse allí con su familia fue un tipo llamado William Glass. Le acompañaron otros cuatro marineros que desembarcaron con cerdos y cabras. En el año 1817, redactaron algo así como una Constitución en la que se establecía que no habría ni hombres ricos ni hombres pobres. Lo que no había era mujeres, en plural. Sólo había una.
Y así estuvieron nueve años, hasta que por la isla apareció un tipo llamado Thomas Swain. Thomas pidió permiso para establecerse planteando a sus convecinos la idea de lo conveniente que sería dotar a aquel paraje de intuición femenina. Así que uno de los cinco solteros se ofreció a ir como voluntario a Santa Elena en busca de mujeres. Al año siguiente estaba de regreso con cinco voluntarias.
Transcurrieron los lustros y la población fue creciendo con poca variedad genética, como habrán imaginado. En 1892 se quemó un barco italiano cerca de la isla, y dos de sus marineros Repetto y Lavarello decidieron quedarse a vivir en Tristán. Los italianos, que sabían carpintería, enseñaron al resto a construir barcas para ir a cazar a Isla Inaccesible. Ya en el siglo XX, en los años 40 abrieron una fábrica para enlatar langosta. Todo resultaba tranquilo y próspero con esos problemitas tan típicos de la condición humana. Con disgustos y alegrías hasta que en una fecha que está a punto de cumplir 60 años algo terrible sucedió.
El volcán se puso en erupción. Y todos sus habitantes fueron evacuados. Como la isla pertenece a Reino Unido, los residentes de Tristán terminaron desembarcando en Southampton. Pero, no les fue bien en territorio británico. Como no estaban inmunizados, al contraer la gripe muchos fallecieron. Dos años después, en cuanto pudieron, los supervivientes emprendieron el regreso a Isla de Tristán.
Lo primero que hicieron al volver fue recuperar la fábrica de langosta enlatada. Aunque lo que más se come por aquellas latitudes son huevos de pingüino, con los que salen unos huevos fritos con una yema de un diámetro que casi no cabe en el plato. En Edimburgo de los Siete Mares, tienen unos huevos enormes, pero no tuvieron televisión hasta 2001. Mientras que internet sólo hay en un cibercafé para toda la aldea desde donde sólo pueden enviar correos. Y móviles no hay, porque tampoco hay cobertura. Lo que sí hay es mucho parentesco. Allí no tienen ni ocho apellidos. Sólo tienen siete.
Esta historia está basada en este hilo de Twitter: